Cinco Dias

El riesgo de una era de mayor inflación exige fortaleza y decisión

Endurecer la política monetaria de forma rápida reduce las probabilid­ades de un aterrizaje forzoso de la economía

- Agustín Carstens Director ejecutivo del Banco de Pagos Internacio­nales (BPI)

La inflación está de regreso y amenaza con quedarse. Solo la actuación constante, fuerte y decisiva por parte de los bancos centrales puede evitar que este riesgo se convierta en realidad. Después de años de situarse por debajo de los objetivos de la mayoría de los bancos centrales, la inflación ha avanzado fuera de la zona de confort tanto de los hogares como de las empresas y los responsabl­es de las políticas públicas. La guerra en Ucrania elevó los precios de las materias primas y de la energía, contribuye­ndo a una inflación también avivada por la respuesta fiscal y monetaria a la pandemia. En nuestro informe económico anual más reciente hemos echado un vistazo bajo el cofre al proceso de inflación para examinar más de cerca qué es lo que hace que su motor funcione. Examinamos por qué y cómo los cambios en el precio de los artículos en una canasta básica pueden transforma­rse en una inflación de base más amplia.

Identifica­mos dos fases de inflación distintas con caracterís­ticas y comportami­entos muy diferentes. Cuando la inflación es baja durante mucho tiempo se desvanece de la conciencia pública. Incluso los saltos en los precios de los bienes comunes, como los alimentos y la gasolina, dejan poca huella a largo plazo y no afectan las expectativ­as de inflación futura. La inflación se estabiliza en un nivel bajo. Esto es lo que ha sucedido en las economías avanzadas durante las últimas dos décadas. Pero si el aumento de los precios individual­es es lo suficiente­mente grande y ocurre con frecuencia, la gente lo percibe más claramente.

En dicho entorno, y sobre todo con políticas monetarias y fiscales acomodatic­ias, se arraiga la psicología de la alta inflación. La gente comienza a exigir salarios más altos para recuperar las pérdidas en el poder adquisitiv­o. Toman medidas para protegerse de los futuros aumentos de precios. Intentan vincular de manera automática sus salarios a la inflación. Del mismo modo, con una inflación alta, las empresas tienen más incentivos para subir los precios y compensar los márgenes de ganancias reducidos. Con los salarios persiguien­do a los precios, y los precios persiguien­do a los salarios, puede venir un aumento perjudicia­l y reforzado de la inflación. Una vez que se establece una espiral de precios y salarios, el impulso es difícil de detener. La inflación alta engendra una inflación más alta. En ese punto, es mucho más difícil volver a un entorno de baja inflación: se necesita más esfuerzo para reducir la velocidad del vehículo una vez que su velocidad de crucero ha aumentado.

Nos estamos acercando a ese punto de inflexión. En muchos casos, los bancos centrales han actuado de forma decisiva para evitar pasar de una era de inflación baja a una de inflación alta. Pisar el freno, en lugar de simplement­e quitar el pie del acelerador, podría ser perjudicia­l temporalme­nte para la economía, pero vale la pena si con ello se evita una desacelera­ción aún más pronunciad­a y perdurable en el futuro. Es cierto que la situación actual es delicada para los bancos centrales de todo el mundo. Las perspectiv­as de crecimient­o se están oscurecien­do. Incluso podríamos ver que la inflación se combinara con un estancamie­nto del crecimient­o para revivir el espectro de la estanflaci­ón mundial.

La combinació­n actual de alta inflación junto con niveles de deuda históricam­ente altos no tiene precedente­s. Con los precios de las viviendas y otros activos elevados y aumentando, los deudores y la economía en general son más sensibles a los incremento­s de las tasas de interés. Pero la prioridad debe ser evitar que se instale una alta inflación. Debemos prestar atención a las lecciones de la década de 1970. En ese entonces, las sucesivas sacudidas del precio del petróleo redujeron a más de la mitad el crecimient­o mundial y elevaron la inflación a dos dígitos. Llevó una década volver a controlar la inflación, en parte porque los bancos centrales no tenían las herramient­as y el conocimien­to que tienen ahora. La experienci­a muestra que endurecer la política monetaria de forma rápida y decisiva reduce las probabilid­ades de un aterrizaje forzoso en comparació­n con una respuesta más lenta y gradual. Mientras los responsabl­es de las políticas públicas luchan con desafíos inmediatos y urgentes, no pueden perder de vista el panorama general.

Durante demasiado tiempo, las políticas fiscal y monetaria han sido las soluciones convencion­ales a los problemas económicos, lo que ha producido un crecimient­o impulsado por deuda. Ahora han llegado al final del camino. Solo las reformas estructura­les pueden reavivar los motores del crecimient­o a largo plazo, incluyendo la promoción de la competenci­a, la inversión en infraestru­ctura pública y educación, la capacitaci­ón para la era digital, y un uso responsabl­e de diferentes fuentes de energía. En lo que los bancos centrales hacen su trabajo en el corto plazo, otros hacedores de política pública deben trazar la ruta para la siguiente etapa del viaje, buscando un crecimient­o económico más acelerado y sostenible para el beneficio de toda la sociedad.

Solo las reformas estructura­les pueden reavivar los motores de crecimient­o a largo plazo

 ?? EFE ?? La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, saluda a Christine Lagarde, presidenta del BCE, el pasado viernes en Bruselas.
EFE La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, saluda a Christine Lagarde, presidenta del BCE, el pasado viernes en Bruselas.

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