El regreso del turnismo a la vida política
Apenas los libros de historia para escolares recogen ya algo del siglo XIX. Pasan muy por encima del contexto de una época única, para lo bueno pero también para lo malo. En gran medida fue deudor el siglo XX, al menos en sus primeros 30 años de males endémicos arrastrados de aquel siglo y el pesimismo finisecular que marchitó la conciencia de toda una generación postrera.
Hace unos días leía con mi hijo pequeño la época de Isabel II, el sexenio, la I República, la Restauración, y en lo que ahora procede, el turnismo. Apenas dos hojas con más espacios para fotos y cuadros, amén de anécdotas que atraparon sin embargo una época única de la historia de España. Por supuesto en esos años y en ese manual, apenas nombres, apenas fechas. Nada del Gobierno provisional del sexenio ni de su constitución, nada del general Prim, quién si no hubiere sido asesinado en la vieja calle del Turco y la desidia que siguió a su magnicidio y tres días de agonía, quizás la etapa del rey Amadeo hubiere cambiado. Ni un solo nombre de los cuatro presidentes de la I y efímera República. Para ello me sirvieron las calles y plazas que son próximas a donde vivimos, plaza Emilio Castelar, General Martínez Campos, etc. Y de repente, ese turnismo que al pequeño le aderecé con ese castizo y viejo chisme que el rey agonizante Alfonso le confirió a su esposa María Cristina, de Cánovas a Sagasta y de Sagasta a Cánovas y guárdate el... Luego hubo que explicar quiénes eran conservadores, liberales, progresistas y cómo no, don Antonio y don Práxedes Mateo, los dos exponentes de ese turnismo democrático
en esa España tan caciquil como censitaria todavía.
Hoy los partidos en este devaneo mediático y teatralizador se sacan de la chistera el turnismo en las alcaldías, tú dos años y yo otros dos, nosotros, los segundos o terceros o cuartos de los resultados electorales, pero que sumamos más que el primero y gobernamos. Ni para ti ni para mí, que no se diga, para los dos, pero a término o plazo, como dirían algunos viejos profesores de Derecho Civil, pues quizás los jóvenes vocablos como condición, término, plazo, resolución y alguna más sea compleja para sus oídos.
Y cómo no, la joya de la corona, tan deseada como escaparate veleidoso, Madrid. PP y Cs hablan ahora, en realidad propone una a la otra, lo de tú dos años, yo los otros dos y aquí paz y después gloria, perdón, cambalache de trinchera que tocan elecciones y tenemos que diferenciar la oferta electoral esa que ahora mismo se mimetiza por ósmosis de poder que no por ideas, que no las hay. Aquello de la regeneración es la gran mentira que los nuevos nos contaron un día en esa fábula de limpiar por fin los siete candados de este país tan corrupto como acrisolado.
Pero hete aquí que en este envite lleno de órdagos los populares dicen que no al turnismo, pero sí lo aplaude Ciudadanos dispuesto incluso en algunas alcaldías a postularlo y ratificarlo con los socialistas. Extraños estos compañeros de cama cambiantes y taciturnos. Quién lo iba a decir, 140 años después don Antonio y don Práxedes, padres del aquelarre turnista, son reeditados, al menos de cara a la galería, esperemos que nadie acabe como el malogrado Cánovas en aquel balneario donostiarra.