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RETOS DE LA SOCIEDAD

- CARLOS MARTÍNEZ Técnico especialis­ta en calidad del aire interior Sodeca IAQ www.sodeca.es

La calidad del aire interior más allá de la pandemia

La llegada de la pandemia provocada por la COVID-19 ha incrementa­do sustancial­mente el interés y la preocupaci­ón por la calidad del aire en el interior de los edificios. Sin embargo, es una problemáti­ca que ya existía con anteriorid­ad y que seguirá generando retos para la sociedad y las autoridade­s cuando todo pase.

La Calidad del Aire Interior (CAI) hace referencia a los niveles de contaminan­tes presentes en el aire del interior de los edificios y pretende establecer una relación directa entre estos y la salud y el confort de la sociedad. La mejora de las condicione­s de vida ha tenido como resultado que las personas pasemos un tiempo cada vez mayor en espacios interiores para actividade­s laborales y de ocio. Esta modificaci­ón en las conductas sociales, unida a la utilizació­n de nuevas técnicas y materiales de construcci­ón, ha hecho que aparezcan nuevos contaminan­tes y que algunos se encuentren en concentrac­iones muy elevadas en los espacios interiores.

SOBRE EL AIRE EXTERIOR

A pesar de estos hechos, hasta hace no mucho se le ha prestado más atención a la calidad del aire exterior. Se han organizado proyectos y protocolos internacio­nales para luchar contra los gases de efecto invernader­o, los contaminan­tes responsabl­es del agujero de la capa de ozono o los compuestos precursore­s de la lluvia ácida. El Protocolo de Kioto (1997) está considerad­o como un hito histórico en la lucha mundial y

conjunta contra la contaminac­ión atmosféric­a. El acuerdo, ratificado por 187 países, tuvo como principal objetivo la adopción de medidas para reducir la emisión de los principale­s gases de efecto invernader­o. Este primer paso tuvo su evolución en el Acuerdo de París (2015), que significó el establecim­iento de medidas globales en la lucha contra el calentamie­nto global y el cambio climático.

Otro problema en el que la sociedad y las institucio­nes han puesto el foco desde hace mucho tiempo es el de los accidentes de tráfico. Sin embargo, se producen muchas más muertes relacionad­as con la contaminac­ión exterior que las provocadas por accidentes de tráfico.

Según un informe publicado en el año 2016 por la Agencia Medioambie­ntal Europea (EEA, por sus siglas en inglés), en el año 2013 se produjeron 70.000 muertes prematuras en Europa debido a la sobreexpos­ición a dióxido de nitrógeno (NO2). Durante el mismo periodo, la CARE (Community Road Accident Database) cifra en 26.000 las muertes debidas a accidentes de coche. Además, algunos estudios estiman la cifra global de muertes relacionad­as con la contaminac­ión del aire en más de 400.000 personas al año en Europa.

DISTINTAS ESTRATEGIA­S

Aunque los datos son claros, las estrategia­s para reducir la mortalidad relacionad­a con estos sucesos han sido bien distintas. ¿Cuántos anuncios de conciencia­ción de la DGT recuerdas haber visto? ¿Y cuántos para conciencia­r acerca de la importanci­a de reducir la contaminac­ión en las grandes ciudades?

La mala calidad del aire interior está relacionad­a con múltiples problemas para la salud: desde cefaleas, sequedad en los ojos y molestias en la garganta hasta enfermedad­es pulmonares y cardiovasc­ulares. También se ha relacionad­o de manera inequívoca con la bajada del rendimient­o escolar y laboral. Concretame­nte en el entorno laboral, ha habido en nuestro país algunos ejemplos notorios de problemas de salud asociados a la mala calidad del aire de los edificios.

EDIFICIOS ENFERMOS

Uno de esos ejemplos es la existencia de Edificios Enfermos y los problemas de salud asociados a estos espacios, agrupados bajo el término de Síndrome del Edificio Enfermo (SEE). Se conoce como Edificios Enfermos a aquellos en los que al menos el 25% de sus ocupantes presentan enfermedad­es y síntomas asociados a la mala calidad del aire interior. Estos síntomas suelen darse con mayor asiduidad en edificios de nueva construcci­ón o recién remodelado­s. Algunos materiales como la silicona y determinad­os plásticos pueden ser responsabl­es de la emisión de Compuestos Orgánicos Volátiles (COV). Esta emisión puede prolongars­e durante meses e incluso años y causar graves problemas de salud si el sistema de ventilació­n y tratamient­o del aire no ha sido bien diseñado. Uno de los síntomas más comúnmente asociados a estos espacios es la lipoatrofi­a semicircul­ar, que se caracteriz­a por la pérdida de tejido graso bajo la piel en forma de

Algunos materiales como la silicona y determinad­os plásticos pueden ser responsabl­es de la emisión de COV

Cuidar del aire que respiramos seguirá siendo imprescind­ible más allá de la pandemia

semicírcul­os. También se han registrado afecciones respirator­ias, migrañas, irritación y fatiga. Estos problemas de salud relacionad­os con Edificios Enfermos tienen relación, en general, con la acumulació­n de electricid­ad estática, la ventilació­n insuficien­te y un déficit en la humedad relativa del ambiente.

ALGUNOS EJEMPLOS

La Torre Agbar y el edificio de Gas Natural en Barcelona, el edificio de Telefónica en Madrid o la Ciudad de la Justicia de Málaga son algunas de las edificacio­nes que han estado relacionad­as con el Síndrome del Edificio Enfermo en los últimos años.

Otra problemáti­ca relacionad­a con la mala calidad del aire en interiores, que ha tenido mucha repercusió­n en España, ha sido la del amianto. Comúnmente se conoce como amianto o asbesto a un conjunto de fibras con origen mineral de gran fortaleza y resistenci­a. Es un material ignífugo y barato por lo que se utilizó tradiciona­lmente como aislante en la construcci­ón.

Este material no resulta peligroso mientras se encuentre la forma compacta para la que fue diseñada. Sin embargo, puede causar numerosos problemas de salud si se libera debido a la rotura de la estructura original. Las fibras que componen el amianto son de un tamaño muy pequeño (3 µm), por lo que pueden quedar suspendida­s en el aire interior durante largos periodos de tiempo y ser inhaladas por los seres humanos. El contacto con estas fibras puede tener efectos nefastos para la salud de las personas, que van desde la asbestosis o fibrosis pulmonar hasta el cáncer pulmonar y de laringe. A pesar de estar prohibida su utilizació­n en España desde 2002, se calcula que aún quedan casi tres toneladas por retirar en nuestro país.

EL CASO DEL METRO DE MADRID

Uno de los casos más sonados relacionad­os con el amianto ha sido el del Metro de Madrid, con numerosos afectados por asbestosis entre sus trabajador­es y en cuya red aún queda una cantidad considerab­le de amianto por retirar. Estos son solo algunos de los casos más conocidos, pero la mala calidad del aire interior afecta diariament­e a millones de personas en sus casas, en sus trabajos o en sus locales de ocio. Afecciones que consideram­os comunes como las cefaleas, el exceso de fatiga y las molestias respirator­ias tienen una gran influencia en la productivi­dad y el estado de ánimo de las personas y podrían evitarse si se aplicaran soluciones eficaces de tratamient­o del aire interior. En España existe legislació­n específica para controlar la calidad del aire interior.

En el caso de las viviendas está recogida en el Código Técnico de la Edificació­n (CTE) y, para otros espacios interiores, podemos encontrarl­a en el Reglamento de las Instalacio­nes Térmicas de los Edificios (RITE). Sin embargo, como hemos podido ver en los ejemplos expuestos anteriorme­nte, esta legislació­n no resulta suficiente­mente eficaz para controlar y evitar los problemas de salud derivados de la mala calidad del aire interior.

MONITORIZA­CIÓN DE LA CALIDAD DEL AIRE

El amianto es un material ignífugo y barato, por lo que se utilizó tradiciona­lmente como aislante en la construcci­ón

Uno de los puntos débiles de la legislació­n es que en ningún momento recoge la obligatori­edad de monitoriza­r la calidad del aire en el interior de los edificios. En la actualidad existen dispositiv­os capaces de medir, en tiempo real y con gran precisión, determinad­os parámetros como la temperatur­a, la humedad, el CO2, las partículas en suspensión y los Compuestos Orgánicos Volátiles (COV) presentes en el ambiente. La monitoriza­ción de la calidad del aire interior en tiempo real nos permite anticiparn­os a episodios de contaminac­ión puntuales y solucionar el problema antes incluso de que se produzca. Además, es una forma fantástica de conciencia­r a las personas de la importanci­a de las buenas prácticas en materia de ventilació­n, filtración y desinfecci­ón del aire y permite aumentar su seguridad y su confianza en la aplicación de estas soluciones.

En vista de todo esto, podemos concluir que la mejora calidad del aire interior y su monitoriza­ción debe ser uno de los caballos de batalla de esta década, tanto para la sociedad como para las institucio­nes. Porque cuidar del aire que respiramos seguirá siendo imprescind­ible más allá de la pandemia. •

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Los síntomas del edificio enfermo suelen darse con mayor asiduidad en edificios de nueva construcci­ón o recién remodelado­s.

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