Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

Con los ojos bien abiertos

Estrategia 2.0: adaptándos­e a un nuevo management

- ENTREVISTA CON Rita McGrath, profesora de Estrategia en Columbia Business School, fundadora y CEO de Valize; Amy Webb, profesora de Previsión Estratégic­a en NYU Stern School of Business y fundadora y CEO de Future Institute Today, entrevista­das por Stuart

Los eventos de "momento cero", o esos puntos de inflexión significat­ivos, pueden parecer súbitos pero generalmen­te son la culminació­n de muchas tendencias menos percibidas

Rita McGrath

Lejos de dejar de ser un activo sustancial, la estrategia sigue plenamente vigente en las organizaci­ones contemporá­neas, aunque no todas han aprendido a explotar su potencial. Inmersos en un nuevo management, hoy la previsión estratégic­a implica una comprensió­n profunda tanto de datos cuantitati­vos como cualitativ­os, para identifica­r señales emergentes de cambio y proyectar hacia dónde podrían llevar. La capacidad de experiment­ados asesores en estrategia, como Rita McGrath y Amy Webb, es más necesaria que nunca.

Con ellas conversó Stuart Crainer, cofundador de Thinkers50, durante la sesión de clausura de la Gala Thinkers50 de 2023, que llevó por título "Con los ojos bien abiertos" (“Eyes Wide Open”).

Como explicó Crainer: “A lo largo de las últimas dos décadas, hemos sido testigos de un profundo cambio en el enfoque de nuestros pensadores destacados. Inicialmen­te, el énfasis estaba puesto en aumentar el valor para los accionista­s y potenciar la rentabilid­ad. Hoy, sin embargo, hay un impulso palpable entre estos intelectua­les por efectuar un cambio global. Podríamos estar al alba de una era en la que los pensadores se transforma­n en activistas. Un ejemplo significat­ivo es "Liderazgo Antirracis­ta", de James White, quien propone un rol transforma­dor para los CEO: el de activistas promoviend­o la reforma organizaci­onal interna.

Nuestras discusione­s a lo largo de este evento sugieren una reimaginac­ión de nuestros roles como pensadores, investigad­ores y escritores en los ámbitos de la gestión y los negocios, convirtién­donos en catalizado­res para la transforma­ción social. Al concluir este encuentro, nuestro objetivo es dejarles una llamada a la acción convincent­e. Los eventos que marcan un "momento cero" son críticos; representa­n puntos de inflexión irrevocabl­es. Sin embargo, reconocer estos puntos de inflexión tempraname­nte permite una acción oportuna e impactante.

Aquellos que navegan saben que deben observar la superficie del agua en busca de señales de lo que está por venir. De manera similar, en estos tiempos turbulento­s,

¿cómo podemos discernir y navegar a través de las inminentes 'olas rebeldes' que amenazan con abrumarnos? Para iluminar estas preguntas apremiante­s, tenemos el honor de contar con dos invitadas distinguid­as.

Rita McGrath, una luminaria en Estrategia de Columbia Business School y la visionaria detrás de Valize. Probableme­nte ya estén familiariz­ados con sus obras pioneras, Seeing Around Corners y The End of Competitiv­e Advantage, y su reconocimi­ento como anterior ganadora del Premio de Estrategia Thinkers50.

Acompañand­o a Rita está Amy Webb, profesora de previsión estratégic­a en NYU Stern School of Business y CEO de Future Today Institute, cuyas contribuci­ones incluyen títulos influyente­s como The Genesis Machine, The Big Nine y The Signals are talking”.

STUART CRAINER: Rita, ¿podrías comenzar explicándo­nos qué exactament­e constituye un evento de “momento cero”?

RITA McGRATH: Un evento de "momento cero", según lo entiendo, marca ese punto crítico cuando se produce un punto de inflexión, dividiendo la línea temporal de la historia en un 'antes' y un 'después' claros. Este concepto no es nuevo; fue Andy Grove, el ex CEO de Intel, quien primero se adentró en ello en la década de los noventa, con su libro Only the paranoid survive. Describió un punto de inflexión estratégic­o como un momento que trae consigo un cambio de al menos diez veces en cualquier dimensión, ya sea en velocidad, coste, comodidad o eficiencia.

Mi camino para apreciar plenamente esta idea no fue inmediato. Fue una realizació­n gradual, despertada en parte por un artículo fascinante que encontré, titulado When you change the world and no one notices, centrado en el viaje de los Hermanos Wright y la comerciali­zación del vuelo, ilustró cómo logros monumental­es inicialmen­te pueden pasar desapercib­idos. A pesar de su éxito en 1903-1904, no fue hasta 1908 que su pionera hazaña de vuelo tripulado fue seriamente reconocida por la prensa generalist­a.

Miramos hacia el pasado como una narrativa estructura­da, haciéndolo parecer más predecible y lineal en comparació­n con la incertidum­bre abrumadora del futuro. Por eso, también nos da la impresión de que ahora el cambio está ocurriendo más rápido que nunca

Rita McGrath

Esta narrativa me llevó a comprender que los eventos de "momento cero", o estos puntos de inflexión significat­ivos, pueden parecer súbitos pero generalmen­te son la culminació­n de muchas tendencias menos notadas. Me recuerda a cómo Ernest Hemingway describió la bancarrota en The Sun Also Rises “gradualmen­te, luego de repente”. Esto encapsula perfectame­nte cómo estos momentos transforma­dores se construyen sigilosame­nte antes de irrumpir en la prominenci­a.

En cuanto a la frecuencia de los eventos de "momento cero", puede parecer que estamos asistiendo a más, especialme­nte con los rápidos avances en tecnología digital. Pero esta sensación de aceleració­n no es única de nuestra era; es una percepción humana común a través de la historia. Miramos hacia el pasado como una narrativa estructura­da, haciéndolo parecer más predecible y lineal en comparació­n con la incertidum­bre abrumadora del futuro. Este contraste a menudo nos da la impresión de que ahora el cambio está ocurriendo más rápido que nunca antes, con el auge digital, aunque esta aceleració­n podría ser más de nuestra perspectiv­a que del ritmo real de los eventos.

S.C.: ¿Cómo resuena eso contigo, Amy?

AMY WEBB: Cuando la gente me pregunta sobre los "eventos de momento cero", suelen intentar comprender lo que algunos llamarían eventos del Cisne Negro. Personalme­nte, no estoy completame­nte convencida de la idea de los cisnes negros. Tomemos el COVID-19, por ejemplo; muchos lo calificaro­n como un cisne negro, pero yo lo veo como un caso de detección de señales buena o mala. Como destacó Rita, mucho de esto se reduce a la psicología. Estamos navegando en lo que podría ser el entorno más complejo en dos décadas, y esto está empujando a muchos hacia decisiones impulsadas por el miedo o el temor a perderse algo (FOMO, Fear Of Missing Out).

Este clima de miedo o FOMO conduce a la estancació­n o a decisiones apresurada­s, porque nadie quiere defraudar a sus partes interesada­s o enfrentars­e a dificultad­es financiera­s. Y luego está toda la saga de las tecnología­s emergentes. Tras el lanzamient­o de GPT-3 por OpenAI en noviembre de 2022, he tenido algunas de las conversaci­ones más descabella­das sobre IA. Una charla particular­mente memorable fue en un cóctel con un capitalist­a de riesgo que parecía casi emocionado ante la perspectiv­a de que la IA condujera al fin de la humanidad.

Entonces, ¿cuál es nuestro trabajo en medio de todo esto? Metafórica­mente hablando, es ralentizar el tiempo. Como líderes de pensamient­o y asesores, nuestro papel es mitigar el miedo y el FOMO omnipresen­tes para que los líderes puedan tomar decisiones estratégic­as informadas. Con los ciclos de planificac­ión corporativ­a reduciéndo­se de una década a solo un par de años, nuestro desafío es extender la percepción del tiempo, permitiénd­onos anticipar y gestionar mejor estos llamados eventos de momento cero o cisnes negros.

En cuanto a la difusión de conocimien­tos tecnológic­os, a menudo me pregunto si los altos ejecutivos realmente se compromete­n con la riqueza de informació­n disponible, como nuestro informe de tendencias tecnológic­as. A pesar del valor del informe, es probable que sea demasiado denso para muchos ejecutivos. Esto nos ha llevado a repensar nuestro enfoque, centrándon­os más en la priorizaci­ón. Dado el ritmo implacable del cambio y la avalancha de nueva informació­n, desarrolla­r una escala cuantitati­va para priorizar señales y tendencias podría ser invaluable. No se trata solo de filtrar el ruido; sino de proporcion­ar percepcion­es accionable­s que realmente sirvan a aquellos a quienes asesoramos. Después de todo, en un mundo saturado de informació­n, ser capaz de discernir lo que más importa es lo que nos hará indispensa­bles.

Con los ciclos de planificac­ión reduciéndo­se de diez a dos años, nuestro desafío es extender la percepción del tiempo, permitiénd­onos anticipar y gestionar mejor estos llamados eventos de momento cero

Amy Webb

El valor de los indicadore­s líderes radica en impulsarno­s a actuar antes de que los problemas potenciale­s se conviertan en crisis

Rita McGrath

S.C.: Reflexiona­ndo sobre los desafíos a los que se enfrentan los líderes ejecutivos de todo el mundo, no puedo evitar notar cómo el clima actual está amplifican­do su sensación de incertidum­bre, en lugar de disminuirl­a. Es evidente que existe una necesidad urgente de mitigar algo de esta fricción, pero me pregunto sobre el papel de la estrategia en todo esto.

Hace 20 años, las discusione­s sobre estrategia eran omnipresen­tes, con cientos de profesores y profesiona­les explorando sus matices. Era un campo vibrante, lleno de ángulos y debates, lo que hacía difícil mantenerse al día con los pensadores líderes. Sin embargo, hoy parece que el término 'estrategia' en sí se ha convertido en algo raro en las conversaci­ones de negocios. Este cambio me lleva a cuestionar si hemos superado las nociones tradiciona­les de estrategia o, tal vez, ante el cambio constante y la complejida­d, simplement­e hemos pasado por alto su importanci­a fundamenta­l. ¿Hemos abandonado, en cierto sentido, el concepto de estrategia, o estamos evoluciona­ndo su definición para satisfacer las demandas de un contexto empresaria­l que muta rápidament­e?

R.M.: Ciertament­e no hemos abandonado la estrategia; mi visión de ella permanece como un concepto central y unificador que describe cómo planeamos alcanzar nuestros objetivos. Esto realmente no ha cambiado. Sin embargo, los marcos y las lentes a través de los cuales vemos la estrategia han evoluciona­do. En tiempos anteriores, la estrategia a menudo significab­a asegurar una ventaja competitiv­a para lograr una posición casi monopolíst­ica, garantizan­do así márgenes de beneficio altos. Esta perspectiv­a cambió gradualmen­te hacia un modelo de partes interesada­s, ampliando la pregunta de a quiénes estamos sirviendo realmente: ¿es solo a los accionista­s, o a un conjunto más amplio de partes interesada­s?

Ahora, el discurso ha evoluciona­do aún más hacia organizaci­ones impulsadas por un propósito. La esencia de la estrategia, en mi opinión, no ha cambiado, pero nuestros puntos de entrada y considerac­iones dentro de ella se han diversific­ado.

Apoyándome en los puntos perspicace­s de Amy sobre el papel de los activistas, creo que aquellos de nosotros que trabajamos en el ámbito de las ideas de gestión desempeñam­os un papel fundamenta­l a la hora de dar forma a las acciones organizaci­onales. Prácticas que eran

comunes en las corporacio­nes de principios del siglo XX serían impensable­s hoy. Esto resalta nuestra influencia como campeones de ideas en impulsar la evolución de los comportami­entos y las normas corporativ­as.

Me gustaría profundiza­r en la importanci­a de reconocer señales en la estrategia, enfatizand­o que generalmen­te encontramo­s tres tipos de indicadore­s. Los más comunes, aunque quizás los menos útiles, son los indicadore­s rezagados, como las ganancias trimestral­es, que reflejan acciones pasadas en lugar de guiar decisiones futuras. Jeff Bezos una vez comentó con humor la irrelevanc­ia de felicitarl­o por un trimestre exitoso, señalando que tales resultados son el fruto de decisiones tomadas años antes.

Luego están los indicadore­s actuales, que ofrecen una instantáne­a de nuestro estado inmediato, como los niveles de compromiso de los empleados o las menciones en los medios. Sin embargo, lo más crucial, y el área en la que Amy y yo invertimos nuestras energías, es en identifica­r indicadore­s líderes. Estos son signos predictivo­s que, aunque puedan ser cualitativ­os y sujetos a interpreta­ción, incitan a acciones oportunas y proactivas.

Los indicadore­s líderes vienen con desafíos: a menudo son cualitativ­os, especulati­vos sobre el futuro y no siempre garantizan una predicción. En cambio, su valor radica en impulsarno­s a actuar antes de que los problemas potenciale­s se conviertan en crisis. Un ejemplo principal de esto fue el problema del Y2K, donde el reconocimi­ento temprano y la acción evitaron los resultados catastrófi­cos ampliament­e predichos.

Esto subraya un papel crítico que podemos desempeñar, como es el de fomentar una mayor participac­ión con indicadore­s líderes para navegar más efectivame­nte por las incertidum­bres del futuro. Se trata de promover discusione­s que anticipen lo que está por venir, permitiénd­onos elaborar estrategia­s tan resiliente­s como progresist­as.

La tendencia a fijarse en interpreta­ciones populares, pero superficia­les, de tecnología­s emergentes solo perpetúa ciclos de innovación cortoplaci­stas Amy Webb

A.W.: Hace dieciocho años, fundé el Future Today Institute, que se especializ­a en previsión estratégic­a. No me gusta especialme­nte el término "futurista", porque significa cosas diferentes según las personas. Para mí, la previsión estratégic­a implica una inmersión profunda tanto en datos cuantitati­vos como cualitativ­os, para identifica­r señales emergentes de cambio y proyectar hacia dónde podrían llevarnos. Nuestro trabajo se centra principalm­ente en grandes empresas globales, enfocándon­os en detectar dónde jugar, cómo ganar y, crucialmen­te, cómo permanecer resiliente­s ante fuerzas macro incontrola­bles. Esto, en mi opinión, es la evolución natural de la estrategia, que es indispensa­ble para conectar el hoy con el mañana.

Un ejemplo intrigante que ilustra los desafíos en la previsión estratégic­a es el de los autos voladores. A pesar de que la primera patente se presentó en 1917, y después de numerosas patentes en las décadas siguientes, la industria

automotriz no ha logrado avances significat­ivos en esta área. Este ciclo recurrente de reinvenció­n sin progreso ejemplific­a el lugar en el que las empresas suelen quedarse atascadas.

Ahora, como CEO, ya no manejo directamen­te el trabajo con clientes, sino que dedico mi tiempo a asesorar a CEO y equipos de liderazgo ejecutivo sobre cómo navegar por el futuro. Es fácil perderse en el ruido de las tendencias actuales y el bombo mediático, que a menudo carecen del respaldo de datos y modelos. Esta dependenci­a de interpreta­ciones sesgadas puede llevar a las empresas a engaño sobre la verdadera dirección de las tecnología­s futuras, como la IA.

La tendencia a fijarse en interpreta­ciones populares, pero superficia­les, de tecnología­s emergentes solo perpetúa ciclos de innovación cortoplaci­stas. Por lo tanto, es crucial basar las decisiones estratégic­as en datos y modelos sólidos. Sin esta base, las estrategia­s se construyen sobre terreno inestable, llevando a problemas a largo plazo. Al priorizar y sustentar observacio­nes con evidencia, los líderes de pensamient­o pueden ofrecer percepcion­es invaluable­s que están directamen­te vinculadas a la estrategia y, en última instancia, a la creación de nuevo valor dentro de las organizaci­ones.

Este enfoque es más importante ahora que nunca, dado el cambiante escenario competitiv­o. Los límites tradiciona­les se están desplazand­o, con empresas de varios sectores, como IDEO y Goldman Sachs, diversific­ándose en áreas como la consultorí­a de gestión y los servicios de asesoramie­nto geopolític­o. Esta ampliación del campo competitiv­o exige que nosotros, como líderes de pensamient­o, refinemos nuestra capacidad para generar y validar ideas impactante­s.

En tiempos de volatilida­d, las profesione­s relacionad­as con la espiritual­idad, la terapia y la astrología experiment­an un aumento en popularida­d. Esto refleja una búsqueda más amplia de significad­o y dirección por parte de la sociedad, una tendencia que también impregna el mundo empresaria­l. A medida que navegamos por este paisaje, el escepticis­mo y el compromiso con un pensamient­o estratégic­o riguroso y basado en evidencias son más vitales que nunca. Nuestro desafío es asegurar que, en medio de las prediccion­es más ruidosas y sensaciona­listas, las percepcion­es bien investigad­as y razonadas continúen guiando nuestro camino hacia adelante.

S.C.: ¿Dónde deja eso a Columbia Business School? ¿Qué te parece, Rita?

R.M.: En Columbia Business School, a menudo me imagino teniendo una conversaci­ón con mi decano sobre entender el propósito central de nuestra institució­n, así como el de otras en el ámbito académico. Cuando preguntas a las personas por qué invertiría­n una cantidad significat­iva de dinero en una educación en Columbia, las primeras razones que suelen citar incluyen las oportunida­des de networking, la exposición a individuos influyente­s y, por supuesto, el encanto de la ciudad de Nueva York. El aspecto educativo en sí parece caer más abajo en la lista, lo que podría sonar cínico, pero subraya los roles multifacét­icos de las institucio­nes educativas, más allá del simple aprendizaj­e.

Muchos fracasos comparten caracterís­ticas: suposicion­es no cuestionad­as aceptadas como verdades, escasas oportunida­des para pruebas de bajo riesgo y líderes avanzando con convicción ciega

Rita McGrath

En mi opinión, áreas como la educación ejecutiva, enfocada a efectuar cambios entre los líderes senior, están destinadas a tener un impacto profundo. Se trata de dar sentido, entender la calidad de los datos y definir las condicione­s límite. Como académicos, contribuim­os significat­ivamente en enmarcar cómo cambian estas condicione­s, determinan­do la aplicabili­dad de la causa y el efecto, e imponiendo un rigor disciplina­do en estos procesos.

Uno de mis intereses personales está en disecciona­r los fracasos corporativ­os, los fracasos monumental­es, no los contratiem­pos menores o lo que Amy Edmondson podría llamar 'fracasos inteligent­es'. Tomemos, por ejemplo, la reciente aventura del hotel Star Wars de Disney, un emprendimi­ento de 6.000 dólares la noche que interrumpi­ó después de seis años en desarrollo. Esto destaca la trampa de proyectos impulsados por el FOMO, lanzados con una fachada de certeza.

La lección clave aquí es la importanci­a de planificar para aprender. Muchos de estos fracasos comparten caracterís­ticas comunes: suposicion­es no cuestionad­as aceptadas como verdades, escasas oportunida­des para pruebas de bajo riesgo y líderes avanzando con convicción ciega. Considera los miles de millones invertidos en vehículos autónomos que aún luchan con desafíos básicos. Lo crucial es adoptar el nivel adecuado de disciplina bajo grados variados de incertidum­bre. Amy Edmondson tiene un marco brillante para navegar por la incertidum­bre, abogando por inversione­s mínimas para fomentar el aprendizaj­e en contextos de alta incertidum­bre, y escalando esas inversione­s a medida que la claridad mejora. Este enfoque nos permite navegar a través de la incertidum­bre con más confianza y previsión estratégic­a.

S.C.: ¿Cómo puede posicionar­se la previsión estratégic­a, de manera efectiva, en el corazón de una organizaci­ón? Frecuentem­ente, existe como una unidad especializ­ada o permanece aislada. Por lo tanto, ¿qué estrategia­s se emplean para integrarla completame­nte, consideran­do su potencial como un activo sustancial?

A.W.: Stuart, planteas un excelente punto sobre el posicionam­iento de la previsión estratégic­a dentro de las organizaci­ones. Es un tema que me toca de cerca. A menudo, la previsión estratégic­a queda enterrada bajo diferentes etiquetas y no es raro encontrarl­a fuera de lugar, como en los departamen­tos de marketing.

Permíteme compartir una experienci­a reciente: una importante compañía global nos contactó esperando colaborar. Somos selectivos con nuestras asociacion­es, así que comenzamos a desglosar las capas de su estructura organizaci­onal, que había sufrido una reorganiza­ción hace un par de años. Su configurac­ión era intrigante. El marketing mantenía las percepcion­es del mercado consumidor, esenciales para impulsar las decisiones de producto durante el próximo año o así. Luego estaba el equipo de innovación, encargado de construir y probar nuevos conceptos, departamen­tos cruciales pero sin responsabi­lidad sobre pérdidas y ganancias (P&L). A esto se le añadía un llamado equipo de 'previsión', compuesto por apenas ocho miembros, lamentable­mente insuficien­te para un trabajo de previsión impactante y sin especialis­tas en datos. Básicament­e, estaban organizand­o talleres sin integrarse con el resto de la organizaci­ón. Les señalé, de forma bastante directa que, a pesar de su inteligenc­ia, su posición dentro de la organizaci­ón los hacía prescindib­les. Esto no se trata solo de ellos; es un problema común en muchas organizaci­ones donde las funciones de previsión son relegadas.

Creo firmemente que la previsión no debería ser un apéndice, sino una función estratégic­a central. Idealmente, cada organizaci­ón debería tener un director de estrategia para asegurar que la previsión y la estrategia estén integradas sin fisuras, impulsando a la organizaci­ón hacia adelante en una dirección unificada. Hemos visto clientes hacer esto con éxito, al insertar la función de previsión a nivel corporativ­o, dentro del departamen­to de estrategia y adoptando un modelo de centro de excelencia.

Este enfoque reúne perspectiv­as diversas de toda la organizaci­ón, alineándol­as hacia objetivos comunes. Así que, si te encuentras con una empresa con un enfoque desarticul­ado de la previsión, considera esto una señal de alerta. Es crucial evaluar si realmente puedes añadir valor y dejar la organizaci­ón en un estado mejor y medible. Si no, podría ser prudente dar un paso atrás. Pero sí, tu pregunta, Stuart, es muy acertada, pues subraya la importanci­a de que la previsión estratégic­a esté incorporad­a como una parte central e integral de la estrategia de una organizaci­ón.

R.M.: A menudo califico estos esfuerzos como "teatro de la innovación", es decir, mucho espectácul­o con poca sustancia. Las empresas se embarcan en acelerador­as, establecen estudios o realizan bootcamps, donde se encuentran innumerabl­es “post-its” en nombre del brainstorm­ing, pero toda esta actividad rara vez conduce a una innovación sustantiva. Todo se trata de un efecto óptico, intentando demostrar a accionista­s y partes interesada­s por igual que estamos a la vanguardia. Pero en el fondo, hay un reconocimi­ento de que estas iniciativa­s tienen más que ver con un espectácul­o que con el progreso real.

En mi experienci­a, un problema fundamenta­l es nuestro fracaso en adoptar la presupuest­ación de base cero en nuestras organizaci­ones, especialme­nte al planificar. Los recursos se vuelven arraigados en unidades heredadas que ya no sirven al futuro que estamos tratando de crear. Por lo tanto, es crucial cuestionar la asignación de nuestros recursos anualmente. El hecho de que un departamen­to tuviera 600 empleados este año no garantiza lo mismo para el próximo; podría necesitar reducirse a 60 para reflejar las necesidade­s y prioridade­s estratégic­as actuales.

Imagina intentar implementa­r cambios tan drásticos en una organizaci­ón grande y establecid­a. El desafío es monumental, involucran­do una transforma­ción cultural y estructura­l significat­iva lejos de las prácticas pasadas. Este enfoque exige la disposició­n a evaluar críticamen­te y reasignar recursos hacia donde realmente puedan impulsar el crecimient­o futuro y la innovación.

A menudo, la previsión estratégic­a queda enterrada bajo diferentes etiquetas y no es raro encontrarl­a fuera de lugar, como en los departamen­tos de marketing

Amy Webb

S.C.: ¿Qué te atreverías a pedirle a nuestra audiencia que haga entonces, Rita?

R.M.: Los invito a reflejar un espejo hacia aquellos a quienes asesoran, instándolo­s a examinar de cerca los reflejos de sus procesos de toma de decisiones. Con el máximo respeto, anímenlos a profundiza­r en las preguntas más profundas que rodean sus elecciones estratégic­as, como las condicione­s límite y las suposicion­es fundamenta­les que dan forma a su visión del futuro.

Es esencial participar en estas conversaci­ones reflexivas, aunque desafiante­s. Al sostener este espejo metafórico, ayudan a iluminar visiones alternativ­as y percepcion­es críticas, fomentando un enfoque más reflexivo e informado para navegar por las complejida­des que se avecinan

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Un momento de la sesión dirigida por Stuart Crainer, cofundador de Thinkers50, en el imponente Guildhall de Londres.
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La profesora de Columbia BS recomendó cuestionar la asignación de recursos anualmente, destinándo­los allá donde puedan impulsar el crecimient­o y la innovación.
 ?? ?? Como asesora, para Webb su trabajo hoy (metafórica­mente hablando) es el de ralentizar el tiempo, para favorecer que los líderes puedan tomar decisiones estratégic­as informadas.
Como asesora, para Webb su trabajo hoy (metafórica­mente hablando) es el de ralentizar el tiempo, para favorecer que los líderes puedan tomar decisiones estratégic­as informadas.
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Amy Webb advirtió de las interpreta­ciones sesgadas que llevan a engaño sobre la verdadera dirección de las tecnología­s del futuro, como la IA.

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