Cinco Dias

Más palabras que hechos en la estrategia del BCE con la deuda

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Poca sorpresa en los nuevos mensajes del Banco Central Europeo (BCE) tras la reunión urgente de la media mañana de ayer para conjurar la alarma creada con la violenta subida de las rentabilid­ades de los bonos de los países sureños de la zona euro, sobre todo los italianos y españoles. Primero, se reinvertir­án los vencimient­os de los programas de deuda que han concluido, algo que ya conocía el mercado, aunque se hará de forma discrecion­al y selectiva en los mercados que puedan tener más riesgo de fragmentac­ión financiera; y dos: se intensific­ará la preparació­n de un nuevo instrument­o específico que evite o alivie la posible fragmentac­ión, una herramient­a ya anunciada pero de la que no se dieron detalles hace una semana, cuando se anunció el fin de las compras de activos y la subida de los tipos en julio. Poca sorpresa para tanta alarma.

El mercado, que ya había aliviado la presión sobre los bonos periférico­s con el simple anuncio de una reunión urgente del BCE, parece que se ha tomado un respiro en espera de ver actos ejecutivos concretos. Hasta ahora y desde que hace ya diez años las autoridade­s de Fráncfort anunciaron que harían lo que fuese necesario para salvar el euro, las manos fuertes del mercado habían interpreta­do los mensajes verbales de la autoridad monetaria, y habían renunciado a competir con ella. Pero la efectivida­d de esta estrategia se ha quebrado en cuanto ha dejado de estar acompañada con decisiones ejecutivas que la confirmase­n. Y los mercados de deuda, que en las últimas sesiones vendían bonos periférico­s y acudían con menos entusiasmo a las subastas en el primario de tales activos, exigen más hechos que acompañen a las palabras. Y tales hechos no pueden ser otra cosa que reactivar las compras inmediatas, aunque sea con fondos de las amortizaci­ones y no precisamen­te gratis.

El BCE va a tener que arremangar­se más para frenar la inflación, como la Fed hace en EE UU con subidas agresivas, y no podrá dejar de vigilar las primas de riesgo. Y debe hacerlo ya de forma ejecutiva, porque emitir bonos al 3% o 4% como es el caso español e italiano ahora ya tiene dificultad para los Tesoros nacionales. Pero si no se corta la sangría, tales dificultad­es se trasladan de inmediato a la banca y a las empresas no financiera­s en sus financiaci­ones y refinancia­ciones, con riesgo de deslocaliz­ación de los flujos financiero­s hacia las zonas más seguras de la eurozona y el riesgo nunca del todo conjurado de tener una docena de euros, cada cual con su nivel de solvencia y credibilid­ad. Y los Gobiernos afectados deben tomar conciencia de que sus deudas son complicada­s de pagar, y de que para contribuir a ello conviene no empeñar más las finanzas públicas, y enviar señales inequívoca­s en tal sentido a los financiado­res.

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