Con el precio del petróleo disparado, atacar al avión es más bien redundante
¿Tendría sentido prohibir sacar el coche para recorridos de menos de 2 kilómetros, por ejemplo? Como cuando en la pandemia la gente se las ingeniaba para dar paseos esenciales más largos, los conductores alargarían artificialmente los recorridos. Pues una idea igual de absurda es la que ha tomado Francia de prohibir los vuelos cortos: en un mundo totalmente interconectado, aquellos que fueran a volar de Valencia a Madrid para enlazar con otro continente optarían por hacer transbordo en París, por ejemplo. El fomento de las alternativas al avión debe hacerse con estímulos positivos, como la reducción del coste del tren; o, como mucho, parcialmente negativos, como la subida de impuestos, aunque eso tampoco agrada, lógicamente, al sector aéreo. En realidad, el aumento del precio del petróleo debería ser cortapisa más que de sobra para reducir los viajes en avión. Pero los Gobiernos tienen que demostrar que son los más implicados en la revolución verde.