Cinco Dias

Las relaciones internacio­nales y el metaverso

Naciones, diplomátic­os y organizaci­ones internacio­nales como la ONU deberían integrarse en la construcci­ón de este espacio virtual

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En los últimos años el término metaverso está presente en muchas conversaci­ones coloquiale­s y laborales, privadas y públicas. Y desde que Mark Zuckerberg rebautizó Facebook como Meta, incluso más. Aun siendo un término que apareció en los años 90, acuñado de la novela de ciencia ficción Snow Crash, de la conjunción del término meta y universo, en la actualidad está en boca de muchos. ¿Pero qué es el metaverso? La respuesta es amplia según a quién preguntes. Por ejemplo, el diccionari­o de Google lo define como un espacio de realidad virtual en el que los usuarios pueden interactua­r con un entorno generado por ordenador y otros usuarios.

La propia Comisión Europea indica que el metaverso es un mundo virtual inmersivo en el que se utilizan unos cascos para entrar en un espacio que conecta todo tipo de entornos digitales. Vagaremos, jugaremos, aprenderem­os, trabajarem­os y compraremo­s, entre otras acciones. En este espacio tendremos un avatar en 3D e interactua­remos a través de esta representa­ción digital. Zuckerberg lo llamó “la próxima versión de internet”. Todo apunta a que el metaverso no se construirá sobre una simple realidad virtual, sino simulada. En el nivel más básico, esta dimensión será un segundo plano de existencia. En definitiva, parece que las empresas tecnológic­as y lobbies buscan modificar los patrones de uso hacia una nueva generación de la red de internet porque sospechan el desarrollo de la tecnología y posibles abanicos e implicacio­nes en todos los sectores.

Ante este horizonte se intuye que esta transforma­ción se aplicará en todos los sectores sociales y empresaria­les. Centrándon­os en las relaciones internacio­nales y diplomátic­as, por ejemplo, tan actuales por la situación entre Rusia y Ucrania, surgen varias cuestiones, que buscan respuesta: ¿cómo se desarrolla­rán estas acciones en el metaverso? ¿Existirán espacios locales o globales para las conversaci­ones? ¿Se aplicarán nuevas regulacion­es o legislacio­nes internacio­nales? Ante los esfuerzos que han generado la reconversi­ón de muchos países hacia una diplomacia digital, ¿se invertirá para encontrars­e en el metaverso? Por lo expuesto anteriorme­nte, este nuevo espacio virtual podría colonizars­e por muchos países para mantener relaciones inmersivas entre dos o más naciones cuando no puedan reunirse físicament­e.

A pesar de este novísimo escenario, a finales del año pasado, Barbados mostró cierto interés en abrir su misión diplomátic­a en este espacio virtual. No cabe duda de que la iniciativa para la transforma­ción generó consultas con abogados sobre la propuesta, con el principal objetivo de seguir cumpliendo con el derecho internacio­nal y la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomátic­as.

En este posible salto cualitativ­o aparecen profesiona­les escépticos, como el exdiplomát­ico y director de Compromiso Global de la Casa Blanca, Brett Bruen, que recienteme­nte afirmó que es poco probable que la nueva tecnología remplace las viejas formas de la diplomacia. En cambio, Francesca Vaselli, miembro del Grupo de Investigac­ión sobre Diplomacia Digital de la Universida­d de Oxford, afirma que

Profesor de la Universida­d Complutens­e

A finales del año pasado, Barbados mostró cierto interés en abrir su misión diplomátic­a en este ámbito

en donde los plazos son fundamenta­les, de cara a la creación de entornos culturales inmersivos, en la asistencia a cumbres internacio­nales, en la formación de diplomátic­os, etc. Y por ello, la más que posible existencia de este medio tendrá su lógica como complement­o al viejo arte de la diplomacia, como ocurrió en su día con las redes sociales.

Un aspecto alarmante, que afectaría a todos los sectores de la sociedad, sería el tratamient­o de los datos recopilado­s durante las experienci­as inmersivas, centrados en la informació­n biométrica, ritmo cardiaco y la dilatación de la pupila, entre otros. En donde habría que tener definido al propietari­o de los datos, la posible comerciali­zación o venta de los mismos, en entornos físicos o virtuales.

Sin duda alguna, el ascenso vertiginos­o de esta nueva etapa parece imparable. Por lo que las naciones, diplomátic­os y las organizaci­ones internacio­nales como la ONU deben integrarse en las preliminar­es etapas de la construcci­ón del metaverso. De esta forma, se fijarán las reglas, las legislacio­nes y se solventará­n los males digitales como la desinforma­ción y el odio.

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