El poeta en el patíbulo
In El caso Padilla, Pavel Girouo trabaja sobre un material Oe archivo apasionante para plantear un relato que tiene un pooeroso valor cinematogrefico e histórico
Tras pasar varias semanas en prisión, el 25 de abril de 1971 el poeta Heberto Padilla compareció ante los miembros de Unión de Escritores y Artistas de Cuba, reclamado por la Seguridad del Estado, para autoinculparse públicamente -en un gesto de inmolación- de haber traicionado a la revolución, de la que en un principio formó parte muy activa, con la publicación del poemario Fuera del juego (1968). Esa comparecencia se grabó para que Fidel Castro la viera y posteriormente fuera divulgada como propagada revolucionaria. Pero el material estuvo mucho tiempo perdido, hasta que comenzó a ver la luz más de una década después. A partir de él, el cineasta cubano afincado en España Pavel Giroud (La edad de la peseta, 2006), ha elaborado su excepcional documental El caso Padilla (2022), que se estrena ahora tras pasar por varios festivales, entre ellos San Sebastián, en el que se combina el testimonio de Padilla con declaraciones de Cabrera Infante, Jorge Edwards, Vargas Llosa, Cortázar, Carlos Fuentes, García Márquez o el propio Castro. “Pensaba que era el único que tenía una copia en vídeo de ese material, se sabía que estaba en los archivos restringidos del Instituto de Cine y eran inaccesibles, porque había que tener permisos de las máximas autoridades para acceder a ellos. A finales de los 80, cuando cae todo el campo socialista del este de Europa
y Cuba no quería que ocurriese lo mismo, se intentaron hacer determinadas maniobras de aparente apertura y también debatir este suceso. Entonces se hicieron unas copias en formato Betamax y una de ellas fue la que llegó a mí, la manera en la que me llegó no lo voy a revelar. El material no era tan secreto como se creía, había varias copias circulando, pero el único que decidí hacer algo con él fui yo”.
Más que ver en el patíbulo a este hombre, que posteriormente acabó en el exilio y falleció en EEUU en 2000, la grabación le interesó dramáticamente al cineasta por lo bien estructurado que está ese guion, como si fuera shakespeariano. “Padilla lo que reconoció es que él estaba mandando un mensaje de terror a sus compañeros y al mundo. Sabía que lo estaban filmando para que eso viajara por el mundo. Es un hombre aterrado, tiene miedo y está intentando salvar su vida. Pero a la vez tiene la sangre fría para ironizar e incluso para burlarse de Fidel y de la revolución cubana. El mejor ejemplo es que esto se filma para divulgar y cuando Castro lo ve, capta inmediatamente la idea de Padilla y decide pararlo y sacar al mundo la versión transcrita, con sus convenientes ediciones. Hay matices que un hombre tan brillante solo puede decir con sorna”.
‘El caso Padilla’ ESTRENO 2 DE JUNIO