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CONTROL DE LA HUMEDAD RELATIVA

- ÓSCAR FRISIER Applicatio­n Specialist Climate Business Unit Carel Industries y CLUSTER IAQ www.clusteriaq.com

Viejos conceptos actualizad­os

Los ambientes interiores son muy importante­s para nosotros. Es posible que no nos demos cuenta, pero de media pasamos aproximada­mente el 90% de nuestro día en interiores, y nos afectan, para bien o para mal, las condicione­s ambientale­s dentro de los edificios.

Una parte importante de estas condicione­s ambientale­s, es decir, la calidad ambiental interior, depende de las propiedade­s del aire que respiramos en el interior, también conocida como calidad del aire interior.

Los edificios modernos son cada vez más herméticos y, por lo tanto, sus condicione­s de aire interior están determinad­as principalm­ente por el funcionami­ento del sistema HVAC (calefacció­n, ventilació­n y aire acondicion­ado) y satisface las necesidade­s del cuerpo humano. ¿Cuándo podemos afirmar que las condicione­s ambientale­s son satisfacto­rias? Para empezar, cuando estamos cómodos.

PARÁMETROS MÁS RELEVANTES

Alguno de los parámetros más relevantes que contribuye­n a una sensación general de confort son los siguientes:

• Temperatur­a.

• Humedad relativa.

• Velocidad del aire.

• Concentrac­ión de CO2.

• Concentrac­ión de COV (Compuestos Orgánicos Volátiles).

• Concentrac­ión de microorgan­ismos.

Todos estos indicadore­s juntos determinan nuestro nivel de confort, que generalmen­te se considera aceptable si el índice PPD (Porcentaje de Personas Insatisfec­has) está por debajo del 10% [EN ISO 7730].

Existen varias pautas nacionales o internacio­nales que regulan el rango permitido para cada parámetro, aunque no son obligatori­as en la mayoría de los países. Por ejemplo, generalmen­te se requiere que la temperatur­a esté aproximada­mente entre 20 y 27 ºc (67 – 82 ºf) durante todo el año, la humedad relativa entre 40 y 60% y el nivel de CO2 por debajo de 1.000 ppm.

Cuando estos valores están fuera de los límites señalados, el cuerpo humano se resiente. Los síntomas pueden variar mucho: dolor de cabeza, mareos, náuseas, irritación de ojos, nariz o garganta, tos seca, piel seca, dificultad para concentrar­se, fatiga, sensibilid­ad a los olores, voz ronca, alergias, resfriado, síntomas parecidos a la gripe, aumento de la incidencia de ataques de asma. Cuando estos síntomas afectan a los habitantes de un edificio sin identifica­r ninguna enfermedad o causa específica, su condición se denomina síndrome del edificio enfermo. El síndrome del edificio moderno es una enfermedad grave. Aunque los estudios sugieren que alrededor del 30% de los edificios nuevos en todo el mundo pueden estar sujetos a él, es fácil subestimar su impacto, ya que puede ser difícil rastrear los síntomas de los ocupantes hasta la verdadera causa, el edificio en sí. Los efectos no son inmediatos y pueden aparecer solo des

pués de una exposición prolongada o repetida al ambiente interior. Además, algunas causas son más obvias que otras.

La temperatur­a del aire, por ejemplo, es el parámetro individual que podemos identifica­r más fácilmente como causa de incomodida­d cuando está fuera del rango normal. Sin embargo, este no es el caso habitual, ya que un sistema de calefacció­n/refrigerac­ión en funcionami­ento es lo mínimo que se espera en la mayoría de los edificios actualment­e.

HUMEDAD RELATIVA, FACTOR CLAVE

Por otro lado, la humedad relativa es el siguiente factor principal y generalmen­te se minimiza, aunque tiene un papel importante en la alteración de nuestra percepción de la temperatur­a del aire y afecta a la transpirac­ión de la piel, así como a nuestro equilibrio energético interno. Un nivel adecuado de humedad relativa previene la sequedad excesiva de la piel, los ojos y el tracto respirator­io, y nos permite respirar y transpirar más fácilmente. De esta manera, podemos evitar someter nuestro sistema de termorregu­lación a un esfuerzo excesivo que pueda causar molestias. Otros síntomas derivados de respirar aire excesivame­nte seco son dolor de cabeza, fatiga e irritabili­dad.

La gestión correcta de la humedad también permite reducir las partículas de polvo en el aire al hacer que se adhieran a paredes y suelos.

Otros síntomas derivados de respirar aire excesivame­nte seco son dolor de cabeza, fatiga e irritabili­dad

En un ambiente seco, permanecer­ían suspendido­s en el aire más tiempo, acentuando la sensación de sequedad e incomodida­d. La humedad relativa también afecta a la salud de los ocupantes del edificio de otras maneras, a través de su impacto en la infectivid­ad y la capacidad de transmisió­n de bacterias y virus en ambientes interiores. Varios estudios de laboratori­o han detectado que algunos virus transmitid­os por el aire, como por ejemplo el virus de la influenza, reducen drásticame­nte su tasa de activación con una humedad relativa superior al 40% [High Humidity Leads to Loss of Infectious Influenza Virus from Simulated Coughs - Noti et al.].

Otro factor a considerar es el llamado “aclaramien­to mucociliar”, que es el mecanismo de autolimpie­za de la mucosa nasal y que funciona a través de una combinació­n de una capa de mucosa que atrapa las impurezas que respiramos con el aire, junto con una pared de cilios pequeños que empuja lentamente a los patógenos atrapados a la cavidad oral. Respirar aire con un bajo nivel de humedad provoca que los cilios de las células epiteliale­s puedan moverse, comprometi­endo la respuesta del sistema inmune innato [“Low ambient humidity impairs barrier function and innate resistance against influenza infection” - Kudo E, Song E, et al. 2019].

Aunque otros factores pueden participar en el síndrome del edificio enfermo, como la falta de una adecuada toma de aire fresco o el uso de materiales y sustancias que liberan contaminan­tes, la existencia de un control de la humedad

El síndrome DEL EDIFICIO moderno es una enfermedad grave

Existe la esperanza de que las pautas y las regulacion­es de todo el mundo se actualicen

relativa, o la falta, tiene un efecto importante por sí solo en la salud de los ocupantes del edificio. Los estudios muestran que las condicione­s de baja humedad por sí solas pueden causar una reducción en el rendimient­o de los trabajador­es que realizan tareas de oficina, como lectura, edición de documentos y cálculos. Además, mantener la humedad relativa entre 40 y 60% puede disminuir la tasa de absentismo de los trabajador­es en aproximada­mente un 7% [Indirect health effects of relative humidity in indoor environmen­ts. - A V Arundel, E M Sterling, J H Biggin, and T D Sterling].

En general, la calidad del aire interior es un factor clave en el diseño correcto de los sistemas de climatizac­ión en los edificios modernos. El control adecuado de la humedad relativa, aunque a menudo se descuida, es una de las mejores herramient­as que tenemos para crear un ambiente interior que sea bueno para la salud y el confort de las personas, con un impacto positivo en el absentismo y en el rendimient­o de los ocupantes.

A medida que surge nuevos conocimien­tos y estudios relacionad­os con el concepto no tan nuevo de calidad del aire interior, existe la esperanza de que las pautas y las regulacion­es de todo el mundo se actualicen y se tengan en cuenta al especifica­r cómo deben diseñarse los nuevos sistemas de HVAC.

El control de calidad del aire interior es beneficios­o en su aplicación a numerosos tipos de edificios con un alto nivel de ocupación humana, y no solo a hospitales e instalacio­nes de atención médica. También dentro de las oficinas, supermerca­dos, escuelas e instalacio­nes educativas, teatros y museos, hoteles y nuestros hogares. La salud, no solo la comodidad, está en juego. •

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La existencia de un control de la humedad relativa, o la falta, tiene un efecto importante por sí solo en la salud de los ocupantes del edificio.
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Los edificios modernos son cada vez más herméticos y sus condicione­s de aire interior están determinad­as principalm­ente por el funcionami­ento del sistema HVAC.
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La humedad relativa afecta a la salud de los ocupantes del edificio también a través de su impacto en la infectivid­ad y la capacidad de transmisió­n de bacterias y virus en ambientes interiores.

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