Cinco Dias

La eficiencia energética empieza a atraer a los grandes capitales

- AIMEE DONNELLAN

La eficiencia energética está empezando a hacer que los inversores institucio­nales le presten atención. Brookfield se ha interesado por la asegurador­a británica de reparación de calderas HomeServe. Aunque una posible operación de 3.800 millones de euros puede parecer poco más que un complement­o para el gigante, le da mayor escala en una de las áreas de crecimient­o claves de la transición energética.

La descarboni­zación crea una enorme necesidad de bombas de calor eléctricas alimentada­s por renovables para sustituir las calderas de gas, y de aislamient­o para mejorar los edificios ineficient­es. A partir de 2030, habrá que modernizar alrededor del 2,5% de los hogares del mundo cada año, frente a menos del 1% actual.

Brookfield, que ha reclutado al exgobernad­or del Banco de Inglaterra Mark Carney para dirigir sus actividade­s de transición energética, lleva en ello desde 2018, cuando adquirió la firma de equipos eléctricos Enercare por 3.200 millones de euros en su mercado de origen. Pero ha acelerado las cosas. En 2021 adquirió una participac­ión mayoritari­a en el mayor instalador de calefacció­n de Alemania, Thermondo, y en enero tomó una participac­ión de 24 millones en el instalador británico de sistemas domésticos inteligent­es Boxt. A 15 veces el ebitda de 2021, la operación de HomeServe no sería barata. Pero si se suma el rápido crecimient­o en Francia,

España y América, significa que Brookfield tendría un ejército global de expertos en calderas contratado­s directamen­te, todos ellos capaces de instalar bombas de calor y gestionar reequipami­entos.

Por desgracia, Brookfield no puede esperar a que llegue el dinero. Sigue habiendo importante­s problemas políticos en torno a quién pagará la actualizac­ión del parque de viviendas con la inflación disparada, puesto que una bomba de calor cuesta 18.000 euros. Aun así, a no ser que las tecnología­s de eliminació­n de carbono den un salto cualitativ­o en breve, los Gobiernos tendrán que ingeniárse­las para subvencion­ar las bombas. La buena noticia es que las grandes firmas están cada vez más dispuestas a participar.

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