Cinemanía

Manual del recogepelo­tas

Félix Viscarret y Miki Isparbé unen fuerzas para Oar forma al angst contemporá­neo en Una vida no tan simple, o lo que suceoe cuanoo Oejas Oe ser la estrella Oe tu película

- Philipp Engel POR

Tener hijos te cambia la vida, dicen, y así es. “Llega un momento en el que cruzas la frontera y dejas de ser el protagonis­ta. Pero al final te dices que, gracias a eso, tus neuras ya no son tan importante­s”, confirma el director que, después de meter a Paco León en un armario (No mires a los ojos), se alía con Miki Esparbé, aquí también coproducto­r. El catalán es Isaías, un arquitecto, otrora joven y premiada promesa, como el propio director de Bajo las estrellas (2007): “No quería que el personaje fuese cineasta, para evitar que dijeran ‘ya están los del cine, mirándose el ombligo y quejándose porque los proyectos no salen’. La arquitectu­ra también es una disciplina con una parte creativa y una parte empresaria­l”.

Isaías no solo es padre de dos hijos pequeños, sino que también afronta que el teléfono ha dejado de sonar: “De una manera o de otra tiene que dar paso a las nuevas generacion­es”. Se pasa las horas en el parque, corriendo por las mañanas para llevarlos al colegio, y no llegar a tiempo, mientras que su mujer (Olaya Caldera) es profesora y responde a unos horarios más rígidos. Él, en cambio, está pendiente de proyectos vaporosos, y siente que su tiempo se ha devaluado, que tiene un valor incierto: “La presión es constante, es como un monstruo que se lo come todo porque piensas que, cuanto más tiempo dediques al proyecto, más posibilida­des de salir va a tener. En el día a día, los niños son igual de demandante­s, también exigen toda tu atención”.

Una vida no tan simple es una comedia sobre la angustia cotidiana en la vida de cualquier autónomo al que se le haya ocurrido eso tan bonito de ser padre. En el caso de Isaías, la presión y la angustia generan fantasías, que pueden tener una apariencia tan concreta –la madre pelirroja (Ana Polvorosa) de un niño del colegio– como metafórica: un grupo de patinadora­s que cruzan la noche de Bilbao ante su mirada insomne. “Son como los cantos de las sirenas que le dicen ‘No te vayas todavía de la juventud, del sentirte deseado’. Para mí, la ciencia de la comedia surge de la observació­n de nuestras humillacio­nes cotidianas y de nuestros mecanismos mentales. Ya con esa distancia, todo empieza a parecerte más ridículo, potencialm­ente gracioso, y luego solo tienes que empujarlo un poco más allá para evidenciar­lo. Isaías está en un proceso de aprendizaj­e que le va a ayudar a relativiza­rlo todo, a ver que la vida vale la pena”. Y, en efecto, “te quejas todo el rato del tiempo que has perdido en un arenero, y luego, cuando los niños se han hecho más mayores, como los míos, te dices: ‘¡Pero qué rápido ha pasado el tiempo!’. Y lo echas de menos”.

‘Una vida no tan simple’ ESTRENO 23 DE JUNIO

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