Competencias del profesorado
La comunidad docente es consciente de la importancia que tiene la tecnología y de su uso al servicio del aprendizaje. Para ello, es necesario entender qué es lo que tienen que aprender los alumnos, saber cómo lo aprenderán mejor y cuál será el rol del docente dentro de ese proceso de enseñanza aprendizaje. Elegir en base a la respuesta de estas preguntas, cuál es el formato y herramienta más adecuados, es la clave para lograr óptimos resultados de aprendizaje. Centradas en esta premisa, las universidades están haciendo esfuerzos para que los profesores adquieran las competencias digitales que necesitan, con independencia de si dan clases online o no.
Sobre la idea de si los docentes universitarios poseen la suficiente competencia digital para impartir sus clases, el Grupo de Trabajo de Formación Online y Tecnologías Educativas (FOLTE) de Crue-TIC estima que “es obligado reconocer el esfuerzo de los profesores que impulsan este cambio y abren camino haciendo evidentes los beneficios. Igualmente, es esencial tener presente la realidad del docente universitario, que es también investigador, y debe compaginar esas dos actividades, con el tiempo y dedicación que conllevan ambas”. Si queremos dar un salto cuantitativo y cualitativo en este campo, “debemos ir más allá de hacer pasar a los profesores por un itinerario de formación específico en metodologías activas de aprendizaje y herramientas, y plantear un compromiso formativo. La UE lo está demandando, cada vez con más ímpetu, y ahora se exige medir la competencia digital de los estudiantes preuniversitarios, así como la de aquellos que cursan estudios después de la etapa universitaria, en lo que se conoce como aprendizaje para toda la vida o lifelong learning”, dicen desde el Grupo FOLTE de Crue-TIC.
Por otra parte, en relación con las competencias que adquiere el alumnado que utiliza metodologías activas en su aprendizaje, los miembros de este grupo de trabajo comentan que desarrollan “una competencia que comprende conocimientos (saber), habilidades y destrezas (saber hacer), y actitudes y valores (ser)”. Este tipo de formatos y herramientas, según Grupo FOLTE, “favorecen el autoaprendizaje, básicamente centrado en la adquisición de conocimientos, desarrollo de habilidades y entrenamiento de destrezas. Incluirlas dentro de un proceso de enseñanza y aprendizaje completo en el que los docentes acompañan todo este proceso, garantiza la educación en valores y actitudes que favorezcan el aprendizaje. Más que hablar de competencias como tal, podríamos afirmar que este tipo de metodologías impactan en las variables que favorecen o dificultan el aprendizaje, como la motivación, la autorregulación, proactividad, curiosidad o seguridad y confianza”.