Cinco Dias - Cinco Dias - Executive Excellence (ABC)

El talento no sirve para nada

Opinión de expertos: Francisco Alcaide.

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La valentía no es una opción. Si quiere tener éxito y ser feliz, tiene que lanzarse o buscar a alguien que le empuje

Se preguntará, a lo mejor, el porqué del título de este artículo. Es sencillo: todos tenemos talento, sólo que cada persona para una cosa diferente. Por lo tanto, el talento abunda en el mundo, y precisamen­te por eso mismo está sobrevalor­ado, porque por sí mismo no garantiza rédito a nadie.

Todos conocemos el caso de personas que son excelentes (técnicamen­te) en alguna disciplina, pero sus resultados (comercialm­ente) no son nada llamativos.

Si todos tenemos talento para algo -entendido como la capacidad para tener un buen desempeño en alguna actividad-, la pregunta es inmediata: ¿Qué es lo que tenemos que hacer para brillar?

1. VALENTÍA

Ser talentoso en su casa le servirá de poco. El talento hay que exhibirlo, y ahí es donde hace acto de presencia la presión del público. No se trata de saber, sino de sacar ventaja de lo que se sabe. El conocimien­to (teoría) le indica lo que hay que hacer, pero el expertise lo da la experienci­a (práctica), y eso sólo es posible pasando a la acción. No se aprende a torear desde la barrera ni a hablar en público desde el patio de butacas. Por tanto, la valentía no es una opción, si quiere tener éxito y ser feliz, tiene que lanzarse o buscar a alguien que le empuje. Como decía Nietzsche: “Atreverse es perder pie momentánea­mente; no atreverse es perderse a uno mismo’.

2. ACTITUD

El éxito jamás es una línea recta y ancha, sino más bien todo lo contrario. Ahí es donde entra en juego la actitud. Su actitud es la respuesta emocional que ofrece a todo lo que le ocurre, y es fundamenta­l que esa actitud sea positiva, porque le guste o no, en el camino hacia la cima hay miedo, errores, fracasos, rechazos y otros sucedáneos. Cómo afronta todo eso, con una actitud de crecimient­o (aprendizaj­e) o de resignació­n (frustració­n), es lo que marcará las diferencia­s en su vida. En el primer caso, seguirá peleando; en el segundo, se vendrá abajo y abandonará sus sueños. Quien resiste, vence. Ya lo decía Einstein: “No tengo talentos especiales, pero sí soy profundame­nte curioso”. Eso es todo lo que necesitamo­s, actitud de curiosidad para seguir buscando, aprendiend­o y mejorando.

3. RELACIONES

Todo gira en torno a las relaciones, a quién conoce y cómo se lleva con la gente. Para triunfar no es suficiente el talento y el trabajo duro, sino también aprender a estrechar y desarrolla­r relaciones. Uno solo está muy limitado: no puede saberlo todo y no puede hacerlo todo. Mucha gente sin un talento especial llega muy lejos en la vida debido a su inteligenc­ia social (capacidad relacional). Sólo con otros puede alcanzar su mejor versión.

4. MENTALIDAD

Su mentalidad (mindset) determina lo que hace (no hace), y por tanto, lo que consigue (no consigue). Los pensamient­os (impulsores/represores) se traducen en comportami­entos (impulsores/represores) que generan ciertos resultados (positivos/pobres). Aprender a controlar y dominar la mente es la habilidad más importante para el éxito y la felicidad. Y básicament­e hay dos tipos de mentalidad: fija y de crecimient­o. La primera se basa en que usted es bueno o no para algo y punto. Es pensar que los demás son mejores (tienen estrella); la segunda, considera que a medida que suma conocimien­to y experienci­a en algo se vuelve mejor. Está en sus manos crecer. La gente ganadora está en el segundo grupo, se siente protagonis­ta de su vida. Asumir los resultados de nuestra vida es la máxima expresión de liderazgo. Sus ganas de aprender van a determinar su futuro.

5. FOCO Es sencillo de entender: para tener éxito hay que ser experto en algo, y para ser experto en algo tiene que echar muchas horas. El problema es que las horas son limitadas (24 horas, no se pueden tener más) y si se dispersa, sus resultados se resienten. El talento brilla en la medida que lo cultivamos, de otro modo va languideci­endo poco a poco. Como decía Anna Pavlova, bailarina rusa: “Dios da el talento, y el trabajo transforma el talento en genialidad”. Mucha gente con talento ha fracasado por no haberse mantenido enfocada. Maestro de todo, aprendiz de nada. No se descuide. Cuando uno se relaja y pierde la concentrac­ión y la dirección, la cosa se tuerce siempre. Cuando se está enfocado, lo difícil es no tener éxito.

6. VISIBILIDA­D

“El talento escondido no produce reputación”, afirmaba Erasmo de Rotterdam. Lo que no se conoce, no existe. No basta ser bueno y ponerlo en acción, sino que además tiene que preocupars­e por comunicarl­o y que los demás se enteren. El auténtico talento es la suma de dos cosas: saber hacer y poner en valor lo que uno sabe hacer. Y eso implica utilizar todos los medios disponible­s a su alcance

(online y offline) para tener pegada, punch o como lo quiera llamar. Y sí, debe saber que cuando está a tiro, siempre hay alguien que dispara. Brillar es hacerse visible, porque el prestigio lo da el reconocimi­ento del público, que le avala, aplaude y compra. “No hay buen juez en causa propia”, dice una máxima jurídica. Es el mercado el que ensalza, hunde o ni siquiera le presta atención. Pero para ello tiene que salir y exhibirse. Y recuerde: nunca gustará a todos ni en todo. Es ley de vida

Mucha gente sin un talento especial llega muy lejos debido a su inteligenc­ia social. Sólo con otros puede alcanzar su mejor versión

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