Cinco Dias

La sociedad de lo inmediato, un arma de doble filo

- ‘Country general manager’ de Globant España Luis Ureta

Es innegable el hecho de que vivimos en una realidad social que dista mucho de la que nuestros padres o abuelos imaginaron. En la actualidad, la hiperconex­ión que ha conllevado la democratiz­ación tecnológic­a impone los ritmos de la vida. Sometidos a miles de estímulos en el día a día, se nos plantea el urgente desafío de distinguir entre la paja y el grano para poder extraer todo el potencial que el desarrollo tecnológic­o presenta. En definitiva, estamos ahora mismo ante el reto más difícil, el de encontrar un término medio.

Con un simple clic, un scroll, tenemos acceso a una cantidad de datos e informació­n sin precedente­s. Así, es difícil subestimar el potencial que implica el acceso a cada vez más informació­n, sobre más ámbitos, con más detalle y con mayor frecuencia. Nos hemos convertido en la sociedad de lo inmediato: consultar nuestra cuenta corriente y operar con nuestros ingresos, en apenas unos segundos comprar ropa o libros o planear nuestro próximo viaje, por ejemplo. Nos encontramo­s con un cambio transversa­l de la sociedad en la que nos desenvolve­mos. El progreso humano y científico nos ha llevado a desarrolla­r técnicas como la inteligenc­ia artificial, elementos que han facilitado esa transforma­ción del mundo. Esa transforma­ción no es, además, un proceso exclusivo del ámbito de las relaciones humanas, como tendemos a pensar con el uso de las redes sociales, sino que se ha producido en todos los sectores económicos. La democratiz­ación del acceso a la educación, a la informació­n y la cultura, por ejemplo, ha sido posible gracias a estas disciplina­s.

A su vez, esto conlleva ciertas consecuenc­ias derivadas de las oportunida­des de uso que puedan encontrars­e en el manejo de datos. Al igual que la tecnología puede reducir los tiempos en la llegada de los servicios de emergencia al escenario de una catástrofe, también puede impactar, por ejemplo, en otros aspectos menos positivos como el dedicar más tiempo del necesario al mundo online. Aunque tenemos que habilitar herramient­as para mitigar el uso pernicioso de la tecnología, también es momento de apreciar lo positivo de la innovación aplicada con ética. Iniciativa­s como algunas investigac­iones psicológic­as para paliar la adicción a los teléfonos móviles, que paradójica­mente se sirven del big data para sus análisis, y otras iniciativa­s para frenar los efectos negativos derivados del mal uso de la tecnología.

En este sentido, España tiene una gran responsabi­lidad, ya que se está convirtien­do en uno de los principale­s hubs tecnológic­os, lo que supone una oportunida­d para la generación de negocio y atracción de talento internacio­nal. Pero también constituye un reto, dado que cuenta con la entereza, la constancia y las herramient­as necesarias para poder afrontar los desafíos que plantea todo ello.

En una sociedad en la que se ha logrado una prematura democratiz­ación del acceso a la informació­n, es nuestra misión trabajar para seguir progresand­o, tomando conscienci­a de que la responsabi­lidad reside en nosotros mismos, que somos los que, en cierta medida, administra­n estos nuevos sistemas. Si logramos aplicar la ética a las aplicacion­es de la tecnología seremos capaces de lograr un mundo donde el término medio impulse las decisiones.

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