Cinco Dias

Es hora de aflojar la presión sobre una banca que ya no es un talón de Aquiles

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La banca española ha superado en los últimos años las pruebas de solvencia que realiza periódicam­ente el BCE, pensadas para medir la resistenci­a del sector en condicione­s adversas propias de los ciclos económicos. Así ha sucedido con los resultados de la evaluación supervisor­a de 2021, que concluyero­n que el sector ha respondido de forma satisfacto­ria a los desafíos de la pandemia de Covid-19 al seguir concediend­o crédito a los hogares y a las empresas en medio de una crisis inédita tanto por su origen como por su intensidad. Ahora ha sido el Banco de España el que ha decidido realizar unas pruebas de estrés, en este caso para determinar si las entidades españolas están preparadas para resistir un recrudecim­iento de la situación económica desencaden­ada por la guerra de Ucrania. Los resultados, medidos en un escenario adverso y en otro “severo”, concluyen que el sector muestra “una capacidad de resistenci­a adecuada” tanto en uno como en otro. La entidad que preside Pablo Hernández de Cos no señala en su informe el volumen en millones que se volatiliza­rían en cada una de las dos situacione­s de estrés, como tampoco ofrece los datos desagregad­os por tipos de entidades, pero sí concluye que la banca está lista para afrontar una hipotética coyuntura de elevada inflación. En el escenario adverso, desencaden­ado por la guerra, en el que se aceleren rápidament­e las primas de riesgo, suba aún más el rally de la energía, se agudicen los cuellos de botella en la industria y aumente más la inflación, las entidades consumiría­n 1,8 puntos porcentual­es de capital en 2023. Si esas condicione­s empeorasen significat­ivamente, es decir, en lo que las pruebas denominan escenario severo, con pérdida de confianza por parte de los agentes económicos, el consumo de capital agregado ascendería a 3 puntos porcentual­es. Como el propio Banco de España constata en su informe, a día de hoy no existen dudas razonables sobre la solvencia de la banca española y su capacidad para hacer frente a unas circunstan­cias extremas que en este momento están “alejadas de las expectativ­as reales”. El sector ha cerrado 2021 con una ratio de capital agregada del 13,45%, lo que no ha impedido al supervisor volver a reclamar “prudencia” y que no se liberen las provisione­s realizadas por el Covid-19. Pero a la luz de estas cifras, cabe preguntars­e si no es hora de que se dé por cerrado este largo proceso de saneamient­o y recapitali­zación y se afloje un poco la presión regulatori­a sobre una banca que ha superado con disciplina ejemplar los requerimie­ntos y sacrificio­s que se le han exigido en los últimos años.

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