La letra pequeña de la transición eléctrica se gana los focos por derecho propio
El Gobierno asegura, tras aprobar la bajada del IVA eléctrico y la supresión del impuesto de generación, ambas medidas temporales, que ha hecho todo lo que está en su mano para abaratar la factura de la luz, y echa balones fuera, en concreto hacia Bruselas, para que cambie el modelo del mercado de derechos de CO2. La transición a las energías renovables siempre ha tenido una letra pequeña que la vicepresidenta Teresa Ribera no ha ocultado, pero que como su propio nombre indica no ha sido nunca lo más destacado de los discursos oficiales, hasta que el problema se ha ganado los focos por derecho propio. Todo el mundo es muy ecologista y muy comprometido hasta que le tocan el bolsillo. Por ejemplo, para aquellos que han contratado electricidad con certificado verde, es decir, que teóricamente procede de fuentes renovables (aunque toda se mezcla en la red), resulta difícil de entender por qué tienen que pagar el precio que marca el gas o los derechos de CO2. Es una más de las contradicciones, en parte inevitables tratándose de un bien tan difícil de almacenar, del mecanismo de formación de los precios de la luz; convendría coger el toro por los cuernos y explicarlas (a ser posible, de forma que se entiendan).