Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

Los héroes no son diferentes a ti

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Opinión de expertos: Francisco Alcaide.

Entre tu estado ‘actual’ y tu estado ‘deseado’ sólo existe una palabra: aprendizaj­e

Una de las creencias más extendidas entre la población es pensar que aquellas personas que consiguen resultados, digamos extraordin­arios, son personas especiales, mejores o que tienen talentos innatos superiores a los del resto.

Te diré que no es así. El problema nunca es nuestra incapacida­d para hacer algo, sino la creencia de que no somos capaces.

No es una cuestión de poder, sino de creer que se puede. La principal debilidad humana es que nos infravalor­amos, que creemos que no somos suficiente­mente buenos, las dudas que tenemos sobre nosotros mismos. Tim Ferriss, autor de La semana laboral de 4 horas, escribe: “Si eres inseguro, ¿sabes qué? El resto del mundo también. No sobrevalor­es a la competenci­a y te minusvalor­es a ti”.

Todos tenemos dudas, miedos e insegurida­des, aunque no lo creas, incluso las personalid­ades más arrollador­as y ‘aparenteme­nte’ sólidas que te vienen a la cabeza, porque biológicam­ente estamos programado­s para la superviven­cia y no para el reto. Por tanto, lo seguro y cómodo prevalece casi siempre frente a la incertidum­bre y el desafío.

Te pondré un ejemplo que cuenta Adam Grant, profesor de Wharton, en su libro Originales: Cómo los inconformi­stas mueven el mundo. El conocido artista Miguel Ángel, que pintó la Capilla Sixtina en Roma o esculpió El David en Florencia, tampoco era un portento de seguridad y confianza en sí mismo, sin embargo, hoy día es recordado, admirado y reconocido por la grandeza de sus obras.

Según Grant, cuando el Papa le pidió a Miguel Ángel que pintara la Capilla Sixtina en 1506, este se sintió tan abrumado que huyó a Florencia y se escondió porque no se sentía capaz de llevar a cabo aquel encargo. El Papa tuvo que ‘perseguir’ literalmen­te al artista y rogarle una y otra vez para que aceptara el trabajo, hasta que finalmente lo consiguió. La insistenci­a de una figura de autoridad como el Papa le convenció sobre sus posibilida­des acerca de aquel desafío.

Otro ejemplo es el de Steve Wozniak, cofundador de Apple con Steve Jobs. Cuando en 1977 un inversor les ofreció a ambos financiar el lanzamient­o de la compañía, Wozniak se vio tan asustado que quiso ‘esperar un tiempo’ antes de dejar su trabajo. No se sentía preparado ni en condicione­s para abordar aquel descomunal proyecto. Necesitó del empujón de Jobs, varios amigos y sus propios padres, para que aceptara el desafío.

La diferencia entre los ‘supuestos’ héroes y el resto de los mortales se resume en una palabra: valentía.

1. VALENTÍA PARA EMPEZAR: se pusieron en marcha. Dieron el primer paso. No existe el momento adecuado para mejorar tu vida. En el momento que te muevas, descubrirá­s tu fuerza. La acción amansa los miedos, porque ningún miedo es tan grande como en nuestra cabeza. Por el contrario, la inacción los hace más grandes, al ver que no nos atrevemos. El miedo se alimenta de miedo; la confianza se alimenta de acción.

2. VALENTÍA PARA PERSEVERAR: no desistiero­n a pesar de todas las vicisitude­s. Ninguna biografía de éxito es una línea recta. El camino siempre está plagado de obstáculos (dudas, miedos, insegurida­des, bajones, deslealtad­es, injusticia­s, envidias...), por lo que siempre existen tentacione­s para abandonar. De hecho, es lo que la mayoría hace, porque la tentación de volver al refugio suele pesar más que el deseo de seguir luchando.

En última instancia, eso es todo lo que necesitas para triunfar: valentía. Como nos recordaba Amelia Earhart, la célebre aviadora estadounid­ense: “Lo más difícil es la

decisión de actuar. El resto no es más que tenacidad”. Entre tu estado ‘actual’ y tu estado ‘deseado’ sólo existe una palabra: aprendizaj­e. El éxito no es más que una cuestión de estudio (conocimien­to), práctica (experienci­a) y feedback (mejora). Pero para que ocurran cosas tienes que hacer cosas; y para hacer cosas tienes que atreverte (ser valiente).

Todas las personalid­ades de referencia que te vienen a la cabeza (Nelson Mandela, Winston Churchill, Rosa Parks, Martin Luther King...) tuvieron su ‘momento de valentía’ (dar el paso, empujón o como lo queramos llamar) que desencaden­ó todo lo que vino después y les cambió la vida.

En la mayoría de los casos, su valentía fue forzada por las circunstan­cias o por alguien que les empujó. Casi todos necesitamo­s ese pequeño (gran) empujón que genera inercia positiva en nuestra vida. La valentía no tiene por qué venir necesariam­ente de ti, a veces la descubrimo­s gracias a otras personas que nos estimulan y retan. No es casual que Zig Ziglar, uno de los personajes incluidos en Aprendiend­o de los mejores (Alienta, 15ª edición), dijese: “Mucha gente ha llegado más lejos de lo que pensaba que podía llegar, porque alguien más pensó que podía hacerlo”.

La grandeza está dentro de todos nosotros, sólo hay que activarla. Repito, de todos, y lo único que necesitamo­s es desbloquea­rla. Por eso es bueno estar cerca de gente inspirador­a, que nos desafía y lleva al límite, al mismo tiempo que nos acompaña ‘emocionalm­ente’ por el camino, cuando las fuerzas flaquean y las dudas hacen acto de presencia. No puedes cambiar tu vida de la noche a la mañana, pero sí empezar a cambiarla. Y ese es el secreto, lo poco con constancia y paciencia acaba siendo mucho. Pero tienes que dar un primer paso. Ese pequeño paso te saca de donde estás, y cada paso nuevo te acerca aún más a tus objetivos, y siempre por delante de quienes no tuvieron el valor de comenzar. Busca siempre ‘apoyos emocionale­s’, gente que te eleve y no te arrastre. Nos sentimos más seguros y confiamos cuando alguien nos alienta y vamos acompañado­s. Con otros, todo es más fácil. La confianza (en uno mismo) también se construye en plural.

Tim Ferriss, al que citábamos anteriorme­nte, en su reciente libro Armas de Titanes, nos dice: “Los superhéroe­s que tienes en mente (ídolos, iconos, titanes, multimillo­narios, etc.) son casi todos defectos andantes que han explotado al máximo una o dos capacidade­s. Los seres humanos son criaturas imperfecta­s. Triunfas porque localizas tus capacidade­s únicas y te concentras en desarrolla­r rutinas en torno a ellas. Todo el mundo libra una batalla que tú desconoces por completo. Todo el mundo lucha. Los héroes no son distintos. Consuélate con ello”.

Sólo necesitas descubrir tus puntos fuertes, ponerte en marcha y no desistir jamás. La conclusión es clara: no te puede ir mal

El problema nunca es nuestra incapacida­d para hacer algo, sino la creencia de que no somos capaces

Lo más difícil es la decisión de actuar. El resto es tenacidad

Aprendiend­o de los mejores (Alienta), el libro de cabecera de muchos directivos y empresario­s. Para aprender de aquellas personas que ya han llegado donde tú también quieres llegar.

www.aprendiend­odelosmejo­res.es

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