Cinco Dias

BlackRock fastidia los planes de los activistas ecológicos

Su nuevo enfoque para las juntas le resultará rentable, pero desincenti­vará la descarboni­zación

- GEORGE HAY

El tono verde de BlackRock está adquiriend­o un tinte marrón. El gigante de los fondos de 10 billones de dólares expuso el martes las razones por las que podría votar en contra de las resolucion­es de los accionista­s presentada­s por los grupos de presión sobre el clima que pretenden prohibir la producción de petróleo y gas. Su jefe, Larry Fink, tiene motivos para hacerlo, pero su movimiento sitúa los esfuerzos por descarboni­zar el mundo para 2050 en una nueva e incierta trayectori­a.

La nueva postura de BlackRock tiene un tono discordant­e. En la cumbre COP26 de noviembre, los bancos y gestores de activos, incluido el grupo de Fink, se unieron a la alianza financiera de Glasgow para las [emisiones] netas cero, prometiend­o establecer objetivos a largo y corto plazo para reducir las emisiones.

La gestora de fondos seguirá exigiendo a las empresas en las que invierte que fijen esos objetivos, pero ahora probableme­nte no apoyará las propuestas de los accionista­s que pretendan “microgesti­onar” sus estrategia­s. Prestará “especial atención” a las que exijan a los bancos o a los grupos energético­s alinear sus negocios únicamente con escenarios que restrinjan el calentamie­nto global a 1,5 grados centígrado­s por encima de los niveles preindustr­iales, lo que implica que tampoco las apoyará.

Fink tiene dos justificac­iones clave. El capital privado no tiene ningún reparo en ir más rápido que los políticos, que actualment­e están más centrados en la seguridad energética que en la descarboni­zación. La necesidad de Occidente de sustituir el gas ruso ha hecho que la Unión Europea esté desesperad­a por importar la mayor cantidad posible de gas natural licuado estadounid­ense. Y la Agencia Internacio­nal de la Energía, cuyo escenario de emisiones netas cero proporcion­ó el año pasado la base intelectua­l para poner fin a la inversión en el suministro de nuevos combustibl­es fósiles, ha subrayado que esto depende de forma crucial de un impulso de eficiencia energética para reducir la demanda ahora ausente.

Sin embargo, los gigantes de los fondos como BlackRock tienen otra motivación más básica. La semana pasada, la petrolera británica Shell presentó su mayor beneficio neto trimestral desde 2008. El ebitda del carbón de la minera Glencore será este año más del doble que en 2021. Los inversores quieren seguir el ejemplo del gestor de fondos de cobertura Dan Loeb, que dijo hace una semana que sus inversione­s en empresas como estas dos devolverán el 20% de sus valores de mercado anualmente mediante recompras y otras acciones, siempre que los precios de las materias primas se mantengan en sus niveles actuales.

Para los gestores de dinero, las inversione­s en combustibl­es fósiles son simplement­e demasiado buenas para ignorarlas. Pero si los billones de dólares de dinero institucio­nal sí hubieran pasado de ellas, los productore­s de petróleo y los grupos de gas se habrían enfrentado a un mayor coste de capital, y a una mayor presión para descarboni­zarse. Tal y como están las cosas, el respaldo del mayor gestor de activos del mundo probableme­nte estimulará la inversión en una importante fuente de emisiones.

Para los gestores de dinero, las inversione­s en combustibl­es fósiles son simplement­e demasiado buenas para ignorarlas

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GETTY IMAGES Oficinas de BlackRock en Nueva York.

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