La memoria de las flores
Il escritor y productor japonés Genki Kawamura debuta tras la cámara con A Hundred Flowers, historia personal sobre recuerdos que florecen en terrenos sembrados por la culpa y el alzhéimer
Alcanzar la belleza desde la culpa. O contra ella, pero teniendo muy en cuenta que es uno de los sentimientos universales que mejor definen al ser humano. Más allá incluso de la memoria. El japonés Genki Kawamura (Kanagawa, 1979), escritor, guionista (de manga y anime, entre ellos alguna de las aventuras de Doraemon) y productor de extraordinarios filmes de animación (de Belle de Mamoru Osoda a Your Name y Suzume de Makoto Shinkai, entre otros), se alzó con el premio a mejor director en el pasado Festival de San Sebastián con este trabajo fruto de una experiencia familiar en el que memoria, realidad y sueño se entrecruzan en un montaje tan elegante como emotivo. La actriz Mieko Harada (Tokio, 1958), figura del cine nipón que trabajó con directores de la talla de Kurosawa (rodó Los sueños y Ran con el maestro) interpreta a una profesora de piano que empieza a notar los efectos del alzhéimer, y a la que su hijo, a punto de ser padre por vez primera, no perdona que le abandonase de niño por una relación extramatrimonial.
Adaptación de la cuarta de las cinco novelas que ha publicado, Kawamura se basa en una vivencia personal con su propia abuela, que padece alzhéimer y que abandonó a sus hijos por el amor de un hombre, un tema que nunca pudo volver a hablar con ellos y cuyas consecuencias saltaron a la generación del nieto. La clave del título del filme (Hyakka en el original) es que, como le comienza a ocurrir a la protagonista en el proceso degenerativo, cuando su propia abuela empezó a no reconocer a sus seres queridos, el contacto con las flores hacía que recuperase pasajes de su infancia.
“Nuestro cerebro no para nunca, es como un largo plano secuencia donde todo se mezcla”, afirmó el cineasta japonés en el certamen donostiarra. Kawamura se decidió a llevar la historia a imágenes tras publicar el libro: el proceso de escritura le hizo comprender que el cine, con el que siempre tuvo vínculos como productor y guionista, es una manera de contar historias más cercana a la sensibilidad de los que padecen alzhéimer. Por eso además Kawamura ha escogido el plano secuencia como elemento básico para narrar su historia, en un trabajo codo con codo con su director de fotografía Keisuke Imamura, que dotó de una textura especial a las imágenes evocadas. ¿Tienen los cineastas japoneses una especial sensibilidad para mezclar sueño y realidad? “Es algo universal, pero quizá los japoneses hemos trabajado más esa sensibilidad”, reconoció el director, que recordaba, divertido, cómo su actriz protagonista no paraba de advertirle: “Kurosawa no lo habría hecho así”.
‘A Hundred Flowers’ ESTRENO 16 DE JUNIO