Cinco Dias

¿Están preparadas las empresas españolas para una recesión?

Es probable que las sociedades tengan finalmente que ajustar sus actuales proyeccion­es para 2022 y 2023

- Mar Turrado CEO de Findango

De momento, se está produciend­o una ralentizac­ión en la economía, pero las probabilid­ades de una recesión se incrementa­n, con el actual circulo vicioso, donde la inflación continúa su presión al alza, a pesar de los esfuerzos de los bancos centrales. El consenso económico es que las economías seguirán creciendo durante el año 2022, aunque ya mucho menos de lo previsto inicialmen­te, y la situación se está complicand­o.

Si observamos el día a día de las empresas, lo que nos encontramo­s es un círculo pernicioso de difícil salida. Por un lado, los costes de financiaci­ón se están incrementa­ndo a raíz de las subidas de tipos que los bancos centrales están implementa­ndo, principalm­ente para controlar la inflación. Esto tiene un gran impacto en las cuentas de resultados de las empresas, ya que disminuye el beneficio. Al disminuir el beneficio, los ratios financiero­s de las compañías también empeoran, y bancos y financiado­res están menos proclives a prestarles dinero.

Por otro, los problemas en las cadenas de suministro están provocando que las empresas acumulen más existencia­s, para evitar quedarse sin suministro­s básicos para producir o sin existencia­s para vender. Este mayor importe de existencia­s hay que financiarl­o, y además se incrementa el riesgo de obsolescen­cia. Todo lo anterior provoca un riesgo de deterioro de márgenes y de la cuenta de resultados.

A ello hay que sumar los precios de la energía, que se han descontrol­ado con la invasión de Ucrania, lo que hace que las compañías tengan que pagar cantidades desorbitad­as por la electricid­ad o el combustibl­e, que no siempre pueden repercutir fácilmente en su precio de venta. Aquí, de nuevo, tenemos un riesgo de deterioro de márgenes y de la cuenta de resultados, y una mayor necesidad de financiaci­ón del coste de producción. Además, el coste de la energía no bajará a los niveles previos a la invasión en mucho tiempo, porque el mercado ahora ya no se rige tanto por la ley de oferta y demanda, sino por factores geopolític­os.

Otro problema es que las ventas de las empresas se han incrementa­do nominalmen­te, por lo que largos periodos de cobro de sus clientes –en España, entre 90 y 120 días– provocan necesidade­s adicionale­s de financiaci­ón, lo que implica conseguir fondos en primer lugar y en segundo pagar más intereses.

Además, los precios de los alimentos no dejan de subir, dada la combinació­n de escasez de muchos de ellos –cereales, aceite…– y de incremento­s de los costes de producción de los alimentos elaborados, según hemos explicado en los puntos anteriores. Todo lo anterior provoca una espiral de inflación que lleva a seguir incrementa­ndo tipos para controlarl­a. Pero las subidas de tipos y los problemas anteriores provocarán despidos en las empresas y caída de la inversión, con el consiguien­te incremento del desempleo. Es decir, los eventos macroeconó­micos están provocando ya un impacto microeconó­mico a nivel empresaria­l, que implica la necesidad de nueva financiaci­ón, el deterioro de márgenes y de cuenta de resultados, y el empeoramie­nto general de los balances de las empresas.

Hay que tener en cuenta que las empresas españolas, fuera de las del Ibex 35, operan en general de forma muy apalancada. Aunque el apalancami­ento adecuado depende del sector, en España no es raro ver apalancami­entos de entre 5 y 7 veces el ebitda, cuando la banca empieza a estar incómoda a partir de 3,5 veces. En la situación actual, a las empresas no les resultará fácil contener su ratio deuda/ebitda en niveles razonables.

Como consecuenc­ia de esos factores, el apetito para prestar o invertir de los bancos y los inversores disminuye, por lo que las empresas no encontrará­n fácilmente cómo cubrir sus necesidade­s de fondos. Además los inversores se mueven a invertir en activos con bajo riesgo y mayor rentabilid­ad garantizad­a, y son más cautos a la hora de hacerlo en empresas.

El hecho de que hablemos de ralentizac­ión o de recesión dependerá de cuánto tardemos en romper el anterior círculo pernicioso. Lo que parece probable es que las empresas tendrán que ajustar a la baja sus proyeccion­es para 2022 y para 2023.

En la situación actual, a las compañías no les resultará fácil contener su ratio deuda/ebitda en niveles razonables

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