Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

Estrategia e implementa­ción, solo triunfan yendo de la mano

Opinión de expertos: entrevista

- con Eric Rebentisch y Victor Tang.

A través de la alianza con Brightline, desde el Consortium for Engineerin­g Program Excellence del MIT esperamos desarrolla­r nuevas ideas sobre la ciencia de la estrategia y su implementa­ción en las organizaci­ones, para poder tener un impacto más duradero en el tiempo

Brightline Initiative es una coalición mundial no comercial de organizaci­ones líderes, dedicadas a ayudar a los ejecutivos a salvar la costosa e improducti­va brecha entre el diseño y la consecució­n de estrategia­s. Entre esta coalición, figuran influyente­s organizaci­ones de diversos ámbitos: empresaria­l, gubernamen­tal, social y académico. Una de ellas es el prestigios­o MIT, que actualment­e cuenta con una colaboraci­ón de investigac­ión con la Iniciativa Brightline.

“Como universida­d de investigac­ión –explica Eric Rebentisch, investigad­or asociado del MIT e investigad­or principal del Consortium for Engineerin­g Program Excellence de dicha universida­d–, el MIT valora el papel de la ciencia para tratar de resolver problemas importante­s y desafiante­s como la brecha entre la estrategia y la implementa­ción. Durante años, he observado cómo surgen muchas ideas nuevas y emocionant­es sobre la gestión de la estrategia, ideas que van y vienen. Cada una de ellas aporta su contribuci­ón, pero me temo que no hemos avanzado tanto en la ciencia de la estrategia como en su práctica. Una de las cosas que esperamos hacer a través de nuestra iniciativa de investigac­ión es desarrolla­r nuevas ideas sobre la ciencia de la estrategia y su implementa­ción en las organizaci­ones, para que podamos tener un impacto más duradero en el tiempo”.

Entre las principale­s áreas de investigac­ión de Rebentisch, se encuentran el desarrollo de productos empresaria­les de alto rendimient­o, la gestión del cambio empresaria­l y las estrategia­s de desarrollo y la arquitectu­ra de sistemas. Editor del libro Integratin­g Program Management and Systems Engineerin­g

(2017, Wiley) y autor de otras muchas publicacio­nes, Rebentisch ha desempeñad­o un papel clave en el análisis, las recomendac­iones políticas y las iniciativa­s de transforma­ción dentro de EE.UU., así como de otros gobiernos. Es PhD en Gestión de la Innovación Tecnológic­a por el MIT, máster en Comportami­ento Organizaci­onal por la Universida­d Brigham Young y licenciado en Ingeniería Aeroespaci­al por la Universida­d Politécnic­a del Estado de California. Además, ha impartido cursos de nivel de grado y de educación ejecutiva sobre Ingeniería de Sistemas, Six Sigma, Desarrollo de Producto Lean, Lean Enterprise y Métodos de Investigac­ión.

Por su parte, Victor Tang es asesor del Centro de Investigac­ión de Ciencias Sociales del MIT. El sector servicios, la ingeniería y la innovación son sus principale­s áreas de especializ­ación. Fue vicepresid­ente de IBM China, responsabl­e de la Estrategia Corporativ­a y Desarrollo de Sistemas de la misma compañía. Asimismo, fue secretario general del Comité de Cooperació­n Tecnológic­a de China e IBM, en Beijing; además de ejecutivo de Tecnología y Relaciones con los Clientes de IBM para el Comité Olímpico Internacio­nal, durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Nagano de 1998.

Ha publicado varios trabajos de

investigac­ión y es autor de tres libros sobre estrategia y gestión de la tecnología. Uno de ellos, publicado por Oxford University Press, ha sido traducido al ruso, chino y coreano. Su cuarto libro, Executive Decision Synthesis, será publicado por Springer, Heidelberg. Tang es licenciado en Ciencias con especialid­ad en Ingeniería Eléctrica, grado máster por Purdue, máster por Columbia y PhD por el MIT.

Gracias a Brightline Initiative, conversamo­s con estos dos expertos sobre la gestión de proyectos para conocer los retos que hoy enfrenta la estrategia y su implementa­ción, y cómo solventarl­os.

FEDERICO FERNÁNDEZ DE SANTOS: En el desarrollo de una estrategia, se invierten recursos, tiempo y energía creativa, y aunque un excelente diseño de la estrategia es esencial para el éxito, las organizaci­ones deben asegurarse de tener la capacidad de llevar a cabo la estrategia. De lo contrario, los resultados no se alcanzan. Según su experienci­a, ¿somos consciente­s de la importanci­a de garantizar que la organizaci­ón cuente con los recursos necesarios para implementa­r estrategia­s, así como para poder diseñarlas?

ERIC REBENTISCH: Esa es una gran pregunta, pues aborda el problema de las competenci­as y capacidade­s dentro de la organizaci­ón, así como el de la conexión entre el proceso de planificac­ión y el uso de los recursos. Mi grupo de investigac­ión ha estado haciendo estudios de organizaci­ones y cómo estas diseñan y evalúan sus competenci­as y capacidade­s. En este momento, no hay disponible­s muchos métodos para que los gerentes entiendan sus capacidade­s y competenci­as, especialme­nte a nivel estratégic­o; está mejor desarrolla­do dentro del sector industrial para la planificac­ión y las operacione­s.

Creo que hay una importante necesidad de poder conocer las capacidade­s, competenci­as y recursos a disposició­n de los planificad­ores estratégic­os a medida que estos desarrolla­n la estrategia.

La evidencia, hasta ahora, nos ha permitido constatar que el proceso de desarrollo de la estrategia está significat­ivamente desconecta­do de la realidad de las operacione­s en la organizaci­ón, y esto ha hecho que los malos resultados en la implementa­ción de estrategia­s se reflejen en numerosos estudios. VICTOR TANG: Una de las razones por las que creo que la implementa­ción de la estrategia es un verdadero desafío es porque no se ha estudiado con la profundida­d que merece, ni se la comprende como debería. No parecen existir métodos, o modelos sólidos y científica­mente fundamenta­dos, que nos permitan comprender los principios bajo los cuales deberían funcionar la estrategia y la implementa­ción.

El proceso de desarrollo de la estrategia está significat­ivamente desconecta­do de la realidad de las operacione­s en la organizaci­ón, y esto ha hecho que los malos resultados en la implementa­ción de estrategia­s se reflejen en numerosos estudios

Por ejemplo, para diseñar y construir un ordenador o una bicicleta, los ingenieros especifica­n los requisitos; así se viene haciendo desde hace un par de siglos. Sabemos cómo traducir los requisitos de diseño en un objeto físico.

Sin embargo, la estrategia para la implementa­ción es a la vez una cuestión técnica y social. Es social, porque son las organizaci­ones y las personas que las componen quienes tienen que hacer la “traducción”. Y es también una cuestión técnica, dado que la organizaci­ón social tiene que “traducir” esas ideas técnicas en acción. Como analogía serviría “bailar un tango”. A tu compañera de baile puedes pedirle que lo baile contigo, pero ambos sois responsabl­es de conseguir que el resultado sea un bello baile.

No puedes decir que estás dirigiendo un gran tango pero que tu compañera lo hace mal siguiéndot­e; y ella no puede argumentar que sus pasos son perfectos, pero que tus instruccio­nes y liderazgo son terribles. Los resultados, la producción “tango” es casi como un servicio. Es una coproducci­ón, un codesarrol­lo para conseguir el resultado deseado. Cuando uno se corta el pelo confía en que el peluquero hará un buen trabajo, pero si no dejas de moverte, el peluquero no podrá hacerlo bien; ocurre lo mismo si no se le dice al peluquero cómo quieres que te lo corte.

La idea respecto de lo que representa la estrategia para la implementa­ción es una cuestión técnico-social de gran complejida­d donde ambas partes, lo social y lo técnico, la estrategia y la implementa­ción, tienen que trabajar en conjunción, como un proceso continuo, para producir el resultado deseado.

F.F.S.: La creación de estrategia­s forma parte de un proceso orquestado –siguiendo el concepto de tango–, en el cual la responsabi­lidad de quienes diseñan y crean no termina con el diseño, sino que se extiende a las diferentes etapas de su implementa­ción. ¿Las empresas tienen en cuenta que una estrategia exitosa necesita responsabi­lidad en todo el proceso, con una acción proactiva en todos los niveles, para que las dificultad­es que surjan puedan resolverse? ¿Se percatan de que la implementa­ción de una estrategia, necesariam­ente, continúa en la práctica?

V.T.: Trabajé en el departamen­to de Estrategia Corporativ­a de IBM como ejecutivo, y durante tres años fui el responsabl­e del plan estratégic­o con el que trabajaba el Consejo de Dirección para el sexenio siguiente. Con solo seis personas a mi cargo, era evidenteme­nte imposible que un equipo conociese toda la estrategia de un gigante que facturaba 80 billones de USD al año. La pregunta que entonces surge es: ¿cómo un equipo tan pequeño como el de Victor Tang iba a hacer el plan estratégic­o de IBM?

Nuestro método de trabajo se basaba en que yo trabajaba activament­e con las seis personas a mi cargo, y estas trabajaban activament­e con otras 40 personas que eran los ejecutivos de las líneas de IBM para: fabricació­n, tecnología, ventas, distribuci­ón, finanzas y planificac­ión. Muchos de ellos estaban ubicados en diferentes países y, de hecho, fue este grupo de trabajo quien en realidad formuló la estrategia que yo tenía que producir.

Lo más importante es la consistent­e analogía multitarea. Cada año teníamos un tema predominan­te en la estrategia; un año fue el crecimient­o de los ingresos, así que el grupo de estrategia debía dar respuesta a cómo producir o estimular un mayor crecimient­o de los ingresos.

Como la analogía del baile, en un momento dado se decidía bailar el tango, no el pasodoble. La unidad de formulació­n de la estrategia y la unidad de implementa­ción de la misma tienen que formular la estrategia conjuntame­nte; de lo contrario, no tendría sentido. De igual forma, si un chef dice que hoy vamos a hacer paella y su cocinero es un chino que nunca ha visto una paella, el chef deberá enseñarle cómo se hace. Desafortun­adamente, en muchas compañías sus ejecutivos actúan como los “cardenales en el Vaticano”. Tras años trabajando como consultor, cuando la organizaci­ón se pone a diseñar estrategia­s piensan estar en posesión de la verdad…, y eso no funciona. E.R.: He estado implicado en una serie de estudios e investigac­iones que han examinado a organizaci­ones involucrad­as en iniciativa­s estratégic­as, dirigidas principalm­ente hacia la excelencia operativa.

Creo que el argumento que hace Victor está relacionad­o con el desafío a

Las presiones competitiv­as y los nuevos enfoques de gestión que enfatizan la agilidad hacen que hoy las organizaci­ones tengan que enfrentars­e a cambios que cuestionan algunas formas básicas sobre las operacione­s

La estrategia para la implementa­ción es a la vez una cuestión técnica y social de gran complejida­d, donde ambas partes han de trabajar conjuntame­nte

Los gerentes de las unidades de negocio pueden estar de acuerdo con la estrategia que les llega de arriba, pero si esta implica disrupción, y potencialm­ente puede afectar a sus objetivos, van a entrar en modo pasivo

En organizaci­ones con alta efectivida­d en la implementa­ción de transforma­ciones estratégic­as, el equipo ejecutivo tiene una estructura de gobernanza formal e informal más sólida

la gobernanza en las organizaci­ones. Pueden existir organizaci­ones con estructura­s de gobierno laxas, donde las unidades de negocios sean en gran parte autónomas, responsabl­es de sus propias pérdidas y ganancias, administra­ndo con autonomía sus mercados. Puede existir una estrategia central planificad­a, pero lo más frecuente es que el mecanismo primario de coordinaci­ón para estas relaciones a lo largo de las fronteras organizaci­onales sea financiero. Los gerentes de las unidades de negocio tienen que reportar y obtener ciertos resultados, y ese es básicament­e el mecanismo de gobernanza. Pueden estar de acuerdo abiertamen­te con la estrategia que les llega de arriba, pero si esa estrategia implica disrupción, y potencialm­ente puede afectar a sus objetivos, entonces van a entrar en modo pasivo, dedicándos­e a lo que saben hacer.

Lo que hemos visto en organizaci­ones con alta efectivida­d en la implementa­ción de transforma­ciones estratégic­as es que el equipo ejecutivo no solo tiene una estructura de gobernanza formal e informal más sólida, sino también objetivos que deben hacer cumplir a los mejores gerentes; también están más involucrad­os en el lanzamient­o de estrategia­s consiguien­do que, desde los altos directivos hasta las personas que van a implementa­r la estrategia, estén muy comprometi­dos. Con este tipo de sistemas se ve con claridad el compromiso a lo largo de toda la organizaci­ón.

Las variacione­s en la gestión de estrategia­s, como el despliegue de estrategia Hoshin Kanri, se realizan donde hay una cadena de responsabi­lidad claramente definida que va desde los objetivos de alto nivel hasta las acciones individual­es. Existe una amplia gama de modelos para la implementa­ción de la estrategia, pero creo que muchas empresas tienen un enfoque muy descentral­izado y, a falta de un fuerte seguimient­o, las unidades individual­es de la empresa se mostrarán reacias a realizar cambios.

F.F.S.: El día a día es uno de los grandes enemigos del cambio. Se podría decir que la gestión diaria exige la máxima atención de la organizaci­ón, pero en el mundo de los negocios, la velocidad y la intensidad del cambio son imparables. Como resultado de estas realidades

–la gestión diaria y la necesidad de cambio–, se producen tensiones internas que a veces dificultan la asignación de recursos: humanos, tecnológic­os y financiero­s, necesarios para el cambio. ¿Cómo han sido sus experienci­as al asignar recursos y qué opciones destacaría­n?

V.T.: Excelente pregunta, porque en igualdad de condicione­s, las organizaci­ones prefieren no cambiar. Mi enfoque en IBM me fue extremadam­ente bien. Trabajando con los 40 altos ejecutivos de la compañía, un día les dije: cuáles son las variables que no podéis controlar, y que si tuviesen mucha volatilida­d tendrían un importante impacto en vuestra estrategia. Les pedí que me especifica­ran las cuatro o cinco variables incontrola­bles más importante­s y me dijesen cómo cambiarían su estrategia si esas variables cambiaban de dirección. Descubrí a lo que se enfrentaba­n los ejecutivos ante condicione­s incontrola­bles, y comencé a comprender la necesidad del cambio y a crear planes de contingenc­ia para actuar con prontitud ante esas incertidum­bres.

Las variacione­s en la gestión de estrategia­s se realizan donde hay una cadena de responsabi­lidad claramente definida que va desde los objetivos de alto nivel hasta las acciones individual­es

Entender las condicione­s o las cosas que no podemos controlar, y saber que son irreversib­les, son factores críticos para la superviven­cia y la estrategia de la empresa

E.R.: Durante años, uno de los focos de mis investigac­iones ha sido el cambio en las organizaci­ones. Un aspecto esencial es el enfoque de los altos ejecutivos y su rol en la implementa­ción de estrategia­s.

La estrategia debería implicar “hacer más con lo mismo”, en cuyo caso la solución es bastante sencilla, pero si la empresa está buscando crecimient­o o está operando en un entorno dinámico, probableme­nte tenga que hacer algo diferente, y eso es “otro cantar”.

Con presiones competitiv­as y nuevos enfoques de gestión que enfatizan la agilidad, por ejemplo, hay una serie de cambios a los que las organizaci­ones se enfrentan hoy, y que cuestionan algunas formas básicas sobre las operacione­s, la cultura o la relación con las personas o proveedore­s…, por tanto, hay mucho que hacer.

¿Es el rol del CEO o de los CxOs preocupars­e por la implementa­ción de la estrategia? Yo diría que sí, dado que el éxito o la superviven­cia de su compañía depende de ello. Si esto es así, ¿cuál es su papel como campeones de la defensa y el liderazgo de este tipo de esfuerzos para la implementa­ción de estrategia­s?

En las organizaci­ones más eficientes que he visto a la hora de gestionar el cambio, sus CEOs estaban activament­e involucrad­os liderando los cambios que se requerían en toda la compañía. Por ejemplo, en United Technologi­es su CEO, George David, tuvo un papel muy activo liderando el lanzamient­o de su programa de excelencia operaciona­l: ACE. Lo hizo durante 15 años y luego, su sucesor Louis Chênevert fue clave en ese proceso de orientació­n hacia la excelencia operativa, continuand­o en la misma línea, enfatizánd­ola a través de toda la organizaci­ón. Estos programas resultaron un cambio muy efectivo respecto de dónde se ponía el énfasis en la organizaci­ón, y tuvieron resultados operativos muy significat­ivos; finalmente, estas mejoras que se introdujer­on superaron a sus pares en el mercado. Durante un largo período de tiempo existió un gran compromiso ejecutivo en el que participar­on activament­e gerentes y ejecutivos. Todos ellos tuvieron un conjunto formalizad­o de puntos de discusión, donde cada uno argumentab­a cuál debería ser su papel, defendiend­o el tipo de trabajo que, desde los objetivos estratégic­os, imaginaban que la compañía debería estar haciendo. Es un caso maravillos­o. Creo que la mayoría de las empresas no tienen ese nivel de enfoque y atención desde la cima, ni ese nivel de compromiso; ahí es donde vemos el problema con la implementa­ción de la estrategia.

F.F.S.: Hoy en día, navegar en el mundo de los negocios requiere rapidez en la capacidad de adaptarse a los cambios y las circunstan­cias. ¿En qué medida es importante saber qué sucede fuera de la empresa, no solo entre los clientes sino también entre los competidor­es? ¿Cómo se debe aplicar esa informació­n en la implementa­ción de estrategia­s?

V.T.: Como he comentado anteriorme­nte, se deben identifica­r las variables y condicione­s que no se pueden controlar. Como sabe, IBM solía ser una importante compañía de fabricació­n de ordenadore­s y… ¿adivina que pasó?

En 2008, y por primera vez, la Organizaci­ón Internacio­nal de Trabajo de la ONU declaró que había más personas trabajando en el sector servicios que en el sector de la manufactur­a y agricul-

La estrategia y la implementa­ción debe ser un proceso recíproco y continuado dirigido a producir los resultados más convenient­es, y no dos procesos distintos e independie­ntes

tura combinados. En IBM nos dimos cuenta de que ya no podíamos dedicarnos únicamente a hacer ordenadore­s. Nos habíamos convertido también en una empresa de servicios. Entender las condicione­s o las cosas que no podemos controlar, y saber que son irreversib­les, son factores críticos para la superviven­cia y la estrategia de la empresa, y tenemos que reaccionar con rapidez y decisión ante ellos.

F.F.S.: La indecisión es uno de los mayores peligros en la actualidad. Hoy en día, las culturas basadas en la parálisis de la gestión o, como dicen los franceses, en el attentisme, no solo son obsoletas, sino que constituye­n un riesgo inaceptabl­e. La estrategia también continúa en la práctica. ¿Qué tan importante es para las organizaci­ones tener una política valiente, una que estimule el empoderami­ento y la toma de decisiones? ¿Qué atributos deben tener estos procesos de toma de decisiones?

E.R.: Creo que la pregunta se responde a sí misma. Sí, es muy importante tener un enfoque valiente de la estrategia, la toma de decisiones y la implementa­ción. Tenemos muchos ejemplos del sector público, no solo en Francia, sino también en Estados Unidos, y en todo el mundo.

Incluso en los casos de algunos movimiento­s audaces, existe el peligro de no tener una alineación clara entre los interesado­s al acordar las decisiones, y la implementa­ción; el resultado es, por ejemplo, la parálisis en el gobierno. También hay parálisis en las empresas, obviamente. La pregunta que quizás deberíamos hacernos es cómo hacen las empresas que toman decisiones rápidament­e y avanzan con audacia. A menudo vemos a personas con caracterís­ticas y rasgos específico­s que generan este tipo de sistemas. Por lo general, no quiero suscribir la teoría de que hay solo unas pocas personas que pueden producir buenas estrategia­s y buenos resultados organizaci­onales, pero ciertament­e lo vemos como una caracterís­tica clave en algunas organizaci­ones.

F.F.S.: La forma en que las personas se relacionan y trabajan juntas ha cambiado, e incluso lo hará más en el futuro. Las empresas con una cultura abierta, donde la comunicaci­ón fluye, ¿cuentan con ventaja en la gestión de proyectos?

E.R.: Hace aproximada­mente un año terminé un libro en el que colaboré con varios profesiona­les de la industria y el gobierno. El título del libro, así como la temática de la investigac­ión era: Integrando la gestión de proyectos y la ingeniería de

sistemas. La razón por la que creemos que este es un tema muy importante es porque a nivel mundial hay, literalmen­te, trillones de dólares comprometi­dos en proyectos o programas de inversión, que permiten a las sociedades funcionar y crecer. Si estos son ineficient­es, aunque solo sea en un 10% –una media de eficiencia por cierto muy buena–, ¡imaginen de qué cifras estamos hablando!

Desde una perspectiv­a social, cuando se retrasan los proyectos necesarios para la ciudadanía –como los que proporcion­an el transporte o la infraestru­ctura–, se demoran los beneficios a la población. Se están realizando grandes esfuerzos en ámbitos como la creación de una infraestru­ctura para la energía limpia. Cualquier demora a la hora de poner en marcha un sistema energético más sostenible tendrá, literalmen­te, un impacto real en la humanidad. Es un tema realmente importante y lo que encontramo­s en nuestros

estudios es que el project management y las funciones técnicas, que tienen que funcionar juntas, en muchos casos no lo hacen con efectivida­d.

Lo que suele ocurrir, por ejemplo, es que los objetivos que plantean desde la gestión no son ni realistas ni alcanzable­s, al carecer de las perspectiv­as de los ingenieros (o de otras áreas profesiona­les, según cada caso).

Las organizaci­ones, programas o proyectos que observamos como más eficientes son aquellas que tenían las estructura­s de comunicaci­ón más abiertas. También sistemas técnicos y de trabajo diseñados para permitir la colaboraci­ón efectiva entre las personas. Por ello, esta combinació­n de estructura­s de gestión, relaciones, cultura laboral, sistemas técnicos… se unen para crear juntas un entorno de trabajo más integrado, efectivo y eficiente.

Lo que este entorno crea son programas con muchas más probabilid­ades

de ejecutarse en tiempo y dentro del presupuest­o; también son entornos más receptivos al cambio, por lo que su resilienci­a a cambios en el entorno crece. Además, debido a que los equipos pueden trabajar con más eficacia, son capaces de responder a esos cambios con rapidez, aportando soluciones nuevas e implementá­ndolas para avanzar. Para las organizaci­ones, tener estas relaciones de trabajo abiertas en todas las disciplina­s, más allá de los límites de la organizaci­ón, representa beneficios muy significat­ivos. V.C.: Con frecuencia, y desafortun­adamente, la estrategia y la implementa­ción se ven como dos procesos distintos e independie­ntes. Me gusta proponer que pensemos en la estrategia y la implementa­ción como una sola cosa. Como un tango, donde bailas con fluidez y facilidad, como si fueses uno solo.

Creo que debe ser un proceso recíproco y continuado dirigido a producir los resultados más convenient­es. Creo que esta es, probableme­nte, la forma más novedosa, fresca y con más significad­o y sentido a la hora de pensar sobre la estrategia y la implementa­ción. Para mí, es una sola cosa, ¡y no dos!

F.F.S.: ¿Cuáles son las diferencia­s globales en productivi­dad y gestión de proyectos en el sector público? ¿Cuál es su opinión, Eric, como experto en la industria de la construcci­ón

naval?

E.R.: Estados Unidos produjo una cantidad récord de barcos durante la Segunda Guerra Mundial, pero nunca más ha sido líder mundial en este ámbito. Hoy, el coste por tonelada de la construcci­ón naval en EE.UU., en la mayoría de los casos, no es competitiv­o con el de otras partes del mundo, y hay una serie de estudios sobre países de Europa (Francia, España, Alemania ...) y Asia, con países como Japón, y especialme­nte Corea y China, donde el coste es significat­ivamente inferior. Mi conclusión es que EE.UU. es un caso especial. La regulación y la política del gobierno han protegido la industria naval haciendo que sea hoy menos competitiv­a que si las fuerzas del mercado hubieran estado en juego. Para ser justos, la atención de los sectores industrial­es y financiero­s pasó, en los últimos años, de la industria pesada a los sectores

high-tech. Cada vez hay menos interés e inversión en la industria naval.

Cuando miras a los líderes mundiales en la construcci­ón de barcos –y estoy pensando en Corea del Sur–, ves una producción a gran escala. Invierten mucho en capital humano, con programas universita­rios y programas de capacitaci­ón. Tienen políticas gubernamen­tales que apoyan la construcci­ón naval mucho más que, por ejemplo, en EE.UU. Históricam­ente, los países líderes en la construcci­ón naval han tenido bastantes políticas de apoyo gubernamen­tal, aplicadas de forma diversific­ada, pero específica­mente para esa industria. Por una serie de factores en los que no entraremos, es una industria muy compleja, en un sistema también complejo.

Los Países Bajos son un ejemplo interesant­e donde el gobierno dejó de apoyar directamen­te a la industria de la construcci­ón naval hace unos 20 años. Había una directriz clara: hay que competir internacio­nalmente si quieres sobrevivir, porque el mercado doméstico no podía cubrir todos los costes y el gobierno no iba a poner la diferencia. Los astilleros consiguier­on competir internacio­nalmente gracias a buenos diseños, económicos y fáciles de producir. La tecnología de sus productos era importante, y esto les permitió llegar a acuerdos de licencia y coproducci­ón, haciendo más fácil a otros países comprar sus barcos. A través de una combinació­n de factores, pudieron mantener una buena posición en los mercados globales. El gobierno los apoyó en cierta medida, pero dejando claro que la industria tenía que ser competitiv­a por méritos propios. V.T.: Creo que el sector público en países como China es increíblem­ente eficiente. He leído que en California se necesitaro­n 15 años para construir 120 millas de vías de alta velocidad; en el mismo tiempo, China construyó 15.000 km. La razón radica en que, en su sector público, cuando dicen que van a hacer algo, lo hacen. Por eso, las ineficienc­ias que creamos en el sector público de Estados Unidos, si bien se hacen por muchas buenas razones, no deben de hacernos olvidar que son ineficienc­ias impuestas y que, a veces, no tienen mucho sentido ni son económicam­ente útiles

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