EL CONFLICTO ESPAÑOL
En los países neutrales alejados de los frentes de batalla, como España, los efectos de la guerra se hacían notar por parte de ambos beligerantes. El bloqueo naval británico afectaba al comercio español sometido a numerosas inspecciones o requisas por parte de las patrullas británicas y, sobre todo, la guerra submarina alemana. España llegó a perder, al final del conflicto, aproximadamente el 20% de flota mercante por la acción de los U-Boote alemanes. Cada vez que había un hundimiento de un barco español se soliviantaba la población española dividida entre aliadófilos y germanófilos, según su preferencia ideológica. Asimismo, algunas voces en España, procedentes del mundo intelectual, como la de Luis Araquistáin (1886-1959), disertaron sobre ambos bloqueos
(el británico y el alemán) y su repercusión en España: “¿Cuál debe ser la actitud de España frente al bloqueo? También surge el sofisma de que ambos bloqueos, el alemán y el inglés, son igualmente legales e ilegales, y que si se acepta el uno debe aceptarse el otro. De ninguna manera. Creo legalmente que el bloqueo legal es legal y que se ajusta a las normas del Derecho de gentes . Todas las protestas y conflictos con Inglaterra se refieren no al bloqueo, sino a la restricción de sus importaciones por suponer el Gobierno Británico que parte de ellas iba luego a Alemania. En cambio el bloqueo alemán, de aceptarse, sería para España el aniquilamiento económico y la muerte por hambre”.
Independientemente de las filias o fobias de cada uno, es cierto que España, económicamente hablando, dependía de los mercados aliados para sus exportaciones y con Alemania el comercio era mucho más exiguo. De ahí se deduce la cantidad enorme de torpedeamientos a buques españoles en las aguas circundantes a las Islas Británicas, aunque también hubo hundimientos de mercantes españoles en el Mediterráneo.