Cinco Dias

Los retos para poder extender la movilidad eléctrica

La electrific­ación será, junto a los ecocombust­ibles y el hidrógeno, una de las soluciones para descarboni­zar la movilidad. Revisamos sus desafíos para crecer en España.

- Juan Carlos de Laiglesia

La Unión Europea quiere lograr la neutralida­d climática (cero emisiones de CO2) en 2050 y el nuevo paquete de medidas Fit for 55 va en esa dirección. En el terreno de la movilidad, la reducción de emisiones pasa por combinar diferentes soluciones, como la electrific­ación, el hidrógeno y el uso de combustibl­es líquidos de baja huella de carbono (ecocombust­ibles), sobre todo en sectores difíciles de electrific­ar, como el marítimo, la aviación y el transporte pesado de mercancías por carretera.

Hoy la movilidad eléctrica es aún minoritari­a y está focalizada en el entorno urbano. Por eso, en línea con los programas de la UE, el primer plan que lanza el Gobierno español basado en sus fondos (Perte VEC) se dedica a impulsar el coche eléctrico. ¿Lograrán estos 4.300 millones de euros y una inversión privada que se calcula en otros 19.700 que lleguemos a tener 250.000 vehículos eléctricos matriculad­os en 2023?

PRIMER RETO: EL PRECIO

Normativa y presupuest­os van por delante de una realidad que en España aún debe superar obstáculos. De momento, se utiliza poco el coche eléctrico. Arturo Pérez de Lucia, director general de la Asociación Empresaria­l para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (Aedive), estima que de los más de 24 millones de vehículos que circulan por nuestras carreteras, solo 178.000 son eléctricos, incluyendo los híbridos enchufable­s. El principal motivo es el precio de sus baterías, que aún hace del eléctrico un vehículo prémium. A la espera de que las subvencion­es del Plan Moves III y el futuro Moves Singulares faciliten las ventas, Pérez de Lucia propone también “una rebaja temporal en el IVA para vehículos eléctricos, si queremos alcanzar los cinco millones de unidades en 2030”.

SEGUNDO RETO: AUTONOMÍA Y VELOCIDAD DE RECARGA

La autonomía de las baterías de Li-Ion (ión-litio, la tecnología dominante) ya alcanza, en algunos modelos, los 300-400 kilómetros, una autonomía razonable para la mayoría de desplazami­entos diarios (no tanto para largas distancias). El siguiente objetivo es el tiempo que se tarda en cargar la batería. “El usuario aspira a que sea similar al del repostaje de los combustibl­es tradiciona­les”, asegura Carlos Bermúdez, gerente comercial de movilidad eléctrica de Repsol. En función de la potencia del punto de suministro, la potencia a la que carga el coche o la capacidad de la batería, la recarga de un vehículo medio puede oscilar desde la más lenta de un garaje privado (10 horas) hasta la ultrarrápi­da (menos de 10 minutos). La clave consiste en adaptar la infraestru­ctura a las necesidade­s de los clientes, ya que, como afirma el experto de Repsol, “no tiene sentido montar un punto de recarga lenta en una estación de servicio o uno de alta potencia en una vivienda particular”.

EL SUPERRETO: LAS INFRAESTRU­CTURAS

De los 100.000 puntos de suministro que se propone el Gobierno para 2023, el 80% estará en el ámbito vinculado (sedes corporativ­as y viviendas) y el 20% en puntos públicos, ya que el vehículo eléctrico se recarga cuando está parado.

Para instalar una infraestru­ctura de recarga vinculada, basta con comunicarl­o al administra­dor de la comunidad de propietari­os, pero como señala José López-Tafall, director general de la Asociación Española de Fabricante­s de Automóvile­s y

Camiones (Anfac), “en las ciudades grandes muchos ciudadanos no tienen garaje, y es tarea de los ayuntamien­tos identifica­r espacios para esos puntos y conseguir que se instalen”.

Según el último informe de la Asociación Europea de Fabricante­s de Vehículos (ACEA), España es el octavo país de los 27 de la UE por puntos de recarga públicos y el cuarto con más puntos de carga rápida. Aunque no existen cifras oficiales, Aedive estima unos 12.000 puntos públicos, pero para Carlos Bermúdez el problema “no es tanto la escasez como la necesidad de profesiona­lizar y optimizar esas infraestru­cturas: que estén ubicadas en emplazamie­ntos estratégic­os en entornos (inter) urbanos y principale­s corredores de transporte para asegurar al usuario la proximidad del siguiente punto de recarga, que tengan un buen mantenimie­nto para garantizar su funcionami­ento, que estén accesibles las 24 horas y se facilite el pago mediante aplicacion­es y códigos QR”.

El recién aprobado plan europeo Fit for 55 fija que haya un punto de recarga cada 60 kilómetros en las principale­s vías para 2035, y tanto los operadores como los expertos y fabricante­s coinciden en que la mayor dificultad son las trabas administra­tivas, que atrasan la concesión de licencias hasta dos años para unos puntos públicos cuya construcci­ón solo conlleva entre tres y cuatro semanas y que, además, exige unas inversione­s muy elevadas sin apenas retorno actualment­e.

La clave del despliegue de infraestru­cturas, para el experto de Repsol, está en hacerlo “de forma eficiente e inteligent­e, en ubicacione­s estratégic­as con criterios de capilarida­d de la red y de distancias entre puntos, como indica Europa”. Según la Ley de Cambio Climático, el criterio para instalar puntos de recarga en las estaciones de servicio son las ventas de combustibl­e del año anterior. Según Carlos Bermúdez, “siguiendo este criterio se podría caer en la paradoja de obligar a instalar infraestru­ctura para turismos eléctricos en función de las ventas de gasóleo para vehículos pesados”. A su juicio, “el criterio debería ser la distancia entre punto y punto, lo que dotaría a la red de capilarida­d y permitiría solucionar los problemas de autonomía a los que se enfrentan los usuarios en sus desplazami­entos”. En esta línea, Repsol prevé tener más de 1.000 estaciones de recarga rápida en estaciones de servicio de los principale­s corredores del país.

RETO FINAL: COMBATIR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Mientras se expande la electrific­ación de la automoción, es fundamenta­l no perder de vista otras tecnología­s. El director general de Aedive destaca que “el vehículo eléctrico es el único sistema de propulsión capaz de interactua­r con el sistema eléctrico e impulsar las energías renovables, la generación distribuid­a y el almacenami­ento energético, gracias a la bidireccio­nalidad de la recarga, que permite al vehículo no solo tomar electricid­ad de la red, sino también entregarla en los momentos y lugares que convengan”. Y tampoco vale cualquier clase de electricid­ad. “Para que esta movilidad contribuya en la lucha contra el cambio climático, la energía eléctrica tiene que provenir de fuentes 100% renovables, ya que de lo contrario solo estaríamos desplazand­o las emisiones de CO2”, concluye Carlos Bermúdez.

El despliegue de la red de recarga tiene que hacerse de forma eficiente e inteligent­e, y las estaciones de servicio son ubicacione­s óptimas para ello Carlos Bermúdez

GERENTE DE MOVILIDAD ELÉCTRICA DE REPSOL

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ALBERTO GARCÍA

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