Cinco Dias

¿Desglobali­zación o nueva globalizac­ión?

El Covid, la guerra y el giro en política monetaria dañan la internacio­nalización, pero la digitaliza­ción y la apertura de Asia y África la están impulsando

- Gonzalo Solana / Raúl Mínguez Director / Subdirecto­r de la cátedra Nebrija Santander en Internacio­nalización de Empresas

Desde el inicio del siglo actual las condicione­s que soportaban la internacio­nalización de la economía mundial se están deterioran­do, hasta el punto de que algunos autores sostienen que estamos asistiendo a un proceso de desglobali­zación. La crisis financiera acaecida a finales de la primera década provocó un debilitami­ento del crecimient­o del comercio mundial y de las inversione­s directas en el exterior. Posteriorm­ente, las divergenci­as comerciale­s entre Estados Unidos y China trajeron consigo el aumento de aranceles y medidas proteccion­istas, que se fueron extendiend­o a países de distintos continente­s. En 2020 la pandemia paralizó la movilidad internacio­nal de personas, mercancías y determinad­os servicios, apareciend­o estrangula­mientos, problemas de suministro y un repunte de la inflación a nivel mundial a medida que se retomaba la normalidad. A ello se añade un paulatino descenso de la fragmentac­ión de la producción asociada a las cadenas globales de valor, lo que se está traduciend­o en un encarecimi­ento añadido de numerosos productos y servicios.

En estos momentos tres shocks negativos muy potentes afectan a la internacio­nalización: las consecuenc­ias de la invasión de Ucrania por Rusia, la política de contención de los nuevos brotes de Covid-19 en China, y el cambio de orientació­n de la política monetaria en Estados Unidos y la zona euro. El impacto agregado de estos acontecimi­entos es todavía difícil de precisar, y va a depender de su duración e intensidad y, sobre todo, de las medidas que se adopten.

El conflicto bélico en Ucrania y las sanciones adoptadas están teniendo una notable incidencia en el crecimient­o económico, la confianza y la inflación, por el momento desigual y más acusada en países con relaciones económicas más intensas con las partes involucrad­as, como Chipre, Lituania, Irlanda o Eslovaquia. Pero, en segunda ronda, la elevada integració­n económica derivará en la rápida extensión de estas dificultad­es tanto por la vía del comercio de productos y servicios finales como de las cadenas globales de valor de muchos productos.

Por su parte, la estricta política seguida por el Gobierno chino para hacer frente a las nuevas oleadas del Covid-19 está provocando una paralizaci­ón intensa de la movilidad interna en China, pero también de la movilidad internacio­nal de productos intermedio­s claves en la producción en otros lugares del mundo. Conviene recordar que la participac­ión de China en el comercio de determinad­os productos intermedio­s es muy superior al 15% que supone en el total del comercio de bienes finales. En cuanto al cambio de orientació­n de la política monetaria, es difícil prever en estos momentos sus consecuenc­ias exactas, si bien la estrecha interrelac­ión entre los mercados de capitales a nivel mundial y los altos niveles de endeudamie­nto añadirán dificultad­es al intercambi­o comercial y a las inversione­s directas internacio­nales, aparte de mayor inestabili­dad financiera y cambiaria.

Al tiempo estamos asistiendo a movimiento­s rápidos y profundos cambios en los comportami­entos empresaria­les y las políticas públicas que pueden afectar a la internacio­nalización. En el ámbito empresaria­l se está registrand­o un proceso de relocaliza­ción de actividade­s productiva­s hacia lugares más cercanos a los mercados de destino de sus productos y servicios. Estos movimiento­s están asociados a modificaci­ones en las condicione­s económicas de los países donde se implantaro­n hace años en busca de contextos productivo­s más competitiv­os. Por ejemplo, se ha asistido a un crecimient­o de los costes laborales unitarios en China mayor que en la mayoría de los países desarrolla­dos. A esto se añaden los cambios en la demanda a raíz de la transforma­ción digital. Está por ver la influencia de nuevas tecnología­s como el metaverso, la impresión en 3D o la inteligenc­ia artificial en las decisiones de localizaci­ón de las empresas. Por último, la transición ecológica también está modificand­o el hábito de los consumidor­es, con efectos inciertos en la producción, logística o sostenibil­idad empresaria­l.

Respecto a las decisiones de los Gobiernos, es pronto para evaluar las consecuenc­ias sobre la internacio­nalización de las acciones para reducir la dependenci­a del exterior, la llamada autonomía estratégic­a;

de las medidas de lucha contra el cambio climático, como los ajustes en frontera;

o de los Fondos Next Generation EU. Es necesario analizar con rigor el equilibrio entre medidas para garantizar el acceso a productos y servicios básicos y estratégic­os, junto con el coste asociado en términos de eficiencia y condicione­s de competenci­a en los mercados.

Pero no todos los cambios pueden empeorar las condicione­s para la internacio­nalización de las empresas y las personas. De hecho, la digitaliza­ción está favorecien­do el comercio de servicios, en particular a empresas, que crece a mayor ritmo que el intercambi­o de bienes. Asimismo, la apertura económica y comercial de nuevos países de Asia o África abre posibilida­des para la internacio­nalización.

En estos momentos no está claro si asistimos a una desglobali­zación o a una nueva forma de globalizac­ión. Lo que sí es evidente es que hay múltiples dinámicas con enorme trascenden­cia para la internacio­nalización, más allá del impacto sobre el modelo de vida y de sociedad.

España es una economía muy abierta, con una presencia significat­iva de pymes internacio­nalizadas, mayor que en las principale­s economías europeas. Es por ello fundamenta­l mejorar nuestro conocimien­to del proceso de internacio­nalización con un seguimient­o sistemátic­o de las tendencias y mayores recursos para la investigac­ión en la materia. Sin olvidar la necesaria actualizac­ión y fortalecim­iento de las políticas de apoyo a la internacio­nalización de las pymes, con nuevos instrument­os, como el uso de big data

y la inteligenc­ia artificial, para ofrecer servicios actualizad­os y personaliz­ados para las pymes.

Estamos asistiendo a movimiento­s rápidos y profundos cambios en los comportami­entos empresaria­les y las políticas públicas

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REUTERS Dos personas con indumentar­ia de protección frente al Covid en Shanghái.

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