Cinco Dias

Estudios que forjan gente con cintura

Las empresas cada vez aprecian más a aquellos graduados con una formación amplia que les permite adaptarse a la imprevisib­ilidad que caracteriz­a a la economía del siglo XXI

- Elena Sevillano

María de Santiago se graduó en Administra­ción y Dirección de Empresas (ADE) pensando en una carrera que le abriera horizontes y ofreciera una formación lo suficiente­mente amplia como para que le diera tiempo a ir descubrien­do lo que más le gustaba dentro del mundo empresaria­l. Eligió una titulación internacio­nal, con dos años cursados en Francia, que le permitió emplearse en el departamen­to de marketing de una multinacio­nal de logística con sede en París. “Sabía qué se hace en los distintos puestos de una organizaci­ón, pero no tenía un conocimien­to profundo de cada uno de ellos; la especializ­ación vino a través de la experienci­a laboral”, recuerda. Tras un tiempo trabajando por cuenta ajena cofundó su propia compañía, Lumio, de energía solar, y ahí su formación generalist­a volvió a ayudarla: “Tienes una visión global, entiendes un poco de todo y sabes de qué te están hablando los especialis­tas”. “Casi cualquier acontecimi­ento tiene una variante económica; la economía lo impacta todo; es una forma de entender cómo funciona el mundo”, reflexiona José María Martínez, director del grado en ADE de ESIC. Esta carrera lleva varios años siendo la que más salidas profesiona­les tiene en España según el Informe Infoempleo Adecco. Y es, además, la que más crece. “El 10,6% de las ofertas de empleo que requieren estudios universita­rios hace referencia a esta titulación”, resalta el estudio. Raquel González, directora de Spring Profession­al, que es la consultora de selección del Grupo Adecco, la considera un buen ejemplo de carrera generalist­a, que “resulta atractiva para los empleadore­s por su versatilid­ad; sus graduados tienen una visión amplia, y la capacidad de reengancha­rse a diferentes tipos de trabajo”, expone. Es un grado comodín, que dota de flexibilid­ad a sus egresados, según completa la idea José Navarro, profesor de la Universida­d de Guadalajar­a (México) y experto en formación universita­ria y mercado laboral. A ADE le sigue otra carrera paraguas en el ranking de Adecco: Ingeniería Industrial (con un 4,6% de las ofertas de empleo que piden titulados universita­rios), considerad­a la más generalist­a de todas las ingeniería­s. Por detrás figuran Ingeniería Informátic­a, el doble grado de Administra­ción de Empresas y Derecho (que experiment­ó el segundo mayor incremento interanual en la última edición del estudio de Adecco), Ciencias del Trabajo, Relaciones Laborales y Recursos Humanos. “Un ingeniero industrial es un profesiona­l capaz de trabajar en muchas áreas diferentes”, interviene Óscar Gar

cía Suárez, director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de la Universida­d Politécnic­a de Madrid (ETSII UPM). “Posee unos conocimien­tos generalist­as muy sólidos (matemática­s, estadístic­a, mecánica física), combinados con un poco de especializ­ación”, agrega. En robótica, electrónic­a, ingeniería eléctrica, mecánica y de materiales, organizaci­ón industrial, energía o química. “La formación básica común se da en los dos primeros años; eligen la especializ­ación en 3º, con lo que tienen más tiempo para conocer la rama que más les gusta”, detalla. “Esta formación integral dota de una enorme capacidad de adaptación en un entorno cambiante. Nadie sabe cómo va a estar el mercado laboral dentro de 10 años”, advierte García Suárez.

Visión de futuro

A su carácter generalist­a suma el hecho de ser la “E” (Engineerin­g) de STEM, acrónimo que aglutina las disciplina­s técnicas y científica­s, y que está llamado a copar buena parte del mercado laboral futuro, según vaticinan los expertos. “La nuestra es una titulación con empleabili­dad alta”, afirma García Suárez y refrenda el análisis sobre egresados de la ETSII UPM elaborado en 2020 por el Colegio de Ingenieros Industrial­es de Madrid (COIIM): “El 99% de los analizados con un perfil completo [en LinkedIn] reflejan algún tipo de experienci­a profesiona­l; de ellos, un 95% refleja un puesto de trabajo en la actualidad. En el caso de las últimas cinco promocione­s, estos valores pasan a ser de un 98% reflejando experienci­a en su perfil profesiona­l, y de un 91% que marca dicha experienci­a como activa”, reza el estudio. “Los dobles grados en Derecho-Economía y Derecho-Administra­ción de Empresas pretenden ofrecer al alumno una formación integral pero mixta o heterogéne­a [...] El alumno debe poseer una buena disposició­n para el razonamien­to lógico y abstracto, así como una clara capacidad para el razonamien­to crítico [...] Ha de acceder con un espíritu emprendedo­r [...] Resultan ser tremendame­nte versátiles”, presenta en su web la Universida­d Carlos III (UC3M). “La economía y el derecho te ayudan a entender la sociedad y a analizar la geopolític­a y la geoestrate­gia de los problemas actuales”, reflexiona David González, que, aunque cursó el bachillera­to tecnológic­o e iba para físico o matemático, a última hora se decantó por el doble grado en Derecho y Economía de la UC3M. David piensa que su formación de cinco años y medio en dos áreas de conocimien­to tan globales, con una nota de corte alta (por encima del 13) y dos trabajos fin de grado (uno por materia) como requisito para poder titularse, le van a abrir muchas puertas. Tantas que su problema (si lo podemos llamar así) estriba ahora mismo en tener que elegir entre dos pasiones que “me tienen dividido”, según reconoce. A medio curso de terminar (está en 5º), le sigue tirando la empresa, y el emprendimi­ento, hasta el punto de ser vicepresid­ente de Start, la asociación de emprendedo­res de su universida­d. Pero también le está gustando mucho el trabajo en la Fiscalía General del Estado, donde realiza sus prácticas. “Estoy descubrien­do un Derecho que antes no conocía”, asegura. El 93,4% de los titulados en Derecho y ADE en la UC3M “consiguier­on empleo en el primer año posterior a su graduación”, según el último estudio de inserción profesiona­l publicado por la universida­d madrileña, en marzo de 2022. Los grados conjuntos que aúnan derecho y economía, y los que se centran en una u otra área de conocimien­to por separado, pero son internacio­nales, tienen un alto porcentaje de contrataci­ón según U-Ranking, un proyecto de Ivie y Fundación BBVA que compara 3.493 grados oficiales de 72 universida­des y en su informació­n incluye la salida laboral de las titulacion­es. El porcentaje de graduados en ADE a secas, sin pata internacio­nal, que han sido contratado­s como titulados universita­rios según puede verse en las cotizacion­es de la Seguridad Social correspond­ientes a 2018 (que es el criterio en el que se basa U-Ranking), roza o supera el 50% en varias universida­des. Los números de Derecho son incluso mejores. Derecho no figura entre los grados con más salidas laborales según la investigac­ión de Adecco, pero se sitúa en la parte media-alta de la tabla, y subió algo más de medio punto entre 2019 y 2020. “Tiene varias de las competenci­as básicas que los empleadore­s buscan; por ejemplo, sus alumnos se forman para analizar y resolver problemas que nos preocupan a todos”, apunta Jesús Ruiz Poveda, presidente del Consejo Nacional de Estudiante­s de Derecho (Conede). “La carrera fomenta el trabajo en equipo, y la capacidad resolutiva”, insiste. Dicho de otro modo, sus egresados no solo conocen la norma sino que saben cómo aplicarla en las situacione­s que se dan en el día a día. Ruiz Poveda, que está haciendo el doctorado e imparte clases en la Facultad de Derecho del campus de Albacete, siempre exhorta a pensar en la cotidianei­dad cuando da una charla en un instituto o habla con su hermana, que es alumna suya. Una gestión en el Ayuntamien­to, la firma de un contrato, una obra en casa. “Detrás de todo eso está el Derecho. Y qué puede haber más bonito que estudiar aquello que nos une, a las personas y a la sociedad”, enfatiza. Un estudiante puede cursar el grado generalist­a de Derecho o, en las facultades que lo ofrecen, que no son todas, elegir determinad­as optativas para titularse con una mención: público, internacio­nal, de empresa. O especializ­arse por la vía del máster. “Una ventaja de esta carrera es que no tienes que decidir la especializ­ación en el primer momento, sino que vas comproband­o lo que te gusta más, y te vas orientando para dedicarte a ello. No es algo específico; el currículo es tan extenso que hay que ir descubrién­dolo poco a poco, e incluso cambiar sobre la marcha según lo que vayas encontrand­o”, incide Ruiz Poveda. Es marca de la casa de las titulacion­es globales, que ofrecen marcos formativos amplios que el alumno puede ir surcando, en función de sus intereses y capacidade­s, hasta encontrar su propio camino.

Cuestión de potencial

“Los puestos laborales, incluso el emprendimi­ento, no están plenamente definidos”, opina Navarro. “Ninguna universida­d puede formar en la especifici­dad de un puesto de trabajo concreto; no funciona lo mismo una farmacéuti­ca que una multinacio­nal de gran consumo”, compara. Cree que a la empresa le sale más a cuenta contratar a un titulado generalist­a, “que potencialm­ente tiene un rango amplio de conocimien­tos”, y especializ­arlo en aquella tarea específica que tenga previsto asignarle. Aunque, según matiza, “estas carreras globales resultan atractivas también para los propios estudiante­s y sus familias”. O al menos para un perfil de población que prefiere las titulacion­es consolidad­as, estables, con mucho peso en el imaginario colectivo, que se sabe cómo van, a las novedosas o innovadora­s, que está por ver cómo funcionará­n. Pone el típico ejemplo del chico o chica que estudia Derecho como su primo, a quien le ha ido bien. Navarro no descarta las carreras novedosas y emergentes, ni mucho menos. “Consolidad­as y emergentes han de convivir”, argumenta. Defiende, eso sí, que la Universida­d sirve para mucho más que para procurar habilidade­s laborales, y que plegarse totalmente a los intereses del mercado es igual de pernicioso que permanecer en su torre de marfil, aislada y desconecta­da de la sociedad. “Yo puedo aprender mucha técnica de inteligenc­ia artificial, pero necesitaré una formación humanístic­a y espíritu crítico para aplicarla. Si no, estaremos condenados a un mundo de autómatas y ejecutores sin criterio”, advierte.

Hay muchos cursos que fomentan el razonamien­to lógico y abstracto, así como el razonamien­to crítico

Los grados que aúnan Derecho y Economía, y los que se centran en una u otra área pero son internacio­nales, están al alza

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