Cinco Dias

Una fusión BNP-ABN podría poner a descansar a los fantasmas del pasado

- LIAM PROUD

La última vez que compraron ABN Amro estalló la banca europea. El jefe de BNP, Jean-Laurent Bonnafé, se ha lanzado a por el banco holandés, de 10.000 millones, y puede revivir esos recuerdos. Una acción barata y una lógica más sencilla abogan por una segunda oportunida­d.

El banco francés, de 59.000 millones, ha indicado al Gobierno holandés que está interesado en comprar la entidad de la que La Haya posee un 56%. El último grupo de compradore­s de ABN, que pagó 70.000 millones antes de la crisis de 2008, acabó en desgracia. RBS, que lideró el consorcio y se hizo con el negocio mayorista, necesitó el apoyo del Gobierno. Monte dei Paschi se hizo con los activos italianos tras comprársel­os a un miembro del consorcio, Santander, y sigue siendo un caso perdido. Fortis, que se excedió al engullir la unidad holandesa, fue rescatado por el Estado belga y rápidament­e vendido a BNP.

No sería difícil para Bonnafé superar un historial tan infeliz. ABN está barato: incluso con una prima del 30%, BNP podría adquirirlo por 12.600 millones, es decir, el 60% del valor contable tangible futuro, más o menos el mismo múltiplo de la propia empresa francesa. Comprar un banco por menos del valor contable de sus activos netos también genera una plusvalía –fondo de comercio negativo– que se puede usar para cubrir los costes de la fusión y sanear deuda incobrable. La presencia de BNP en Benelux ayudaría a Bonnafé a presentarl­o como una unión dentro del país en vez de una fusión transfront­eriza, que los inversores tienden a rechazar por la falta de ahorro de costes. BNP tiene unos 250 millones de costes anuales en Países Bajos, y los gastos combinados de ABN en Bélgica y Francia ascienden a unos 300 millones, estimamos.

Es posible que Bonnafé pueda dar un mejor uso al exceso de capital, como el crecimient­o de su cartera de préstamos o la inversión en tecnología. Y no está nada claro que el Gobierno holandés vaya a ceder el control de uno de sus mayores bancos, especialme­nte tras lo de la última vez. Pero lejos de enfadar a los fantasmas de las fusiones y adquisicio­nes del pasado, hay razones para pensar que Bonnafé podría ponerlos a descansar.

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