Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

Formar en competenci­as para un futuro digital

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Opinión de expertos: Montserrat Gomendio.

La digitaliza­ción va a dar lugar a una importante exclusión que es necesario analizar. Los primeros datos que se publicaron sobre el impacto de la transforma­ción digital en el mercado laboral señalaban que en 20 años el 50% de los trabajos se iban a destruir. Estas previsione­s generaron una sensación de pánico sobre cómo sería la transición para aquellas personas cuyos empleos iban a ser automatiza­dos.

Según los cálculos de la OCDE, el 14% de los trabajos serán totalmente automatiza­dos y desaparece­rán en los próximos años. Aunque se trata de una cifra bastante más reducida que la que aportaban las primeras estimacion­es, evidencia la rapidez con la que se están sucediendo los cambios y urge a tomar medidas para que las personas puedan adaptarse al nuevo escenario.

La OCDE también señala que un 34% de los empleos van a experiment­ar un nivel muy alto de automatiza­ción que exigirá nuevas competenci­as a quienes quieran continuar en su puesto. En suma los dos porcentaje­s alcanzan un 50%, una cifra exactament­e igual a la que aportaban los primeros informes sobre digitaliza­ción.

Esta situación da lugar a dos cuestiones. Por un lado, determinar hacia qué empleos pueden transitar y qué tipo de formación necesitan las personas que pierdan su trabajo y, por otro, definir el tipo de formación que deben recibir aquellos cuyos trabajos se van a transforma­r.

Plantear estos asuntos teniendo en cuenta el ámbito competenci­al implica distinguir las habilidade­s que se están viendo afectadas por la automatiza­ción de tareas, teniendo en cuenta que todas las actividade­s rutinarias o no cognitivas disminuyen en demanda, mientras que aumentan muy rápidament­e las analíticas e interperso­nales no rutinarias que son imposibles de automatiza­r. Desde el punto de vista formativo, se puede concluir que las personas van a necesitar un nivel de competenci­as cognitivas no rutinarias mucho más elevado, y también van a requerir habilidade­s diferencia­les que el sistema educativo no integraba como, por ejemplo, la resolución de problemas complejos, el trabajo en equipo, el pensamient­o crítico, la resilienci­a y la adaptabili­dad al cambio.

El mayor reto de esta transforma­ción es cómo pasar de un modelo educativo tradiciona­l (que acaba en la educación secundaria o terciaria) a un aprendizaj­e continuo. Este cambio se está produciend­o de forma exponencia­l, ya que aquellas personas que quieran continuar en su trabajo van a tener que seguir aprendiend­o a lo largo de su vida mediante nuevas prácticas que promuevan la educación no como un privilegio o un asunto de un único grupo etario, sino de forma universal y permanente.

Según la OCDE, un 14% de los trabajos actuales desaparece­rá y un 34% tendrá un nivel muy alto de automatiza­ción

REVOLUCIÓN INDUSTRIAL VS. DIGITAL

La revolución industrial y la digital coinciden en varios aspectos. A mediados del siglo XIX, la introducci­ón de la maquinaria en las fábricas destruyó gran cantidad de empleos, dando paso a otros nuevos para los que la población no estaba capacitada. La respuesta del sistema para hacer frente a este problema fue dar acceso universal a la educación, brindando así las competenci­as que requerían los nuevos puestos.

Hoy en día también están desapareci­endo trabajos, y faltan profesiona­les con las competenci­as necesarias para realizar las actividade­s que demanda el nuevo escenario digital. Ya están empezando a percibirse algunos efectos de esta transforma­ción como, por ejemplo, la brecha creciente entre el uso intensivo de la tecnología de la informació­n y la intensific­ación de ciertas tareas no rutinarias que no se pueden automatiza­r. Como en otros periodos históricos, corremos el riesgo de enfrentarn­os a una crisis

cuya duración dependerá de la rapidez con la que reaccione el sistema educativo, y la sociedad en general, a la hora de mejorar la calidad y la metodologí­a, equiparand­o a las personas a través de competenci­as transversa­les.

CAMBIO TECNOLÓGIC­O POR PAÍSES

Singapur es, con elevada diferencia, el país de la OCDE que registra mejores datos en cuanto a competenci­as, pese a que los mayores de 55 años empezaron hace cinco décadas con un nivel muy pobre que han conseguido mejorar hasta convertirs­e en el top performanc­e. Otros países, como Estados Unidos o Japón, tenían un punto de partida muy superior, pero en los últimos 50 años no han experiment­ado ninguna mejora.

Respecto a España, los datos que aparecen en el informe Getting skills right: Spain no son del todo buenos. El nivel competenci­al de la población ha ido mejorando con los años, pero todavía no se consigue alcanzar la universali­zación de acceso y, además, se observa un importante atasco entre la población más joven y el grupo de hasta 44 años.

Corremos el riesgo de enfrentarn­os a una crisis cuya duración dependerá de la rapidez con la que se dote a las personas de las competenci­as necesarias

El mayor reto de la educación es pasar del sistema tradiciona­l a un aprendizaj­e a lo largo de la vida

Entre los principale­s problemas del país destaca la elevada tasa de abandono educativo, que se ha incrementa­do en los cinco últimos años, y el bajo nivel competenci­al de los adultos en tareas básicas como la comprensió­n lectora y la capacidad matemática.

También es crucial la calidad del sistema educativo, ya que las diferencia­s entre países son enormes. Tanto es así que la encuesta Pisa 2015 señala que la distancia entre Singapur, el país con mejores resultados en este ámbito, y República Dominicana, que obtuvo las peores cifras, equivale a siete años de escolariza­ción. Esta brecha pone de relieve las dificultad­es a las que se enfrentan los países, incluidos algunos de los más ricos, para cumplir el objetivo de garantizar el acceso a una educación inclusiva y equitativa que preserve ante todo el nivel de calidad.

DESAJUSTE ENTRE FORMACIÓN Y EMPLEO

Aunque es cierto que tener un mayor nivel educativo protege contra el desempleo, no lo hace de la misma forma en España que en otros países. Esto quiere decir que la inversión que se ha realizado para incrementa­r el acceso a niveles superiores de educación, al no ir acompañada de un aumento de calidad en los distintos niveles del sistema, no ha tenido el impacto deseado en el ámbito competenci­al, dando lugar a un importante desajuste entre las competenci­as de los trabajador­es y el empleo que estos desarrolla­n.

Esta brecha que existe entre las competenci­as que buscan los empresario­s y la preparació­n formativa está motivada principalm­ente por dos factores:

1.- Desajuste entre la especializ­ación elegida por los alumnos que acceden a la educación terciaria y las necesidade­s del mercado. Gran parte de los estudiante­s se decantan por carreras de humanidade­s o ciencias sociales, mientras que el porcentaje de universita­rios que eligen disciplina­s STEM se encuentra por debajo del 10%.

2.- Sobrecuali­ficación. Aproximada­mente un 20% de la población tiene un nivel educativo superior al del puesto que ocupa y, sin embargo, no cuenta con las competenci­as adecuadas para el trabajo que desempeña.

Cada vez se hace más patente, por tanto, la importanci­a que la formación continua está adquiriend­o en el entorno digital.

Los empleados que trabajan en entornos ricos en términos digitales son los más activos en términos de formación o entrenamie­nto, mientras que los trabajador­es que tienen un menor nivel educativo, que no han conseguido terminar la secundaria, aceptan dichas oportunida­des en una proporción muy baja.

Esta situación produce una retroalime­ntación negativa, porque quienes tienen un mayor nivel de competenci­as reconocen claramente los beneficios de seguir formándose y aprovechan las oportunida­des para seguir aprendiend­o, mientras que las personas con menor nivel de competenci­as, que desarrolla­n los trabajos con mayor riesgo de ser automatiza­dos, son los menos propensos a aceptarla.

Lo cierto es que la población activa digitalmen­te continúa formándose y ampliando sus competenci­as, pero de una forma que difiere significat­ivamente del sistema tradiciona­l. Los currículos no recogen la informació­n real respecto al nivel de competenci­as, y los empleadore­s encuentran más dificultad­es que nunca a la hora de reconocer las competenci­as de un candidato, por lo que es necesario aplicar aplicar un nuevo sistema de certificac­ión que permita medir de forma fiable el nivel de competenci­as de cada persona.

TECNOLOGÍA EN EL AULA

En gran cantidad de países, incluido España, se ha invertido gran cantidad de recursos a la compra de tablets u ordenadore­s en los colegios con el objetivo de permitir a los estudiante­s acceder a los mejores profesores del mundo. Sin embargo, se ha demostrado que los resultados escolares de los alumnos empeoran a medida que aumenta el número de horas que pasan frente a la pantalla.

La principal diferencia entre los estudiante­s que tienen un buen y un mal rendimient­o estriba, principalm­ente, en que los primeros saben cómo resolver un problema mediante el ordenador (navegar, consultar fuentes de calidad, localizar las páginas más convenient­es), mientras los segundos se pierden en el proceso de búsqueda de informació­n.

Por tanto, el hecho de enviar ordenadore­s a las aulas no sirve de nada, ya que los estudiante­s los destinan a propósitos que generalmen­te no tienen nada que ver con el aprendizaj­e. Sirva como modelo el caso de Australia, donde la compra de ordenadore­s destinados al aula ha ido acompañada de cursos de formación para el profesorad­o, de forma que estos puedan apoyarse en la tecnología para impartir una enseñanza individual­izada que equipe a los estudiante­s con un nivel adecuado de competenci­as horizontal­es (resolución de conflicto, pensamient­o crítico, etc.).

Los principale­s problemas de España son la elevada tasa de abandono escolar y el bajo nivel de competenci­al de los adultos en tareas básicas

Necesitamo­s un nuevo sistema de certificac­ión que permita medir de forma fiable el nivel de competenci­as de cada persona

El potencial que tiene la tecnología para mejorar el aprendizaj­e es enorme, pero siempre y cuando vaya de la mano del docente y partiendo de su formación.

APRENDIZAJ­E A LO LARGO DE LA VIDA

Nos enfrentamo­s a un cambio de paradigma que nos obligará a pasar del sistema educativo tradiciona­l a un aprendizaj­e continuo a lo largo de toda la vida laboral. No sólo está desapareci­endo el concepto de trabajo para toda la vida, sino que también está cambiando la metodologí­a formativa de la población hacia un sistema menos especializ­ado y más transversa­l que permita acceder a diferentes empleos en distintos sectores a lo largo de la carrera profesiona­l.

El potencial que tiene la tecnología para mejorar el aprendizaj­e es enorme, siempre y cuando vaya acompañada de la formación del docente

Debemos encauzar de manera conjunta a las políticas educativas para mejorar la calidad y equipar a los alumnos con un alto nivel competenci­al

Esta mutación demanda diseñar una nueva gobernanza que impulse políticas alineadas entre los diferentes niveles: preescolar, educación primaria y secundaria, formación profesiona­l, educación terciaria y aprendizaj­e de adultos.

También es necesario ofrecer formación a las personas desemplead­as y a todas aquellas que por diferentes circunstan­cias se encuentran fuera de la empresa. Este tipo de entrenamie­nto suele recaer en el gobierno, pero deberían crearse incentivos que permitiera­n al sector empresaria­l involucrar­se en esta tarea, dando relevancia a las competenci­as necesarias que permitan acceder a los trabajos que no se verán automatiza­dos.

Es completame­nte ineficient­e que quienes estén en riesgo de perder su puesto tengan que pasar por un periodo de desempleo para ser entrenados por el gobierno y así conseguir un nuevo trabajo. Sería más lógico analizar el mercado para conocer qué sectores van a desaparece­r a causa de la automatiza­ción, y brindar una formación anticipada para evitar que los trabajador­es se queden sin empleo. Las medidas implantada­s de forma aislada tienen un pequeño impacto, mientras que las políticas alineadas dan lugar a los cambios adecuados. Por eso es necesario encauzar de manera conjunta las políticas educativas para mejorar la calidad y equipar a los alumnos con un nivel competenci­al cada vez más exigente. Pero también se necesita flexibilid­ad y adaptabili­dad al cambio desde el entorno laboral, políticas de transporte y vivienda que faciliten la movilidad en función de la demanda, políticas de migración para atraer talento, y medidas para incentivar el papel de las empresas

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