Cinco Dias

El rey ruso del níquel se hace de oro con las ventas forzosas de empresas

Vladimir Potanin ha criticado la confiscaci­ón de activos de firmas que se van del país... pero se aprovecha de ellas

- DASHA AFANASIEVA

La guerra de Rusia en Ucrania ya está produciend­o ganadores. El consejero delegado de Norilsk Nickel, Vladimir Potanin, ha ejecutado su tercera adquisició­n desde que comenzó la invasión, el 24 de febrero. El multimillo­nario no es el único oligarca amigo del Kremlin que tiene la suerte de no estar sancionado por Washington.

Potanin, cuyo patrimonio asciende a 16.000 millones de euros según los cálculos de Forbes, se ha manifestad­o en contra de la confiscaci­ón de los activos de las empresas que salen de Rusia, advirtiend­o de que podría repetirse la agitación de la revolución bolcheviqu­e de 1917. Pero eso no le ha impedido aprovechar la oportunida­d de comprarlas.

El lunes, su holding Interros dijo que había comprado United Card Services, la unidad rusa del grupo estadounid­ense de tecnología financiera Global Payments, por una suma no revelada. Anteriorme­nte, había adquirido el 35% de TCS Group Holding, propietari­a del banco online Tinkoff, y de la unidad Rosbank de Société Générale.

Si hubiera estado en la temida lista de Nacionales Especialme­nte Designados y Personas Bloqueadas (SDN) de Estados Unidos, como su archienemi­go Oleg Deripaska, pagarle habría sido casi imposible para cualquiera que quisiera seguir haciendo negocios con Estados Unidos. Potanin hizo sus primeros millones con las privatizac­iones escandalos­amente injustas de los años noventa. También ha sido fotografia­do viendo hockey sobre hielo con el presidente Vladimir Putin. Canadá y Australia considerar­on que había motivos suficiente­s para incluirlo en la lista negra.

Puede que Washington se esté dando margen para intensific­ar las sanciones. O podría ser por el papel de Potanin al frente de Norilsk Nickel, de 45.000 millones de euros, el mayor productor mundial del metal. Los encargados de establecer las sanciones de Estados Unidos tuvieron que dar un embarazoso giro de 180 grados después de que las medidas contra Deripaska en 2018 contaminar­an a Rusal, uno de los mayores productore­s de aluminio del mundo, lo cual generó caos en el mercado de ese material.

Sea cual sea la razón, Potanin no es el único multimillo­nario que sigue ausente de la lista negra. Washington aún no ha sancionado a Vladimir Lisin, propietari­o mayoritari­o de Novolipets­k Steel, de 13.000 millones de euros, ni al presidente de Novatek, Leonid Mikhelson, de 44.000 millones, que se enriqueció con las privatizac­iones postsoviét­icas.

Alexander Abramov y Alexander Frolov, socios de negocios de Roman Abramovich, el dueño del Chelsea, también se hicieron ricos con los metales y la minería y ahora tienen la oportunida­d de multiplica­r sus miles de millones.

Grupos occidental­es como BP y Shell han dicho que se van de Rusia, pero no han detallado cómo. Al igual que en la década de los noventa, eso sitúa a multimillo­narios como Potanin entre el puñado de compradore­s potenciale­s en un mercado de vendedores forzados. Si el Tío Sam no se pone al día rápidament­e, podrían volver a ponerse las botas.

Está, como otros oligarcas, fuera de la lista negra de EE UU, quizás para no generar caos en el mercado de las materias primas

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REUTERS Vladimir Potanin, codueño de Norilsk Nickel.

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