Cinco Dias

La tecnología al servicio de la transición energética

Resulta esencial elevar la prioridad sobre los planes de inversione­s para avanzar con solidez hacia el nuevo modelo de economía descarboni­zada

- Juan Carlos Guzmán Director general de energía de Minsait

Acostumbra­mos a decir que la salud no se valora hasta que llega la enfermedad. Pues bien, algo parecido podríamos afirmar que está sucediendo en estos tiempos con los mercados energético­s por la crisis de suministro del gas y la consecuent­e alza de los precios. Pocas veces la energía había ocupado tanto espacio en los medios de comunicaci­ón y menos aún en cualquier tertulia entre vecinos, compañeros o amigos.

La energía es un bien y un servicio que está presente en cada segundo de nuestras vidas. Es probableme­nte el más antiguo y extendido modelo de suministro as a service que hemos conocido, pues para activarlo bastaba con pulsar un interrupto­r. Su evolución, durante mucho tiempo, resultó relativame­nte suave y por ello quizás apenas fue protagonis­ta de las noticias más allá de los tiempos álgidos del debate nuclear.

En contraste, ahora la aceleració­n de la demanda y el objetivo net-zero transition ha forzado al sector de la energía a una transforma­ción sin precedente­s, en donde además las circunstan­cias están llevando a unos fuertes desequilib­rios que presionan a hacerlo a un ritmo mucho más acelerado del qué podíamos imaginar. Desafortun­adamente, los encendidos debates que observamos en estos días se focalizan en los aspectos más coyuntural­es y se detienen poco en el análisis de las necesidade­s estructura­les del sector, por lo que resultará útil repasar cuáles son los principale­s objetivos y retos.

Sin duda, el sector energético es la punta de lanza en la transición hacia la sostenibil­idad. Es preciso, como sabemos, crear nuevas infraestru­cturas para reemplazar las fuentes de energía basadas en combustibl­es fósiles por fuentes más limpias y sostenible­s y así estamos observando el auge de las renovables, fundamenta­lmente eólica y fotovoltai­ca, pero también se requiere desarrolla­r las infraestru­cturas de suministro para el mundo más electrific­ado al que nos dirigimos.

Por otra parte, los nuevos mecanismos de generación y consumo nos empujan hacia un modelo mucho más complejo donde las nuevas fuentes de generación son, por un lado, cada vez menos programabl­es, por depender de factores medioambie­ntales y, por otro, más atomizadas, pues proliferan los recursos energético­s distribuid­os. Un consumidor puede convertirs­e también en un generador, que desde su planta de cogeneraci­ón o sus paneles solares vuelca la energía excedente a la red, dando lugar a la figura del prosumidor y los agregadore­s como entidades necesarias para alcanzar una gestión con masa crítica eficiente, así como nuevos mecanismos para corregir desequilib­rios puntuales entre oferta y demanda. Llegados aquí identifica­mos dos retos clave. El desarrollo de infraestru­cturas cada vez más respetuosa­s con el entorno y que conllevan un elevado coste de despliegue pero también de mantenimie­nto, y la operación de un modelo complejísi­mo de recursos energético­s distribuid­os, con muchos más actores, que requiere capacidade­s de análisis y respuesta en rabioso tiempo real. El coste de las infraestru­cturas o la complejida­d de este modelo de operación serían inabordabl­es sin el desarrollo tecnológic­o más reciente, pero afortunada­mente el acelerón digitaliza­dor y, especialme­nte, el desarrollo de tecnología­s que habilitan ese diálogo entre la realidad física y el entorno digital, que hoy empezamos a conocer como phygital, permiten afrontarlo ya con máxima confianza. Veamos algunos ejemplos:

Sistemas de captura de datos y analítica avanzada que permiten analizar cantidades ingentes de datos para alcanzar la máxima eficiencia en los programas de operación y mantenimie­nto de los activos. Aquí tienen cabida las soluciones de asset performanc­e management, digital twin,…

Soluciones de visión artificial que monitoriza­n, analizan y recomienda­n o disparan actuacione­s sobre elementos de la red únicamente cuando se requieren, minimizand­o la ineficienc­ia que conllevan las actividade­s programada­s de forma sistemátic­a. El análisis de la red a través de imagen capturada por drones, tratada posteriorm­ente por modelos que determinan las actividade­s de corta y poda de vegetación circundant­e en tramos de red amenazados, o sistemas que son capaces de paralizar en segundos una planta eólica evitando así dañar a un ave protegida que pudiera haber traspasado sus límites son ejemplos reales muy ilustrativ­os.

Tecnología­s de comunicaci­ón avanzada basadas en software y tecnología­s edge (computació­n en el extremo) habilitan la descentral­ización de la operación del sistema y permiten generar la respuesta necesaria para mantener el balance del sistema en tiempo ultrarreal, asegurando el suministro y minimizand­o ineficienc­ias.

Sistemas avanzados de evaluación del impacto ambiental de los proyectos de desarrollo de red o nuevas aplicacion­es basadas en la informació­n proporcion­ada por los modernos medidores inteligent­es, son solo algunos otros ejemplos de las innumerabl­es posibilida­des que ya están disponible­s.

Algoritmia e inteligenc­ia artificial son sin duda denominado­res comunes de estas tecnología­s que, de la mano de expertos en su aplicación a entornos de gestión de infraestru­cturas críticas y sistemas de tiempo real como los que antes se desarrolla­ron para la defensa, el espacio o los transporte­s, permitirán desplegar soluciones digitales cada vez más inteligent­es para implementa­r un nuevo modelo de gestión energética que dé respuesta estructura­l a los ambiciosos objetivos existentes.

Más allá de las respuestas cortoplaci­stas a la crisis de suministro y precio que atravesamo­s actualment­e, es esencial elevar la prioridad sobre los planes de inversione­s para la transición hacia el nuevo modelo energético, ya que solo así conseguire­mos responder al objetivo de descarboni­zación y protección o incluso recuperaci­ón del entorno sin poner en riesgo el suministro y a un coste eficiente, tanto para las familias como para la competitiv­idad de nuestra industria. La tecnología está disponible, confiemos en que el entorno económico, político y social también lo favorezcan.

El coste de las infraestru­cturas necesarias para la transición energética sería inabordabl­e sin el desarrollo tecnológic­o

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