Los indicadores coinciden en que viene el ‘virus’ que acabará con la inflación
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La mayoría de los indicadores de futuro coinciden: viene una recesión, y hasta el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) dibuja un escenario para 2023 de, cuanto menos, estanflación. Aunque en pleno mes de julio a nadie le apetezca pensar en los rigores del invierno (bastante tenemos con el calor), lo cierto es que se avecinan tiempos de retroceso económico, como señala la curva de tipos de los bonos soberanos estadounidenses. Que la rentabilidad de los bonos a corto plazo, que teóricamente tienen menos riesgo, sea ligeramente mayor que los de duración más extensa, implica que vienen tiempos complicados a corto y medio plazo.
Los bancos centrales han abierto ya la caja de las subidas de tipos, y, roto el tabú, van a exprimirla todo lo posible, y a velocidades sustantivas, aunque no tanto como la de la inflación. Igual que hay virus que comen bacterias, la recesión se come a las subidas de precios, aunque tenga sus propias consecuencias negativas. La Reserva Federal de EE UU (Fed) y el BCE tienen menos capacidad de control de lo que les gustaría a ellos y al público; su tarea tiene mucho de prueba-error. Pero tras años de acomodamiento en los tipos ultrabajos, están saliendo del estupor a la fuerza.