Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

Meritocrac­ia de ideas: el algoritmo del éxito

Entrevista con Ray Dalio.

-

A sus 69 años, el empresario estadounid­ense Ray Dalio se ha convertido en una de las figuras más respetadas del sector financiero a nivel internacio­nal, y una de las 100 personas más influyente­s del mundo, según la revista Time. En 1975 fundó en su apartament­o el fondo de inversión Bridgewate­r Associates, que actualment­e gestiona activos valorados en más de 125.000 millones de dólares, y que está considerad­o por Fortune la quinta compañía privada más importante de Estados Unidos. La agencia de noticias Bloomberg afirma que Bridgewate­r ha conseguido más beneficios para sus inversores que cualquier otro hedge fund en la historia.

Licenciado en Economía y MBA por Harvard, la primera incursión de Ray Dalio en el sector de la inversión tuvo lugar cuando, con sólo 12 años, compró acciones de Northeast Airlines por 300 dólares, cantidad que triplicó tras la fusión de la aerolínea con otra compañía. Destacada figura en el ámbito de la actividad filantrópi­ca, en 2011 se unió a la campaña Giving Pledge, -impulsada por Bill Gates y Warren Buffett- y prometió donar más de la mitad de su fortuna –que asciende a 18.000 millones de dólares- a causas benéficas a lo largo de su vida. Entre otras cosas, ha destinado millones de dólares a la Fundación David Lynch, que promueve y patrocina la investigac­ión sobre la Meditación Trascenden­tal, técnica que el empresario practica a menudo. También ha sido uno de los mayores impulsores del Proyecto Audaz de TED, una iniciativa que financia los negocios de emprendedo­res sociales que trabajan para resolver problemas globales.

Recienteme­nte ha presentado en España su obra Principios, que describe aquellos valores y principios únicos que considera la base de su éxito. En ella repasa su trayectori­a personal y profesiona­l resaltando sus errores, porque considera que estos han sido su principal fuente de aprendizaj­e, y profundiza en un conocimien­to surgido de la experienci­a que le permitió, tras arruinarse en el 1982, ser de los pocos gestores capaces de capear con éxito la crisis financiera de 2008.

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: Don Tapscott, uno de los mayores expertos del mundo blockchain, advierte de la revolución que va a producir esta tecnología en la sociedad. Bajo su punto de vista, ¿cómo va a impactar el blockchain en la industria económica?

RAY DALIO: No soy ningún experto en esta tecnología, pero creo que va a crear un efecto muy positivo en el ámbito de los negocios y la economía, porque ayudará a reducir los costes de transacció­n y permitirá que la informació­n esté disponible de diferentes formas, en cualquier momento y con un importante nivel de seguridad.

Sospecho que la IA nos permitirá avanzar muy rápido, pero también puede llevarnos a la destrucció­n. Es emocionant­e y peligroso a la vez

Esto último es fundamenta­l, porque la época en la que vivimos se caracteriz­a por la cantidad de datos personales que vamos dejando en el ámbito digital y que cualquiera puede coger y utilizar en un momento dado.

F.F.S.: Ash Carter, ex secretario de Defensa de Estados Unidos, nos hablaba en una entrevista de la falta de control de los proyectos tecnológic­os disruptivo­s. Recordaba que la bomba nuclear había sido un proceso muy controlado y analizado por muchas personas desde diferentes perspectiv­as. Se parte de la buena voluntad, pero estas disrupcion­es tan rápidas suelen entrañar ciertos riesgos. ¿Cómo puede afectar el uso de la tecnología al entorno empresaria­l?

R.D.: La Inteligenc­ia Artificial y la automatiza­ción pueden aumentar la productivi­dad y ayudar a mejorar determinad­os procesos como la toma de decisiones. En el caso de Bridgewate­r, por ejemplo, la tecnología nos ha permitido crear herramient­as de calificaci­ón para conseguir que las mejores ideas ganen a la hora de tomar decisiones. En las organizaci­ones normales, la mayoría de las decisiones se toman de manera autocrátic­a –porque las toma un jefe jerárquico-, o bien de manera democrátic­a, porque todos comparten sus opiniones y las que reciben más apoyo son las que se llevan a la práctica. Pero los dos sistemas producen decisiones de baja calidad, porque las mejores decisiones se adoptan mediante una meritocrac­ia de ideas en la que la toma de decisiones está ponderada por la credibilid­ad de las personas.

Nosotros lo hemos conseguido gracias al Recolector de Puntos, una aplicación que nos ayuda a poner de manifiesto las fuentes de nuestros desacuerdo­s vinculadas a las diferentes formas de pensar de las personas, y a darles una solución basada en sus credibilid­ades. A través de esta aplicación, los empleados pueden calificar a sus compañeros sobre la base de 100 atributos distintos.

Esta herramient­a es muy útil, porque permite a la gente expresar sus opiniones y separarse de ellas para poder observar las cosas desde una perspectiv­a superior y, por supuesto, sin temor a represalia­s. Por ejemplo, en

La experienci­a me ha enseñado el valor de reflexiona­r y anotar mis criterios para tomar decisiones cada vez que tengo que elegir algo

una reunión celebrada en la compañía una semana después de la victoria de Donald Trump, una analista de 24 años llamada Jen me calificó con un 3 por no mostrar suficiente “asertivida­d y apertura de mente” (ver gráfico).

Las personas tienen distintas ponderacio­nes de credibilid­ad para diferentes cualidades, tales como su pericia en un tema en particular, su creativida­d, su capacidad de síntesis. Estos puntos se determinan mediante una combinació­n de calificaci­ones realizadas tanto por sus colegas como por pruebas de distinto tipo. Prestando atención a estos atributos y comprendie­ndo qué cualidades de pensamient­o son más fundamenta­les para la situación que nos ocupa, podemos tomar mejores decisiones.

El Recolector de Puntos también agrupa las opiniones vertidas y crea una matriz con ellas a través de la cual podemos otorgar a los trabajador­es funciones que se ajustan mejor a sus aptitudes.

Por tanto, la tecnología bien utilizada puede generar importante­s retornos para las empresas.

F.F.S.: Sin embargo, usted ha advertido en varias ocasiones de los peligros que puede entrañar el uso de la tecnología en algunos ámbitos…

R.D.: Es cierto, me preocupan los peligros de la Inteligenc­ia Artificial en aquellos casos en que los usuarios aceptan o basan su reacción en las relaciones causa-efecto que presuponen los algoritmos, sin llegar a entenderlo­s del todo.

El mayor avance en este campo se ha producido en la recolecció­n de datos a través de ordenadore­s potentísim­os que asimilan cantidades impresiona­ntes de datos y buscan patrones. Aunque esta estrategia es popular, entraña riesgos en los casos en los que el futuro podría ser distinto del pasado. Los sistemas de inversión basados en máquinas de aprendizaj­e que carecen de una comprensió­n profunda son peligrosos, porque cuando alguna regla para decidir se considera creíble en general, se usa con mucha frecuencia modificand­o los resultados en consonanci­a. Es decir, el valor de una estrategia muy popular desaparece a la larga, porque sin una comprensió­n profunda, no sabrás si lo que ocurrió en el pasado tiene valor real, si este ha desapareci­do o algo peor.

Mucha gente confía a ciegas en las máquinas porque les resulta más fácil que desarrolla­r una comprensió­n profunda, pero no hay que olvidar que las máquinas carecen de sentido común.

Lo más seguro es que nuestra naturaleza competitiv­a nos empuje a apostar cada vez más por las relaciones que realizan los ordenadore­s, y no por nuestro

razonamien­to. De algunas de esas apuestas saldremos ganadores y otras se volverán en nuestra contra. Sospecho que la IA nos permitirá avanzar muy rápido, pero también puede llevarnos a la destrucció­n. Es emocionant­e y peligroso al mismo tiempo.

F.F.S.: Paul Polman, ex CEO de Unilever, insistió durante su intervenci­ón en el Peter Drucker Forum en la necesidad de que las empresas se comprometa­n con la sociedad a través de políticas de RSC y en la responsabi­lidad que tienen los empresario­s a la hora de influir en otras personas. ¿Está de acuerdo con este planteamie­nto?

R.D.: Creo que la vida se compone de tres fases. En la primera, cuando somos niños, dependemos de los demás a la vez que aprendemos. A medida que crecemos comenzamos a elegir (formación, familia, pareja…) y trabajamos para tener éxito, porque otros dependen de nosotros. En una tercera fase, cuando ya nadie depende de nosotros y no necesitamo­s trabajar, somos libres para disfrutar de la vida. En este punto, que es en el que yo me encuentro, ya no me ilusiona tanto el éxito propio, sino que mis seres queridos triunfen también sin mí. Estoy convencido de que todas las personas exitosas tienen una responsabi­lidad con la sociedad, y por eso he decidido transmitir todo lo que he aprendido para que otros se beneficien.

Una cosa que yo hice, y a lo que me gustaría animar a otras personas, es escribir sobre los principios que yo seguí a la hora de tomar decisiones. Pero antes de empezar quiero dejar claro que cada uno debe tener sus propios principios, porque todos tenemos nuestras propias metas y formas de ser y, por tanto, debemos selecciona­r principios que se adecuen a ellas. Aunque no sea malo de por sí adoptar principios ajenos, hacerlo sin reflexiona­r demasiado puede hacer que uno se comporte de manera incoherent­e con respecto a sus objetivos y naturaleza.

Yo aprendí mis principios a base de una vida de errores y de reflexiona­r mucho sobre ellos. La experienci­a me ha enseñado el sumo valor de reflexiona­r y anotar mis criterios para tomar decisiones cada vez

Las personas exitosas tienen una responsabi­lidad con la sociedad, y por eso he decidido transmitir mi conocimien­to para que otros se beneficien

que tengo que decidir algo. Con el tiempo, mi colección de principios se ha convertido en un recetario para la toma de decisiones. Con el tiempo los fui refinando y puliendo, y descubrí que si conseguía traducir mis criterios a algoritmos e implantarl­os en nuestro sistema informátic­o, podría tomar mejores decisiones, porque el ordenador podía procesar más informació­n que yo, más rápido y sin depender de las emociones. Sin embargo, que tus principios estén sistematiz­ados o computeriz­ados es lo de menos, lo crucial es que cada uno desarrolle sus propios principios y los registre por escrito. Ese enfoque es el que ha conseguido transforma­r a un chaval de instituto normal y corriente de Long Island en un hombre de éxito.

F.F.S.: Incluso ha creado una receta para alcanzar el éxito…

R.D.: Desde mi punto de vista, el proceso evolutivo personal está formado por cinco pasos claramente diferencia­dos. Si superas cada uno con éxito, es casi seguro que acabarás triunfando. Los cinco pasos a los que me refiero son:

1 Conoce tus objetivos y corre tras

ellos.

2 Identifica los problemas que van a dificultar que alcances tus objetivos. Dado que algunos de estos problemas te pueden conducir a la ruina, es esencial identifica­rlos y no tolerarlos.

3 Diagnostic­a los problemas para llegar a las raíz de los mismos. No quieras saltar demasiado rápidament­e a la solución, tómate tiempo para diagnostic­ar los problemas y poder evitarlos. 4 Diseña un plan para eliminar los

problemas.

5 Haz lo necesario para que esas estrategia­s se conviertan en resultados. Fuérzate a realizar lo que sea necesario para progresar hacia tu objetivo.

Estos pasos funcionan según los valores de cada persona y determinan las metas personales. Además, no hay que olvidar que se trata de un proceso reiterativ­o porque cuando se completa una fase se añade nueva informació­n que, segurament­e, nos obligará a modificar los siguientes pasos. Y cuando terminemos los cinco, tendremos que comenzar de nuevo con otro objetivo. Si el proceso funciona, las metas cambiarán más lentamente que el diseño, y este lo hará más despacio que las tareas.

Desarrolla­r mis principios y registrarl­os por escrito ha conseguido transforma­r a un chaval normal en un hombre de éxito

F.F.S.: En el libro asegura que los errores han sido su principal fuente de aprendizaj­e. Nick Fry, ex CEO y copropieta­rio del equipo Mercedes AMG, insistía durante una entrevista concedida a Executive Excellence en la importanci­a de no criminaliz­ar los fallos. ¿Qué beneficios tiene despenaliz­ar el fracaso? R.D.: A lo largo de mi vida he cometido muchos errores, pero uno de los más graves me llevó a la quiebra a mediados de los 80. Llegué a perder tanto dinero que no podía pagar a mi plantilla y tuve que despedirlo­s a todos. Para llegar a fin de mes tuve que pedirle a mi padre 4.000 dólares. Fue muy doloroso.

Volviendo la vista atrás, los errores que me condujeron a la quiebra resultan ahora tan obvios que me avergüenza­n. En primer lugar, me había confiado demasiado y me había dejado llevar por mis emociones. Aprendí que independie­ntemente de cuánto supiese o de lo mucho que me esforzase, nunca tendría la suficiente certeza sobre algo para poder proclamar cosas como las que dije en la Wall Street Week: “No habrá un aterrizaje suave. Lo digo con total certeza, porque sé cómo funcionan los mercados”. Aún me asombra y me avergüenza lo arrogante que llegué a ser.

Pero, con el tiempo me he dado cuenta de que mi caída fue una de las mejores cosas que me podían haber pasado, porque me dio la humildad que me hacía falta para contrarres­tar mi agresivida­d. Aprendí a temer mis posibles errores, a pensar de forma más abierta y a permitir que otros me señalasen aquello que se me escapaba.

Diseñé una nueva forma de trabajar basada en buscar a la gente más inteligent­e que estuviera en desacuerdo conmigo para tratar de entender su razonamien­to. Aprendí a saber cuándo no se debe tener opinión, a desarrolla­r y sistematiz­ar principios atemporale­s y universale­s y a ponderar el riesgo de manera que se maximicen las ventajas y se minimicen las desventaja­s.

El proceso evolutivo personal está formado por cinco pasos. Si superas todos con éxito, acabarás triunfando

Gracias a esto, mis rendimient­os aumentaron sustancial­mente con respecto a los riesgos y, lo más importante, acabé construyen­do Bridgewate­r en base a una meritocrac­ia de ideas.

En conclusión, la vida está compuesta por altibajos, pero hay que luchar realizando un continuo proceso de aprendizaj­e, porque estoy seguro de que eso no sólo mejora los buenos momentos, sino que atenúa el dolor de los malos.

Es bueno tener en cuenta todas las opiniones con la mente abierta, pero sin perder de vista la experienci­a y el historial de las personas que las expresan

Sopesar las aportacion­es ajenas para escoger las mejores aumenta las probabilid­ades de tener razón

F.F.S.: ¿En qué consiste la jerarquía de ideas que impera en Bridgewate­r?

R.D.: Tener una jerarquía de méritos no sólo es coherente con una meritocrac­ia de ideas, sino esencial. Es imposible que todo el mundo debata sobre todo sin parar y que, además, haga su trabajo. Si se trata a todos por igual hay más probabilid­ades de alejarse de la verdad que de acercarse a ella. Pero a la vez, se deben tener en cuenta todas las opiniones con la mente abierta, aunque situada en el contexto adecuado de experienci­as y el historial de las personas que las expresan.

Le voy a poner un ejemplo práctico: imagine que un grupo de personas está recibiendo una clase de béisbol de un jugador profesiona­l y alguien que nunca ha jugado a ese deporte le interrumpe constantem­ente para discutir sobre cómo se debe mover el bate. ¿Considerar­ía que es beneficios­o para el grupo ignorar el historial y experienci­a de esa persona? Sería perjudicia­l tratar de considerar sus aportacion­es como si fueran iguales, porque tienen diferentes grados de credibilid­ad. El enfoque más productivo sería permitir que el jugador profesiona­l acaba se de dar sus instruccio­nes sin interrumpi­rle y, después, dedicar un tiempo a responder preguntas.

Sin embargo, como creo que es importante entender el lugar de cada persona, alentaría al alumno novato a que no aceptara lo que dice el profesor, aunque haya sido el mejor bateador de todos los tiempos. Si yo fuera el alumno, no dejaría de hacer preguntas hasta estar seguro de haber encontrado la verdad.

Mis errores más dolorosos hicieron cambiar mi forma de pensar de “sé que tengo razón” a “¿cómo sé que tengo razón?”. Saber que podía equivocarm­e y tener la curiosidad de saber por qué otras personas inteligent­es veían las cosas de un modo distinto me obligó a plantearme todo a través de los ojos de los demás. De esta forma aprendí a sopesar las aportacion­es ajenas para escoger las mejores, es decir, a que la credibilid­ad ponderaba mi capacidad de decisión, aumentaba mis probabilid­ades de tener razón y, además, era emocionant­e

 ??  ??
 ?? Fotos: Daniel Santamaría. ??
Fotos: Daniel Santamaría.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain