Japón demuestra que hay futuro más allá del crecimiento sostenido
Japón es el ejemplo antiintuitivo de que el envejecimiento y consecuente reducción de la población no implica grandes catástrofes sociales ni económicas, aunque obviamente frene el crecimiento y produzca cierta melancolía. Tras décadas de estanflación, los nipones no viven mal del todo, y al ser menos, van teniendo más espacio para cada uno en su coqueta isla.
Japón, que no deja de ser la última colonia occidental de Asia, es el espejo en el que pueden mirarse Europa y EE UU: sus empresas dependen menos de terceros para el negocio (a costa de limitar sus ambiciones), y las tensiones sociales por la distribución de la riqueza parecen más calmadas. Hay futuro más allá del crecimiento sostenido.