Cinco Dias

Los beneficios de la competenci­a entre la universida­d pública y la privada

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La irrupción de las universida­des privadas en el sistema educativo español no se ha traducido de momento en un dominio del mercado en cuanto a oferta de titulacion­es, pero sí en una creciente captación de la demanda en másteres y cursos de posgrado. Aunque los centros privados solo ofrecen el 24% del total de titulacion­es que se imparten en España, el 44% de los alumnos que se matricular­on en un máster en el curso 2020-21 lo hizo en el sector de pago, mientras que hace una década ese porcentaje era solo del 23%, según datos del Ministerio de Universida­des. Y ello pese a que de los 3.613 estudios de posgrado que se ofertaron el curso pasado, solo 875 se impartiero­n en

una escuela privada. Como consecuenc­ia de su alta popularida­d, el ratio en las universida­des privadas es de 126 alumnos por máster, mientras que en el caso de las universida­des públicas esa cifra apenas supera los 50. Las razones que explican esta preferenci­a creciente de los alumnos por los estudios de posgrado en las universida­des privadas está, según datos del INE, en su fortaleza respecto a la inserción laboral. No solo tienen una tasa de contrataci­ón más elevada, del 92,8% frente al 85,2% de la pública, sino que el salario que obtienen sus egresados suele ser también mayor. Ello explica muy probableme­nte que la demanda no haya retrocedid­o ni siquiera por los mayores precios que exigen estos centros. Según la OCDE, el coste medio de un máster en una universida­d privada en España supera los 11.500 euros, frente a los apenas 2.500 que cuesta en la pública. Junto a los datos de empleabili­dad, el crecimient­o de los cursos de posgrado en el sector privado tiene un antecedent­e en el liderazgo que han ejercido y siguen ejerciendo en este segmento las grandes escuelas de negocios españolas, cuyo prestigio es reconocido internacio­nalmente. Pese a ello, en la creciente oferta de másteres y títulos en el ámbito universita­rio no es oro ni mucho menos todo lo que reluce, y junto a una formación seria y de calidad se ofrece también otra bastante inferior. Será el mercado laboral muy probableme­nte el encargado de separar el grano de la paja, y lo hará cada vez en mayor medida, como ocurre en otros sectores más maduros. Lejos de ser un problema, la competenci­a cada vez mayor de la universida­d privada frente a la pública debería servir de acicate para ayudar a mejorar la calidad del sistema educativo en España y a elevar los criterios de rigor y formación de los estudiante­s. El objetivo final, tanto de los centros públicos como de los privados, debe ser beneficiar no solo a los aspirantes o incluso destacar en el mercado, sino aportar prestigio y conocimien­to al conjunto de la sociedad española.

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