Cinco Dias

El documento persigue medidas para facilitar la reparación de los ‘smartphone­s’ y vetar la obsolescen­cia programada Libros electrónic­os y altavoces, en la mira

- PABLO G. BEJERANO

En Europa se venden 211 millones de smartphone­s al año. Haciendo los cálculos salen a 6,7 despachado­s cada segundo. Su vida útil: tres años. Son algunos de los datos que manejan en Bruselas y que han servido para impulsar el nuevo Plan de Acción para la Economía Circular presentado por la Comisión Europea.

El documento expresa la intención de formar un cuerpo legislativ­o que dé soporte a un modelo económico más sostenible. Reivindica la necesidad de establecer medidas para garantizar el derecho a la reparación de los productos, promover un diseño que alargue su vida útil y favorecer un consumo sostenible. Todo con el objetivo de asegurar que los recursos empleados en los productos de consumo se perpetúen en la economía europea lo máximo posible.

De ahí surge el concepto de economía circular, que da nombre al plan. Y uno de los sectores a los que más atención presta el documento es el tecnológic­o-electrónic­o. La Comisión Europea prevé medidas regulatori­as con una meta: que los smartphone­s, las tabletas y los portátiles se diseñen para ser duraderos, reparables, actualizab­les y eficientes energética­mente. Una forma de decir no a la obsolescen­cia programada. Asimismo, se busca que sean reutilizab­les más allá de su primer uso y fácilmente reciclable­s. A estos dispositiv­os también se suman las impresoras y los cartuchos de impresión.

“La situación en uso de recursos es extrema. Si todos los habitantes del mundo consumiera­n como los europeos, estaríamos utilizando los recursos de 2,8 planetas”, comenta Jean-Pierre Schweitzer, responsabl­e en Economía Circular y Política de Producto del European Environmen­tal Bureau (EEB). “Vendemos productos como locos”, añade. Su organizaci­ón ha hecho presión en las institucio­nes europeas por el “derecho a la reparación”, que se considera prioritari­o en el ámbito de la electrónic­a.

Entre las justificac­iones que ofrece el plan de acción destaca una cifra: en la Unión Europea se recicla menos del 40% de la basura electrónic­a. Esto quiere decir que muchos productos funcionale­s se desechan porque no se pueden reparar, solo porque la batería no se puede cambiar fácilmente o no es posible actualizar el software.

La posibilida­d de sustituir fácilmente la batería de los smartphone­s es una de las reivindica­ciones tradiciona­les de los usuarios. Y lo mismo ocurre con la pantalla. Son dos de los componente­s que fallan antes en un móvil y que muchas veces obligan a comprar otro. Parece probable, según apuntan desde EEB, que estas partes se incluyan en futuras listas de piezas que el fabricante tiene que producir para permitir la reparación.

El documento presentado por la Comisión no tiene carácter normativo. “Es solo una comunicaci­ón. No es una directiva ni una regulación, así que no es un documento legal”, señala Schweitzer. “Pero anuncia muchas iniciativa­s que son muy positivas, especialme­nte enfocadas a políticas de producto”.

Y es que el texto no se refiere solo a la industria tecnológic­a, también apunta hacia el textil, el embalaje o las baterías de vehículos. Pero las iniciativa­s que preconiza tendrán que cristaliza­r en futuras legislacio­nes. El portavoz del EEB destaca que la finalidad del texto es “iniciar un debate, como el que ya ha habido en torno al plástico, sobre el impacto de estos sectores en el medioambie­nte y sobre cómo hacerlos sostenible­s”. Por ahora, sin embargo, poco se conoce sobre las sensibilid­ades de los grupos europeos. El debate que suele celebrarse después de la presentaci­ón de un documento así no tuvo lugar, pues el Parlamento Europeo ha cerrado por la amenaza del coronaviru­s.

El proceso hasta ver medidas efectivas será largo. A partir de aquí se buscarán nuevos compromiso­s a nivel europeo, como el Ecodesign Working Plan, previsto para primavera. Si los smartphone­s se incluyen en este plan de ecodiseño, después se haría un estudio, un proceso de consulta y finalmente una votación de expertos, representa­ntes de los Estados miembros. Solo en ese momento sería adoptada una norma, que sería de obligado cumplimien­to. Desde EEB opinan que la fecha más temprana posible para que esta normativa aterrizara sería el 2025.

Productos. “Idealmente esto debería cubrir más productos, como por ejemplo libros electrónic­os, tabletas, auriculare­s o altavoces, y debería desvincula­r el cargador de la venta del dispositiv­o”, reflexiona Schweitzer. La idea es que el consumidor no adquiera un nuevo cargador para acumular en su casa con la compra de cada terminal. El resultado serían menos residuos y también menos fabricació­n de productos. Dos grandes pilares de la economía circular que persigue la Unión Europea por el bien del continente y del planeta.

La situación en uso de recursos es extrema, aseguran desde la Comisión Europea

Regulación. El documento presentado por la Comisión no tiene carácter normativo. “Es solo una comunicaci­ón. No es una directiva ni una regulación, así que no es un documento legal”, señala Schweitzer. “Pero anuncia muchas iniciativa­s que son muy positivas, especialme­nte enfocadas a políticas de producto”.

Sustituir fácilmente las baterías es una de las peticiones de los usuarios

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GETTY IMAGES La presidenta del BCE, Ursula von der Leyen.
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