BRAVEHEART EN ESPAÑA
JAMES DOUGLAS HABÍA SIDO LA MANO DERECHA DEL REY EN LOS ÚLTIMOS AÑOS. Era un auténtico héroe al que llamaban Douglas “el negro”. Fue él quien, tras sacar el corazón del rey, lo metió en un relicario, se lo colgó al cuello y emprendió el viaje acompañado de algunos caballeros y escuderos. La jornada los llevó hacia el sur y, sorprendentemente, los ingleses les permitieron el paso. Embarcaron, cruzaron el Canal de la Mancha y desembarcaron en Flandes, desde donde iniciaron una peregrinación a Santiago de Compostela a fin de obtener el jubileo. Y durante su estancia en la Península, escucharon que el rey Alfonso XI buscaba mesnadas contra el reino musulmán de Granada, una guerra a la que el Papa había otorgado la categoría de Cruzada: De repente ya no era necesario un viaje de varios meses para luchar en Tierra Santa; la cruzada había venido al encuentro del corazón de Robert Bruce.
Los nobles escoceses se dirigieron a toda velocidad a Sevilla, donde se acantonaba un poderoso ejército. Había hombres de Castilla, León, Aragón y Navarra, pero también franceses, ingleses, alemanes… Y al parecer, Alfonso XIII reconoció de inmediato la importancia de Douglas, puesto que le otorgó el mando de la tropa extranjera. Y no tardaron mucho en encontrarse en Teba, en la actual Málaga.
El asedio no pudo ser más complicado. Era necesaria la participación de zapadores, ballesteros y máquinas de guerra. La distancia entre el castillo y el río Guadalteba, al que los sitiadores debían ir a por agua, complicaba las cosas todavía más, pues los aguadores eran atacados permanentemente por el ejército granadino, de manera que los Cruzados sufrían falta de agua. Y, además, era pleno agosto. En Granada. Para un grupo de escoceses pertrechados para la guerra, el calor y la falta de agua debieron ser terribles.
Los escoceses, además, habían sido advertidos de las tácticas granadinas, en especial del tornafuye: fingir la huida para que el enemigo se desordenase en la persecución y luego revolverse contra ellos por el centro, envolverlos por los flancos y aniquilarlos. Pero parece que los escoceses no fueron capaces de asimilar esa estrategia. Douglas y sus hombres acudieron a repeler la incursión de una partida de jinetes que habían cruzado el Guadalteba; y algunos escoceses cayeron en la trampa de los musulmanes. Douglas acudió entonces al rescate de los suyos, pero se vio rodeado. Los granadinos no supieron reconocer las enseñas que portaban, de lo contrario, con toda seguridad, habrían intentado obtener un rescate por ellos. En lugar de eso, dieron muerte a todos los escoceses. Y, sin embargo, todos sus cadáveres y el relicario en el que se guardaba el corazón de Robert I fueron rescatados.