Los cotidianos males de la crisis golpean ya hasta al poderoso Pentágono
No parece que la Gran Dimisión haya llegado (todavía) al Pentágono, pero sí la escasez de personal, los cuellos de botella y hasta los rigores de la inflación. Habrá quien lo vea todo como un signo de los tiempos y habrá quién lo considere una anécdota simbólica, pero no deja de ser inquietante que el corazón del poder militar de Estados Unidos se vea afectado por los males cotidianos que aquejan a las empresas de medio mundo. El azote de la inflación, por ejemplo, ha obligado a cambiar la política de contratación del Departamento de Defensa de EE UU, que ha comenzado a aceptar cláusulas de ajuste de precios en los contratos de sus proveedores. Es la vida misma, que llega a todos los rincones.