Como si fuera el último verano para viajar, antes de que llegue el frío y crudo invierno
La sensación es de que podría ser el último verano de nuestras vidas; al menos, es una sensación que no se irá fácilmente tras la pandemia. Una invitación a vivir cada momento como si fuera el último, y seguramente por eso los viajes y el turismo están batiendo récords, pese a las subidas de los precios. Hay ganas de disfrutar y de recuperar el tiempo perdido, aunque los bolsillos acabarán poniendo el límite a medida que la inflación vaya haciendo mella en los ahorros y los sueldos.
El aumento de los costes del combustible es el mayor freno para las perspectivas de IAG, mientras que hoteleras como Meliá o NH están menos expuestas a ello, aunque sí lo estén indirectamente; sí sufren, a cambio, la subida del precio de los alimentos. También está a merced de los precios, claro, Aena, mientras que Amadeus no sufre los problemas de inflación, más allá de lo que pueda suponer a la demanda. Aunque eso se verá más en otoño-invierno, una temporada que pinta fría (con menos gas, y más caro) y recesiva. Pero para mucha gente, el sentimiento es de que ya habrá tiempo de eso; ahora es, casi ya, verano.