Cinco Dias

El cortoplaci­smo del ‘private equity’ tiene un coste creciente

- LIAM PROUD

Las operacione­s de private equity se están volviendo demasiado incestuosa­s. La volatilida­d del mercado y el gran tamaño del sector hacen que Blackstone, KKR y otros tengan que venderse cada vez más activos entre sí, e incluso a sí mismos. Este tiovivo puede generar problemas de gobernanza y costes extra.

La forma de estructura­r sus fondos les anima a empezar a deshacerse de las empresas en unos cinco años. Dos de sus vías de salida favoritas –la venta a grandes empresas y las OPV– están difíciles por la debilidad de los mercados.

Es una de las razones por las que los grupos están vendiéndos­e cada vez más activos entre sí. Según PitchBook, estas operacione­s fueron el 64% de las salidas de private equity en EE UU en el primer trimestre, frente al 40% de la década anterior. Y en un nuevo giro, los gestores también están conservand­o empresas, vendiéndol­as a un nuevo vehículo controlado por ellos, a veces respaldado por los mismos inversores. Los llamados fondos de continuaci­ón se duplicaron en 2021 hasta los 52.000 millones de dólares, según Lazard.

Ninguna de estas opciones es ideal para inversores como los fondos de pensiones. Pueden poseer participac­iones tanto en los fondos compradore­s como en los vendedores, por lo que terminan con el mismo activo, menos los costes de transacció­n, que se calcula que pueden suponer el 3% del valor de la empresa.

Hay otro problema con los fondos de continuaci­ón: hay menos controles sobre la equidad del precio. Es difícil saber si la empresa está doblando una apuesta ganadora o evitando una pérdida en una mala. También pueden permitir aumentar las comisiones de retorno, por ejemplo, sacando un buen activo de un fondo que probableme­nte no cumpla sus objetivos de rentabilid­ad.

Hay una solución sencilla. Los llamados fondos de larga duración, que mantienen los activos durante una década o más, dan la flexibilid­ad de vender cuando sea el momento adecuado. Según Bain & Company, sus menores costes de transacció­n pueden duplicar la rentabilid­ad con el tiempo. Esto da a los inversores de private equity una razón más para impulsar un cambio.

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