Cinco Dias

Las subvencion­es a la energía ayudan a Putin y a la polución

Debería apostarse por bajar el consumo, aunque se pierda PIB, y ayudar solo a los hogares más vulnerable­s

- GEORGE HAY

Los líderes europeos tienen las intencione­s correctas para hacer frente a la subida de la factura energética, pero no los remedios adecuados. Después de que los precios del gas se cuadruplic­aran desde el año pasado, los Gobiernos de la Unión Europea habían comprometi­do el 0,6% del PIB del bloque, a finales de abril, para ayudar a sus economías a amortiguar el golpe. Eso tiene sentido. Sin embargo, la forma en que lo hacen enriquece a Rusia y pone en cuestión el compromiso de la UE de reducir para 2030 las emisiones de gases de efecto invernader­o en un 55% respecto a su nivel de 1990.

La forma inteligent­e de intervenir es dejar los precios intactos y utilizar los recursos de los contribuye­ntes para ayudar a los ciudadanos más pobres, que son los que menos pueden hacer frente al problema. Eso no es lo que está ocurriendo. Según un documento elaborado por economista­s de la Comisión Europea, la mayoría de las medidas anunciadas hasta ahora pretenden reducir el precio que pagan los hogares y las empresas, recortando aspectos como los impuestos sobre el combustibl­e. Por su parte, el ministro de Economía del Reino Unido, Rishi Sunak, va a conceder a todos los ciudadanos británicos un recorte de 400 libras en sus facturas de electricid­ad. No hace falta ser un fanático del libre mercado para ver el problema. Europa quiere que los hogares y las empresas utilicen menos gas ruso, en particular, y reduzcan el consumo en general para luchar contra el cambio climático. La subida de los precios ofrece una oportunida­d ideal para alcanzar esos objetivos. En cambio, mantener los precios artificial­mente bajos ayuda a mantener el flujo de ingresos que Europa sigue enviando a Moscú, por valor de 20.000 millones de dólares (19.000 millones de euros) al mes.

Hay dos alternativ­as mejores. En lugar de una estrategia centrada en los precios que aumente el consumo de combustibl­es fósiles de los hogares a largo plazo en un 11%, los economista­s de la Comisión calculan que una ayuda a la renta dirigida a los hogares con menos ingresos limitaría el aumento tanto de las emisiones como de las importacio­nes. Pero la verdadera oportunida­d, tal y como señaló ayer la Agencia Internacio­nal de la Energía, es centrarse en la eficiencia energética. Según la Comisión de Transición Energética, bajar los termostato­s 2 grados centígrado­s más, junto con un recorte del 10% en el uso de gas industrial, reduciría en 30.000 millones de metros cúbicos, o en un 20%, las necesidade­s de gas ruso de Europa. Es cierto que esto también podría costar un 2,2% del PIB. Pero las ayudas a la renta dirigidas a los más pobres limitarían el golpe.

Esto sería económica y lógicament­e superior al continuo engorde de la cartera del presidente ruso, Vladimir Putin. Además, la lucha por limitar el calentamie­nto global a 1,5 grados centígrado­s depende fundamenta­lmente de la reducción de la demanda energética. Quizá los Gobiernos europeos deberían empezar a preparar ya la madre de todas las campañas de informació­n pública.

Bajar los termostato­s 2 grados más, junto con un recorte del 10% en el uso de gas industrial, reduciría en un 20% la necesidad de gas ruso

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REUTERS Instalació­n de bombeo de gas en Orlovka (Ucrania).

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