La lucha de los abogados de élite para salir del armario
Letrados LGBT+ piden a los grandes bufetes políticas de diversidad reales y efectivas Hay discursos que les impiden hablar de su vida personal con naturalidad
En los grandes despachos no hay gays ni lesbianas”. La respuesta, irónica, es de una abogada. Al preguntarle si conocía algún testimonio, llamaba la atención sobre una situación que confirman los datos. En España, siete de cada diez personas pertenecientes a la comunidad LGBT+ tienen que volver al armario cada día en su trabajo. Y no lo hacen de forma opcional, porque libremente decidan preservar su orientación sexual o identidad de género, sino por miedo. En mayor o menor medida, miedo a los cuchicheos, a las miradas, a no promocionar o a ser despedidas. Así lo recoge el Proyecto Adim, elaborado por los Gobiernos de España y Portugal y por la Universidad Complutense de Madrid, con encuestas a más de 8.000 profesionales de diferentes sectores, presentado en 2020.
Y es que, aunque nuestro país ha sido pionero a nivel internacional en reconocer derechos a las personas de esta comunidad, “diversas situaciones de homofobia siguen aún presentes en los entornos laborales”, si bien las personas que no son LGBT+ “muchas veces no son conscientes” de ellas. Así, por ejemplo, las bromas sobre la homosexualidad constituyen una “situación bastante extendida”. También “el uso habitual de lenguaje homófobo, con expresiones como maricón o marimacho, aunque no se dirija a una persona LGBT+ en concreto”. En el otro extremo está “el insulto directo, el mobbing o la agresión”, explica el informe.
Pese a que en el sector legal son numerosas las grandes firmas que disponen de programas destinados a proteger la igualdad de género o la diversidad cultural, geográfica o generacional de sus profesionales, pocas cuentan con políticas dirigidas específicamente a la inclusión de las personas LGBT+, que no se atreven a visibilizarse por lo que pueda pasar. Una de las respuestas que los bufetes suelen dar es que “la sexualidad es una cuestión privada. No nos importa lo que cada uno hace en su casa”.
Sin embargo, esta situación comporta el riesgo de generar episodios de desigualdad. “Las personas heterosexuales pueden hablar abiertamente de sus parejas o hijos, pero a los profesionales LGBT+ les coartan de hacerlo” bajo el argumento de la “vida privada”, comenta Raquel Flórez, socia del despacho internacional Freshfields Bruckhaus Deringer y su responsable de diversidad. “No se trata de obligar a nadie a salir del armario, sino de generar un ambiente abierto para que pueda hacerlo quien quiera”, recalca. Entre otros motivos, porque se “puede generar una merma de derechos”, como “la renuncia a disfrutar de los días de permiso cuando te casas o a los que te corresponden si hospitalizan a tu pareja o a tus hijos”.
Por ello, es “muy importante que los bufetes acompañen a sus plantillas a través de políticas concretas, proporcionando entornos de trabajo seguros, donde nadie pueda perder oportunidades a causa de su orientación o identidad. Y donde rija, siempre, el respeto y la valoración únicamente por su capacidad, actitud y aptitud”, señala Carla Otero, responsable de diversidad en España de la multinacional de seguros Willis Towers Watson.
Un parecer que sostienen los abogados entrevistados en la siguiente página, quienes llaman a los grandes bufetes a implantar estas políticas a través de un compromiso real y efectivo. Porque, aunque suele criticarse la pluma de las personas LGBT+, no se repara en todas las veces que les han intentado cortar las alas.
En España, siete de cada diez personas no se atreven a visibilizarse en el trabajo
Las bromas sobre la homosexualidad o el lenguaje homófobo siguen siendo frecuentes