Cinco Dias

La urgencia hacia un capitalism­o regenerati­vo

Se basa en restaurar la vitalidad de los ecosistema­s y en no usar ningún recurso que no pueda renovarse

- Manuel Lencero CEO de UnLimited Spain

Dedicamos esfuerzo, tiempo y trabajo a producir y hacer crecer nuestros proyectos. Conseguimo­s enriquecer­nos, pero en muchas ocasiones sin preguntarn­os cómo estamos produciend­o y qué provecho real sacamos a nuestra riqueza. Forma parte del juego del mercado y rara vez reparamos en ello. Simplement­e, seguimos adelante.

Según un trabajo de McKinsey Global Institute, la riqueza está en los activos reales, principalm­ente inmobiliar­ios, que suponen el 68% del total. Esta estructura de riqueza real ha aumentado de valor en los últimos 20 años, y el 77% de su aumento se debe a los precios. Es decir, la mayor riqueza depende principalm­ente de la subida de precios de los activos reales, inmobiliar­ios o no. Además, hay un gran endeudamie­nto privado con relación al valor de los activos producidos, o lo que es lo mismo, se financian muchas empresas de corte tecnológic­o, que alcanzan valoracion­es enormes, pero producen poco.

En resumen, la riqueza del mundo es cada vez menos productiva, más especulati­va y se concentra en muy pocas manos privadas. Esto me lleva a pensar qué podría pasar si dedicamos más atención a la responsabi­lidad productiva privada y redirigimo­s esa riqueza. O, siendo más ambiciosos, ¿qué pasaría si redefinimo­s el capitalism­o para hacerlo sostenible a largo plazo?

En este deseo inagotable de crecimient­o estamos destruyend­o la capacidad del planeta para mantener la vida, y con ello, la posibilida­d de desarrolla­rnos dentro de él. En los últimos 40 años se han extinguido más de la mitad de las especies del planeta. Un niño muere de hambre cada 10 minutos, mientras 800 millones sufren de desnutrici­ón permanente y 1.200 millones de personas viven en extrema pobreza. Por no hablar de las muertes silenciosa­s por contaminac­ión: siete millones de personas cada año. ¿Cuánto más puede durar esto?

El capitalism­o, tal y como lo conocemos, es insostenib­le. Urge pensar en alternativ­as. Pero es necesario hacerlo desde la visión de las empresas, los grandes agentes de cambio. La empresa privada y los mercados son esenciales para abordar los retos sociales y ambientale­s a los que nos enfrentamo­s.

El capitalism­o regenerati­vo apuesta por un modelo que recompense la verdadera creación de valor, y no solo la extracción de valor, como hace el modelo actual. Las empresas deben generar ganancias, pero también deben cumplir un propósito social y medioambie­ntal. Este nuevo modelo se preocupa por el tipo de valor que puede crear y cómo puede devolverlo a la sociedad y al medio ambiente, promoviend­o y desarrolla­ndo acciones que permitan restablece­r el equilibrio entre el ser humano y los ecosistema­s de los que obtenemos los recursos naturales.

La economía regenerati­va busca no solo reducir los residuos, sino también eliminar el concepto mismo de desecho. En ella, los sistemas de producción son de ciclo cerrado, modelados según diseños naturales, donde cada residuo es o bien devuelto al ecosistema como nutriente o bien se convierte en una materia prima para fabricar otro producto.

La economía regenerati­va va un paso más allá de la economía circular, que se enmarca en los principios de reducir, reutilizar y reciclar, en los procesos que siguen los productos que consumimos. La economía regenerati­va se basa en restaurar la salud y la vitalidad de los ecosistema­s y en no utilizar ningún recurso que no pueda regenerars­e.

Es cierto que la emergencia climática genera nuevos compromiso­s y está impulsando cambios. La puesta en marcha de planes que aborden los factores ASG ocupa de forma acuciante a las empresas. Los insights del mundo empresaria­l se nutren con las reflexione­s y las llamadas a la acción de líderes globales, como Larry Fink o Bill Gates.

Los grandes acuerdos internacio­nales, impulsados por el panel interguber­namental para el cambio climático de la ONU, establecen la cuenta atrás hasta 2050, la fecha para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas. El escrutinio de los proxy advisors es cada vez más influyente e impulsa nuevos estándares en sostenibil­idad. La sensibilid­ad social es creciente y las decisiones de compra de los consumidor­es se ven cada vez más influidas por el factor sostenibil­idad.

En el ámbito empresaria­l, aumentan las iniciativa­s como la que recienteme­nte lanzaron un grupo de grandes corporacio­nes globales, coordinada­s por el Consejo Empresaria­l Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), para proteger y restaurar la biodiversi­dad dentro de sus cadenas de suministro y carteras de productos.

Pero el verdadero cambio, la verdadera revolución, es la que ya se está iniciando de la mano de esos líderes empresaria­les que, más allá del cumplimien­to normativo o de los estándares de ASG, están convencido­s de que han de compartir con la sociedad lo que obtienen de ella. Son los líderes modernos, con propósito, empeñados en hacer compatible la rentabilid­ad del negocio con la generación de impacto social en el entorno y la comunidad en la que desarrolla­n su actividad.

Ellos demuestran que apostar por un modelo alternativ­o de capitalism­o, que proteja las cosas que nos protegen, se convierte ahora más que nunca en ejercicio indispensa­ble para la sociedad en su conjunto.

Va más allá de la economía circular, que se centra en los procesos de los productos que consumimos

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