No hay mal que cien años dure, ni siquiera para el Ibex
No hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, y el Ibex ya ha penado de sobra en los tiempos del Covid, por su exposición al turismo, y en general por esta década de tipos extrabajos, lo que ha lastrado a los bancos, uno de sus sectores estrella. Así que en estos tiempos de recuperación cierta pero lenta, en la que la gente tira de lo ahorrado en pandemia (los que hayan podido) para darse una alegría viajera, los valores relacionados respiran un poco. Las entidades financieras, que pasaron su vía crucis particular tras la crisis que les dio de lleno, miran desde la barrera cómo otras industrias atraviesan reconversiones varias. Y el sector energético, también en transformación, pero defensivo por naturaleza, impulsa a su vez el selectivo español.
Es el momento de la vuelta al value, mientras las compañías de crecimiento, como las grandes tecnológicas, comprueban lo dañina que puede ser la inflación para los negocios basados en crecer y crecer, como la Alicia de Lewis Carroll mordiendo los pastelitos que la agrandan y que la empequeñecen. En España hay valores prometedores, tanto en el Ibex como fuera de él, siempre con las limitaciones propias del tamaño del mercado.