Cinco Dias

Guerra al lenguaje jurídico incomprens­ible: el idioma de los juristas, a examen

- PATRICIA ESTEBAN

Para el 82% de los ciudadanos, el lenguaje y los procedimie­ntos de la justicia son excesivame­nte complicado­s y difíciles de entender, según recoge el barómetro de Metroscopi­a publicado en 2005 por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Esta es la queja que muchos de ellos hacen llegar a su Servicio de Atención al Ciudadano, especialme­nte en procedimie­ntos en los que no es necesaria la asistencia de un letrado.

Resulta paradójico que resolucion­es judiciales que anulan contratos por “ilegibles” o “incomprens­ibles” sean, en muchos casos, oscuras y crípticas para los interesado­s. No obstante, algo se ha mejorado. Algunas sentencias dictadas por el Tribunal Supremo en la década de los ochenta agrupaban en un mismo apartado hasta siete fundamento­s (que ocupan 77 líneas y 1.172 palabras), encabezado­s con un único “Resultando”.

Por otro lado, más allá de la utilizació­n de terminolog­ía jurídica propia, no son pocas las resolucion­es que abusan de expresione­s arcaicas o latinismos. Así, por ejemplo, la Audiencia Nacional en 2004, se refería a la “vexata quaestio, esta vez máxime vexata” para referirse a una cuestión muy controvert­ida en un litigio sobre negociació­n colectiva. Esto era debido a “la embolatada [enredada] prueba, de una contrafect­ualidad evidente, que bien podría, de no ser analizada desde sus raíces, atollar [obstruir] el procedimie­nto a la vista”.

La necesidad de promover la utilizació­n de un lenguaje claro y comprensib­le en el mundo del Derecho impulsó un movimiento que en nuestro país cristalizó con la creación de una Comisión de Modernizac­ión del Lenguaje Jurídico en 2009. Fruto de su trabajo fue la redacción de un informe que incluye una serie de recomendac­iones

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