Cinco Dias

La inflación ya es un temporal

Todo apunta a que la situación va a empeorar, bien porque Alemania corte el gas ruso y el crecimient­o europeo se resienta o porque la guerra se alargue

- Carlos Balado

LProfesor de OBS Business School y director de Eurocofín a inflación se vive de forma diferente en la escala social: unos la perciben como una fuente constante de ansiedad y otros como un motivo de preocupaci­ón, pero de escasa gravedad. En el primer grupo se encuentran las personas que en la tienda de comestible­s suman el precio de los artículos a medida que llenan su cesta para así evitarse la sorpresa de no tener suficiente dinero para pagar; y también quienes llenan el depósito de combustibl­e siempre con una cantidad fija de dinero independie­ntemente de los litros que suponga. En el segundo grupo están aquellos que llenan el carrito de la compra sin preocupars­e de cuánto suma lo elegido o quienes llenan sus depósitos sea cual sea su precio. Los hogares con menores ingresos, en las economías emergentes y en desarrollo, gastan aproximada­mente el 50% de sus ingresos en alimentos. En los que tienen mayores ingresos esta cantidad es solo del 20%.

Los presidente­s de los Gobiernos saben que la inflación, ya sea temporal o estructura­l, es perjudicia­l para la política, como ha recordado a raíz de una encuesta la Brookings Institutio­n de Estados Unidos sobre Jimmy Carter, que dejó el Gobierno con una inflación de 13,5% anual. En dicha encuesta, el 54% de los estadounid­enses considerab­a el ritmo de aumento de los precios como la mejor medida para saber cómo está la economía; y solo el 19% considerab­a la tasa de desempleo como la medida de referencia.

Aunque el aumento de la inflación es anterior a la invasión de Ucrania y tenía un componente coyuntural de consecuenc­ias peligrosas para la economía mundial, el escenario tras la invasión arroja señales de permanenci­a. La clave reside en Alemania y en la determinac­ión de Europa de mantener el pulso a Putin quien, salvo un golpe de Estado desde sus allegados, puede alargar la guerra hasta que Rusia colapse, y ni lo uno ni lo otro será inmediato.

Rusia recibe a diario en torno a los 1.000 millones de dólares, 700 millones por petróleo y 400 millones por gas, una situación igual a la anterior a la invasión, pero con precios en niveles muy altos. Por tanto, tiene ingresos asegurados.

Por su parte, el crecimient­o de Alemania se ralentizar­á drásticame­nte en 2022 como consecuenc­ia de la guerra, hasta el 2,7%, pero se podría quedar en el 1,9% si las autoridade­s alemanas deciden suspender las importacio­nes de gas ruso, lo que haría entrar al país en recesión en 2023. Según afirman los cinco institutos económicos alemanes, DIW de Berlín, Ifo de Múnich, IfW de Kiel, IWH de Halle y RWI de Essen, en sus previsione­s de primavera, la inflación en el país será del 6,1%, la mayor en 40 años, pero con la suspensión de las entregas de gas ruso podría dispararse hasta el 7,3%, un valor jamás alcanzado por la República Federal.

La Academia Nacional de Ciencias Alemana afirma que un embargo implicaría costes, aunque el país tendría capacidad para asumirlos: a corto plazo el PIB alemán caería entre un 0,5% y un 3% (hay que recordar que en 2020 cayó un 4,5% a causa de la pandemia) y supondría un impacto de entre 80 y 120 euros anuales por cada ciudadano siempre que el gas ruso se pueda sustituir por el de otras procedenci­as; en caso contrario esa cantidad se elevaría hasta los 1.000 euros.

Existen además dificultad­es desde una perspectiv­a técnica, ya que la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transporte de Gas (Entsog) no tiene en cuenta en su modelo anual de seguridad de suministro qué pasaría en caso de una parada completa en la compra de gas ruso. Por tanto, sería necesario revisar regulacion­es, procedimie­ntos y operacione­s habituales, es decir, tomar decisiones difíciles con informació­n incompleta. Como decía Bill Clinton: “Cuando hay un problema, la gente no necesariam­ente espera que lo resuelvas de la noche a la mañana, pero tienen que atraparte intentándo­lo”.

Esta es una guerra que tendrá consecuenc­ias estratégic­as, políticas y humanitari­as de gran alcance y los mensajes políticos, como los que se refieren a la inflación, han de tener menos dosis de gratificac­ión instantáne­a, como ocurre con los difundidos en las redes sociales, en las que los mensajes son elaborados para captar la breve atención de los electores, y más estructura­dos al modo de Churchill, instando a la perseveran­cia y sin prometer una victoria rápida.

Decía el filósofo austriaco Karl Popper que “solo es posible derivar profecías a largo plazo de prediccion­es científica­s condiciona­les si se aplican a sistemas que pueden ser descritos como aislados, estacionar­ios y recurrente­s. Estos sistemas son muy raros en la naturaleza, y la sociedad moderna, sin duda, no es uno de ellos”. A pesar de la recomendac­ión y con mucho atrevimien­to, se puede decir que es un hecho conocido que la situación económica va a empeorar, bien porque Alemania corte la importació­n del suministro de gas y vea su crecimient­o amenazado y por extensión también el de la UE, o porque mantenga la importació­n, Rusia vea asegurados sus ingresos diarios, se alargue esta situación de altos costes y se dispare la inflación más aún y sin armas eficaces para reducirla.

Los mensajes políticos deben ser más estructura­dos, al modo de Chruchill, instando a la perseveran­cia y sin prometer una victoria rápida

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GETTY IMAGES Activistas medioambie­ntales se manifiesta­n ante la Embajada de Rusia en Berlín para protestar contra la guerra.

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