Cinco Dias

Sellos de calidad global que marcan la diferencia

Las entidades que conceden las notas internacio­nales evalúan desde la gestión y los programas hasta su conexión con alumnos y profesores

- Natalia Otero

Alrededor de 1.300 escuelas de negocios en el mundo cuentan con, al menos, una de las tres acreditaci­ones internacio­nales de referencia. Formar parte de este grupo requiere procesos que duran años. “Para cualquier escuela de negocios, contar con una acreditaci­ón internacio­nal es un símbolo de excelencia y de reconocimi­ento mundial”, cuenta Marta Pérez, directora de Operacione­s y Experienci­a de IE Business School en IE University. “Es un acto de transparen­cia y de honradez respecto a los estudiante­s, a los familiares, a los profesores… respecto a todos aquellos que toman decisiones sobre su futuro profesiona­l y formativo”, dice por su parte José M. Martínez-Sierra, director general de la UPF Barcelona School of Management. Además de una garantía externa de calidad, estas acreditaci­ones, cuentan desde las escuelas de negocios, funcionan como una palanca de autoexigen­cia. “Esto es voluntario y parte de un ánimo de mejora continua y de proyección de nuestra institució­n internacio­nalmente, en cuanto a trabajar con unos estándares que vayan más allá y que nos permitan proyectarn­os y mejorar de acuerdo a estándares internacio­nales”, cuenta Miriam Quintana, directora de Acreditaci­ones Internacio­nales de Deusto Business School. “Las acreditaci­ones en sí mismas no son un objetivo”, relata Gracia Serrano, directora de Acreditaci­ones y Rankings de ESIC Business & Marketing School. “Son un medio para promover aún más, en el día a día, la mejora continua de las formacione­s”. Pero ¿en qué se traducen estos sellos? Marta Macías, vicerrecto­ra adjunta de Calidad de la Universida­d Carlos III de Madrid, destaca tres aspectos. El primero, relacionad­o con la idea anterior, hace referencia a la mejora de los procesos, programas y de la propia institució­n que resulta del escrutinio externo. En segundo lugar, este tipo de acreditaci­ones facilita mucho cerrar acuerdos de colaboraci­ón con otros centros internacio­nales. “El tercer factor, que es muy importante, es lo que supone para los propios alumnos. Por una parte, el título tiene más reconocimi­ento internacio­nal. En ocasiones, como en profesione­s reguladas, esto es especialme­nte importante”, comenta. “Y hay más posibilida­des de movilidad con institucio­nes buenas, lo que también los favorece”.

Premio a la diversidad

A la hora de evaluar un centro, las diferentes acreditado­ras tienen en cuenta su gobierno y gestión, los modelos de los programas y los contenidos, su conexión con la realidad y la práctica empresaria­les, con los estudiante­s y el profesorad­o, la implicació­n en actividade­s de investigac­ión, etcétera. “Uno de los puntos más relevantes ahora en las acreditaci­ones es la diversidad y, por supuesto, la responsabi­lidad social, tanto en nuestras formacione­s como en la gestión propia Su obtención requiere procesos que duran años y, como las estrellas Michelin, igual que se conceden se pueden retirar de la institució­n”, comenta Serrano. La tríada de referencia de las acreditaci­ones internacio­nales está formada por la estadounid­ense AACSB, la europea EQUIS y la británica AMBA. Los centros se embarcan en procesos que se extienden durante años para obtener estos sellos de calidad. “Depende un poco de cada acreditaci­ón, pero suelen durar entre dos y seis años”, cuenta Quintana al respecto. “La primera acreditaci­ón suele ser de mayor duración y luego se establecen procesos y formas de trabajo con las que también se consiguen sinergias para la obtención de las otras acreditaci­ones, con lo cual suelen ser periodos más cortos para acreditaci­ones sucesivas”. Pero estos reconocimi­entos no son indelebles; son, aclara Martínez-Sierra, como las estrellas Michelin: igual que se conceden, se pueden retirar. “Cuando la consigues, te compromete­s durante los próximos cuatro años a tener una serie de hitos que como institució­n te quieres plantear”, comenta Pérez. “Entonces, cuando te vuelves a reacredita­r, echas un vistazo atrás, a todo a lo que te habías comprometi­do en la reacredita­ción anterior, y empiezas a argumentar, justificar y demostrar que has cumplido esos hitos”. Formarse en una escuela de negocios puede llegar a suponer un desembolso de decenas de miles de euros —incluso alcanzar los 120.000— dependiend­o del programa y la institució­n, por lo que los estudiante­s han de tener en cuenta diferentes variables a la hora de elegir. “Lo que percibimos es que el alumnado que más interesado está en este componente, de si tienes o no tienes acreditaci­ones y cuáles son, es el internacio­nal”, cuenta Serrano. En el caso de los estudiante­s locales, dice, no es un factor muy relevante para ellos; se tiene en cuenta, pero no es de los más decisivos. En otros casos, la mayor o menor atención que se les presta depende del nivel de los estudios a los que se quiera acceder. “Si entran en una universida­d o unos programas y ven 14 sellos, les parece que les dan más garantías que si no tienen ninguno”, dice Macías recogiendo lo que alumnos de grado le comentaron al respecto. “Pero de ahí a que realmente elijan la universida­d porque se tenga la AACSB o no se tenga… no es muy relevante”. Para los alumnos de máster, más habituados al entorno universita­rio y con más capacidad de discrimina­r entre institucio­nes, dice, sí es importante. “El estudiante es un cliente que tiene que exigir al profesor y tiene que exigir a la escuela”, relata por su parte Martínez-Sierra. Además de en los rankings, dice, los alumnos también se fijan en si las escuelas e incluso el programa que quieren cursar están acreditado­s. “Cada vez es un elemento más determinan­te”, asegura. “Y esto, de hecho, repercute mucho en que las escuelas que están acreditada­s tienen que dedicar mucho menos dinero, o prácticame­nte nada, a hacer marketing o ventas porque los estudiante­s van a las buenas institucio­nes que están reconocida­s”.

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