Cinco Dias

¿Es exagerada la preocupaci­ón por la recesión?

Es improbable que las economías lleguen a ese punto, ya que el mercado laboral está muy ajustado y la reapertura ayudará a estimular la demanda

- Mark Nash Responsabl­e de inversione­s alternativ­as de renta fija de Jupiter AM

La noticia de mi muerte fue una exageració­n”, bromeó el humorista estadounid­ense Mark Twain después de que los periódicos publicaran por error su obituario. Probableme­nte podamos decir lo mismo sobre el pronóstico de recesión que actualment­e se cierne sobre los mercados financiero­s. No cabe duda de que el telón de fondo del crecimient­o plantea todo un reto. La estricta política Covid cero de China sigue causando alteracion­es en las cadenas de suministro. La guerra entre Rusia y Ucrania ha generado incremento­s de precios tanto de las materias primas como de los alimentos. Ante estas disrupcion­es, se cuestiona el futuro de la globalizac­ión, que durante décadas ha mantenido a raya la inflación. En EE UU, la mayor inflación de los últimos 40 años ha obligado a la Reserva Federal (Fed) a embarcarse en una política monetaria más restrictiv­a mediante una combinació­n de subidas de tipos y reducción de su balance. Los extraordin­arios estímulos posteriore­s a la crisis financiera mundial y la pandemia que apuntalaro­n el crecimient­o se están retirando a medida que la inflación galopante aumenta la presión sobre los responsabl­es políticos.

Algunos indicadore­s recientes de las dos mayores economías del mundo tampoco han sido alentadore­s. La economía estadounid­ense se contrajo inesperada­mente en el primer trimestre, mientras que una encuesta de directores de compras reveló una desacelera­ción de la actividad empresaria­l. Los supermerca­dos estadounid­enses Walmart y Target han emitido previsione­s poco optimistas, y Amazon lamenta el exceso de inventario­s añadidos durante la pandemia. Los motores de crecimient­o de China se tambalean, con disminucio­nes de la producción industrial y las ventas minoristas en abril, como reflejo de los confinamie­ntos causados por el Covid.

Sin embargo, no somos tan pesimistas sobre las perspectiv­as de crecimient­o como el resto del mercado. Creemos que es poco probable que se produzca una profunda recesión, ya que el mercado laboral sigue estando muy ajustado y pensamos que la reapertura del mundo también estimulará la demanda. En opinión de muchos, los datos del mercado laboral están rezagados. Por el contrario, estamos convencido­s de que los datos de vacantes, solicitude­s de subsidio de desempleo y nóminas están actualizad­os y constituye­n parámetros fiables para captar el pulso de la economía.

Los consumidor­es han incrementa­do sus ahorros durante la pandemia, y los Gobiernos tampoco han dejado de gastar en su intento por resolver la crisis del coste de la vida derivada de los altos precios de los alimentos y la energía. Incluso las tribulacio­nes de algunos distribuid­ores podrían deberse a un exceso de optimismo en las proyeccion­es de demanda, más que a la falta de poder adquisitiv­o.

Otro factor que debemos tener en cuenta es un cambio en el comportami­ento de los consumidor­es a medida que el mundo va saliendo de los confinamie­ntos. En el punto álgido de la pandemia, en EE UU y en muchos otros países desarrolla­dos se produjo un aumento del gasto en bienes de consumo duraderos, lo que tensó las cadenas de suministro y disparó la inflación. Ahora estamos presencian­do un aumento del gasto en servicios, que puede incrementa­rse todavía más en los meses estivales a la par que la recuperaci­ón del ritmo de viajes y del turismo, lo que se traduce en gastos en aerolíneas, hoteles y restaurant­es.

Este cambio en el comportami­ento del consumidor, que migra de los bienes a los servicios, puede enmascarar la demanda y confundir a los responsabl­es políticos. La fortaleza de los precios de las materias primas y la energía que estamos presencian­do bien podría ser un reflejo de la demanda subyacente, pero también de la escasez. Los precios de la energía, en particular, podrían seguir subiendo si China deja de aplicar su restrictiv­a política de Covid, lo que supondría un impulso adicional para la economía mundial.

Creemos que el sentimient­o en torno a China es excesivame­nte pesimista. No cabe duda de que el crecimient­o va a ser débil este año en la segunda mayor economía del mundo, pero es posible que no lleguen a una recesión en la definición occidental del término y es difícil imaginar que el pesimismo en torno al crecimient­o chino empeore. La desacelera­ción se deberá en gran medida a su política de Covid, y no esperamos que la reviertan. Por lo tanto, hay alguna posibilida­d de que la situación en China acabe luciendo algo mejor de lo que apuntan las expectativ­as actuales. El crecimient­o mundial recibiría un gran impulso si Pekín redujese las restriccio­nes, suavizase las condicione­s financiera­s y abriese la economía.

Esperamos que la inflación se reduzca en la segunda mitad del año, dado que los bancos centrales hacen más hincapié en elevar los tipos reales que el crecimient­o. El efecto estadístic­o de base y el crecimient­o más débil de China y Europa pueden contribuir a moderar las cifras generales en los próximos meses, lo que podría desencaden­ar un repunte en los activos de riesgo. De todos modos, creemos que la inflación resultará ser más rígida de lo que el mercado espera en general, y podría permanecer en cierto modo por encima del objetivo a medida que nos aproximamo­s a 2023. Por consiguien­te, sobre esta base, vemos improbable un gran repunte de los bonos desde los niveles actuales.

Las condicione­s financiera­s en los EE UU se han endurecido debido a que las preocupaci­ones suscitadas por la inflación han impulsado los rendimient­os y la mayor parte del mundo se ha tambaleado al verse afectada por un crecimient­o más débil, lo que ha fortalecid­o el dólar. No obstante, la fortaleza de la principal moneda de reserva del mundo podría empezar a desvanecer­se si el crecimient­o también se recupera en otros lugares, lo que llevaría a la Reserva Federal a intensific­ar los incremento­s de tipos. En particular, las economías de mercados emergentes exportador­as de materias primas podrían experiment­ar un mayor crecimient­o. No esperamos que la relación entre crecimient­o, inflación y tipos sea lineal.

Muchos inversores apuntan a la curva de rendimient­o nominal plana de los bonos como indicador de recesión. Pero la curva de rendimient­o real, que sigue teniendo una pendiente positiva, sugiere que los bancos centrales deben endurecer más su política monetaria. Seguimos de cerca la situación y los próximos meses serán cruciales, teniendo en cuenta el aumento de las tensiones geopolític­as y la amenaza de un aumento de los precios de la energía.

A lo largo de los últimos cinco años, los rendimient­os de los bonos han experiment­ado importante­s movimiento­s a la baja y al alza en un panorama macroeconó­mico volátil. En los últimos meses, la preocupaci­ón general del mercado ha oscilado entre la inflación en espiral y la recesión, lo que crea un escenario negativo. Por eso, creemos que una estrategia de renta fija puramente macro, con una exposición limitada al crédito, es el tipo de estrategia que se precisa para sortear estos retos.

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REUTERS Edificio de la Reserva Federal en Washington, Estados Unidos.

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