El verano de Michael Jackson en Tenerife
Omar Al Abdul Razzak debuta en la ficción con Matar cangrejos, una historia de iniciación ambientada en Canarias durante los 90
“Comencé a escribir Matar cangrejos hace muchísimo tiempo, cuando tenía 19 años, y en su origen era un documental. Sin embargo, no me sentía capaz de rodarla, me venía grande”, contaba en el Festival de Málaga Omar Al Abdul Razzak sobre su debut en la ficción, mejor película de la sección Zonazine en su última edición. Sin duda, que tu ópera prima orbite alrededor de Michael Jackson ha de imponer cierto respeto, pero Matar cangrejos hace del mítico rey del pop una significativa evocación de las aspiraciones de un Tenerife que, en el año 1993, parecía estar más aislado que nunca. En ese escenario, dos hermanos, Rayco, un niño de ocho años, y Paula, de catorce, matan el tiempo mientras el verano parece escurrírsele de las manos. “Se vendía una imagen de Tenerife como un paraíso turístico –contaba el director en el certamen malagueño– pero, mientras tanto, la gente real no tenía trabajo y vivía en chabolas”.
Responsable del documental Paradiso (2014), sobre la última sala X de Madrid, o del delicado cortometraje de animación La prima cosa (2021), junto con Shira Ukrainitz, en Matar cangrejos parece haber sumado esa mirada documental y a la vez mágica de obras anteriores a la hora de captar un espacio concreto en un momento del tiempo. Hay muchísimas referencias que van surgiendo escena tras escena –y Razzak admitió que recomendó a su equipo ver películas como La ciénaga (Lucrecia Martel, 2001) o The Florida Project (Sean Baker, 2017)– pero Matar cangrejos tiene en el poderoso paisaje tinerfeño su mejor aliado. Horizontes infinitos, arquitectura abandonada, neones y playas de arena oscura registrados con una viveza insólita. “La principal referencia de la película fue un mosaico que había en Bocacangrejo – confesaba en Málaga– del que me quedé con la paleta de color y la estructura caótica”. En ese paraíso que es también frontera de Europa, los niños protagonistas descubren que, tras las gamberradas de sus tardes, el porvenir no es tan divertido. Interpretados con una madurez inaudita por Paula Campos, merecidamente premiada en el Festival de Málaga, y Agustín Díaz, sus actuaciones se suman al giro actual de nuestro cine que busca priorizar el naturalismo. “No fue necesario estudiarme el guion, trabajé muchísimo el hilo conductor de la historia, los arcos dramáticos, pero ante todo buscábamos la naturalidad”, contaba Sigrid Ojel, la madre de los niños, sobre la libertad que tuvo durante el rodaje. Auténtica y realista, como los veranos de nuestro pasado. ‘Matar cangrejos’ EN CARTEL