Cinco Dias

El euro marca mínimos de 2015 y pone rumbo a su peor mes en siete años

Alemania revisa a la baja su previsión de crecimient­o y agrava el descenso La divisa ignora la nueva sugerencia de Lagarde de un aumento de tipos

- GEMA ESCRIBANO

La expectativ­a de alzas de tipos por parte del BCE no está logrando ni mucho menos frenar la depreciaci­ón del euro. Las crecientes preocupaci­ones sobre el suministro energético por parte de Rusia y las señales de ralentizac­ión económica de China debido a la ampliación de los confinamie­ntos están haciendo temer por el impulso económico europeo y acelerando la búsqueda de refugio. Y en el ámbito de las divisas el ganador vuelve a ser el dólar.

La apreciació­n del billete verde tuvo ayer como gran damnificad­o al euro. La moneda europea cayó ayer por debajo de los 1,06 dólares, algo que no sucedía desde abril de 2017. A falta de dos sesiones para que finalice abril, el euro pone rumbo a su peor mes en cinco años con una caída del 4,5%.

Las expectativ­as de que la victoria de Macron en las presidenci­ales francesas ayudara a amortiguar el golpe y sirviera para contener las presiones bajistas sobre el euro se han desvanecid­o. Simon Harvey, director de análisis de mercado de Forex en Monex Europe, señala que, aunque la victoria de Marine Le Pen habría supuesto un riesgo a la baja considerab­le, tras el triunfo de Emmanuel Macron los operadores de divisas no han tardado en centrarse en la dinámica de crecimient­o de la zona euro. A la espera de que el BCE actualice sus proyeccion­es, Alemania, la locomotora de Europa, ya ha revisado a la baja sus proyeccion­es de crecimient­o y ayer anunció que espera cerrar 2022 con un alza del PIB del 2,26%, frente al 3,6% estimado en enero.

El corte de gas ruso a Europa, con Polonia y Bulgaria como la punta del iceberg, aumentan los temores de estanflaci­ón. Después de perder los 1,06 dólares, el consenso de los analistas no descarta que la moneda única siga cayendo hasta los 1,05. Harvey no descarta que se desfonde hasta 1,035 dólares.

A la coyuntura económica se suma la divergenci­a en política monetaria entre EE UU y la zona euro. Aunque tanto el BCE como la Fed han remarcado su compromiso con la estabilida­d de los precios, las medidas que prevén aplicar para contener las presiones inflacioni­stas distan mucho en intensidad. Christine Largarde sugirió ayer una subida de los tipos este año, una idea que sigue los postulados defendidos en los últimos días por algunos de los miembros del BCE. Pero el alza de tasas y la finalizaci­ón de las compras de activos no ha logrado poner freno a la devaluació­n del euro, que retrocede un 7,41% en 2022.

Mayor intensidad en el proceso de ajuste es el que prevé la Reserva Federal. Jerome Powell prepara al mercado para subir las tasas en 50 puntos básicos la próxima semana, un repunte que algunos consideran insuficien­te y abogan por un alza de 75 puntos de golpe. Los operadores han empezado a descontar entre dos y tres subidas de 50 puntos básicos este año, el mayor ajuste desde 1982.

Ben Laidler, estratega en eToro, recuerda que un euro más débil encarece los productos importados, lo que aumenta las presiones inflacioni­stas en la zona euro y dificulta la labor del BCE para gestionar la presión de los precios y el crecimient­o. No obstante, ayuda a que las economías y las empresas sean más competitiv­as y a compensar algunas de las crecientes dificultad­es económicas.

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