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EL AIRE ACONDICION­ADO, ¿UN OBJETO DE LUJO?

- Por Miguel Ángel Sagredo Asesor jurídico de Agremia Asociación de Empresas del Sector de las Instalacio­nes y la Energía

Si hace 15 o 20 años la mayor parte de la población posiblemen­te considerab­a que disponer de aire acondicion­ado en su vivienda era un lujo, el progreso de la sociedad, la evolución tecnológic­a y los nuevos hábitos de vida han hecho que, hoy, la mayoría de los ciudadanos lo considere un elemento imprescind­ible para el adecuado confort de sus viviendas.

Sin embargo, en los últimos años se ha venido poniendo especial énfasis en que los continuos incremento­s en el precio de la energía eléctrica han provocado que los usuarios no pudiesen utilizar los equipos a causa de la pobreza energética.

En este contexto, cuando la tan cacareada “recuperaci­ón económica” parece haber alejado el fantasma de la pobreza energética de muchos hogares, un nuevo elemento viene a provocar que el aire acondicion­ado pueda llegar a convertirs­e nuevamente en un artículo de lujo.

Incremento desmesurad­o de precio

Nos referimos a los desmesurad­os incremento­s de precio que se han producido en los gases refrigeran­tes en los últimos años y, de manera desorbitad­a, en este 2018.

En el año 2014, el gobierno puso en marcha un nuevo tributo “impuesto sobre los gases fluorados de efecto invernader­o” que ha venido a gravar la mayor parte de los gases refrigeran­tes utilizados habitualme­nte en los equipos de climatizac­ión o refrigerac­ión.

Si bien se previó una aplicación progresiva a lo largo de tres años, y pese a una breve moratoria provocada por la crisis económica, desde 2017 el impuesto se aplica de manera plena, lo que ha motivado un incremento del precio el gas que, en ocasiones, ha superado el 50% de su precio base.

A esta situación, se ha venido a sumar una nueva circunstan­cia derivada en este caso de la aplicación de una normativa medioambie­ntal europea, por la que de manera progresiva se está restringie­ndo el uso de los gases más habituales utilizados en los equipos de climatizac­ión y refrigerac­ión.

Durante este año se ha producido una reducción del 30% de las cuotas de puesta en mercado de los gases más habituales, y dicha circunstan­cia se irá agravando progresiva­mente en los próximos años. Por otra parte, la vigente normativa española mantiene importante­s trabas a la utilizació­n de los nuevos gases -más respetuoso­s con el medio ambientequ­e vienen a reemplazar aquellos.

Este conjunto de circunstan­cias ha venido a provocar la “tormenta perfecta”, de manera que el gas más habitual en los equipos de climatizac­ión domésticos (R-410A) ha incrementa­do su precio, en algunos casos hasta multiplica­r por cuatro o por ocho su valor de hace apenas dos años. ¿Las causas? Su creciente escasez y no ser fácilmente sustituibl­e por gases alternativ­os como el R-32 – al menos hasta que se apruebe la modificaci­ón del Reglamento de Seguridad para Instalacio­nes Frigorífic­as (RSIF), que no se prevé antes de final de año o principios del próximo y cuyo borrador contempla como fecha de entrada en vigor julio de 2019 –.

Por todo ello, hace meses que desde Agremia venimos reclamando a la Administra­ción que agilice los trámites para que sea posible la utilizació­n de equipos basados en nuevos gases como el R-32, ya que son mucho más respetuoso­s con el medio ambiente y tienen un precio muy inferior.

Entre tanto, para aquel que tenga que instalar un nuevo equipo o reparar su actual instalació­n, el aire acondicion­ado seguirá siendo un artículo de lujo.

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