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El verdadero nombre de BRAVEHEART. El libertador de Escocia

LA HISTORIA DE LA PELÍCULA BRAVEHEART ESTÁ BASADA EN LA VIDA REAL DE ROBERT THE BRUCE, QUIEN CONSIGUIÓ LA INDEPENDEN­CIA DE ESCOCIA Y AUTOPROCLA­MARSE REY. SIN DUDA, UN RELATO QUE BIEN ES MERECEDOR DE UNA PELÍCULA DE HOLLYWOOD.

- POR TEO PALACIOS

ROBERT THE BRUCE FUE REY DE ESCOCIA, PERO SERÍA UN DESCONOCID­O PARA EL GRAN PÚBLICO DE NO HABER SIDO UN PERSONAJE SECUNDARIO EN LA FAMOSA BRAVEHEART, cinta que dirigió y protagoniz­ó Mel Gibson y que se alzó con el Oscar a la mejor película. En el film, Robert the Bruce aparece como un personaje casi pusilánime, siempre a la sombra de su padre y del rey Eduardo, y que solo reacciona a favor de su pueblo tras la muerte de William Wallace. La realidad, en cambio, es bastante más retorcida y transcurre por sendas más oscuras hasta la muerte de Robert I de Escocia, cuyo final está íntimament­e ligado a la lucha entre Cristianos y Musulmanes en la Península Ibérica.

EL NACIMIENTO DE UNA LEYENDA

Robert había nacido en el verano de 1274, sin que haya constancia del lugar en el que vino al mundo. Era el hijo de Robert VI Bruce y su esposa Marjorie, duquesa de Carrick. Robert VI descendía del linaje de David I; era su tataraniet­o, y, por tanto, podía aspirar al trono escocés. De la niñez y juventud del que llegaría a ser rey de Escocia prácticame­nte no se tienen datos. Probableme­nte se educara junto con alguna familia noble, aprendiera el oficio de las armas y dominara varios idiomas.

Siendo Robert un muchacho, moría Alejandro III, que durante casi cuarenta años había reinado en Escocia. A pesar de que su reinado comenzó con una fuerte inestabili­dad —heredó siendo un niño de solo ocho años y el reino estuvo manejado por los nobles durante los primeros años de su reinado— logró expandir sus territorio­s comprando la Isla de Man y las Hébridas a los noruegos después de una guerra de

La cinta épica Braveheart está basada en la vida de William Wallace, un héroe nacional escocés que participó en la Primera Guerra de Independen­cia de Escocia. El filme fue ganador de cinco Premios de la Academia, incluyendo el Oscar a la Mejor película.

La batalla final de la película fue más real de lo que se piensa, ya que se eligieron como extras a los hombres de dos pueblos rivales. Muchos de ellos tuvieron que recibir asistencia médica después de la batalla. varios años. Además, durante su reinado Escocia disfrutó de cierto desarrollo económico.

Alejandro tuvo varios hijos, pero no le sobrevivió ninguno, de modo que cuando murió en un accidente, su nieta, Margarita, que contaba solo tres años, fue la heredera. Eduardo I de Inglaterra planeó de inmediato la boda de Margarita con su hijo a fin de unificar ambos reinos, pero en el viaje que la llevaba desde Noruega a Inglaterra, Margarita, de salud muy débil, falleció cuando tenía solo siete años.

GUERRA DINÁSTICA

La muerte de la reina sin heredero alguno dio inicio a la lucha di- nástica en Escocia. Por un lado, se encontraba­n los Balliol, con Juan a la cabeza. Por el otro lado, los Bruce. El enfrentami­ento entre ambas casas fue continuo hasta que Juan consiguió el apoyo de Eduardo de Inglaterra, que lo reconoció como rey de Escocia. Sin embargo, el rey inglés no daba nada sin recibir a cambio y, en la práctica, Juan Balliol no podía tomar decisiones de ningún tipo sin antes pasar por el tamiz de Eduardo.

Sin duda, esto motivó que pactara con Francia, que por entonces estaba en guerra con Inglaterra, y se negara a prestar sus ejércitos a los ingleses para luchar contra sus nuevos aliados. Eduardo montó en cólera, invadió Escocia y encerró a Juan y a su hijo en una torre. De allí saldría el rey escocés dos años más tarde, tras la intercesió­n del Papa, pero con la prohibició­n expresa de volver a Escocia. Se afincó en Francia, donde disponía de tierras, y allí murió algunos años más tarde.

LOS GUARDIANES DE ESCOCIA Pero si Eduardo pensaba que con eso había asegurado las tierras es-

LA MUERTE DE LA REINA SIN HEREDERO ALGUNO dio inicio a la lucha dinástica en Escocia. Por un lado, se encontraba­n los Balliol, con Juan a la cabeza, y, por otro, los Bruce.

cocesas para la Corona de Inglaterra estaba muy equivocado. Solo unos meses después de la abdicación de Juan Balliol comenzaron las revueltas llevadas a cabo por William Wallace, Andrew de Moray y otros Guardianes de Escocia. La situación era tal, que Eduardo se vio obligado a enviar a Escocia multitud de tropas en un intento por sofocar la rebelión, mientras que intentaba sobornar a los nobles para atraerlos a su bando.

Sin embargo, Wallace y Moray no cejaban en su empeño. Derrotaron a los ejércitos ingleses en la batalla de Stirling Bridge, y no contentos con eso iniciaron una serie de incursione­s en el norte de Inglaterra. Eduardo respondió con dureza y prácticame­nte desbandó a los insurgente­s en la batalla de Falkirk, en 1298, en la que la caballería escocesa huyó ante el ataque inglés y los arqueros de Eduardo dieron buena cuenta de los lanceros de Wallace.

UN NUEVO FUTURO

Cuando Wallace perdió su cargo como Guardián de Escocia, lo su- cedieron John Comyn y… Robert Bruce. Fue el año de la liberación de Juan Balliol y el momento en el que Wallace viajó a Francia para buscar aliados.

Eduardo había derrotado al ejército escocés, pero no había conquistad­o sus tierras, de manera que se lanzó a por ellas en sucesivas campañas. Para colmo de males, Bruce y Comyn mantenían pésimas relaciones; ambos podían aspirar al trono de Escocia, y Comyn era mucho más beligerant­e contra los ingleses. Por entonces hubo rumores de que Juan Balliol estaba preparando su regreso a Escocia, algo que prácticame­nte todos deseaban, excepto Robert, pues con ello quedarían anuladas todas sus pretension­es. Ante tantos problemas, Robert Bruce decidió dejar su puesto como Guardián de Escocia… y se unió a Eduardo.

Para 1304, cayó del lado inglés la última de las grandes fortalezas de Escocia: el castillo de Stirling. Los nobles juraron lealtad a Eduardo, que parecía haber logrado lo que

llevaba tanto tiempo persiguien­do. Pero la historia daría un nuevo vuelco. Bruce y Comyn habían llegado a un acuerdo: uno de ellos apoyaría al otro en sus aspiracion­es al trono a cambio de tierras y propiedade­s. Pero al parecer, Comyn no estaba dispuesto a respetar ese acuerdo y pretendía traicionar a Robert. De modo que, en uno de sus encuentros, ante el altar de la iglesia del monasterio de Greyfriars, Bruce atacó a Comyn. Huyó con precipi- tación, dándolo por muerto. Pero pronto le llegaron noticias de que continuaba con vida, de manera que algunos de sus sirvientes regresaron y culminaron el asesinato. Las consecuenc­ias de este hecho fueron terribles, pues Robert Bruce fue excomulgad­o. Y luego todos los nobles que lo apoyaban. Finalmente, se excomulgó a todo el país.

EL REY PROSCRITO

A Robert solo le quedaban dos opciones: convertirs­e en un proscrito y un fugitivo durante el resto de su vida, o dar una patada hacia adelante. Optó por esta segunda posibilida­d y declaró sus pretension­es a la corona de Escocia. Reunió a los prelados y a los nobles que aún le apoyaban y se coronó rey en la abadía de Scone, a pesar de que no tenía reino alguno sobre el que gobernar. De este modo, se inició una nueva campaña contra Inglaterra.

Eduardo estaba ya enfermo y no se veía capaz de seguir a sus tropas, de modo que delegó en otros la comandanci­a de su ejército. Entre ellos se encontraba el Príncipe de Gales. Robert debía luchar no solo contra los ingleses, sino que también se enfrentaba a la oposición de los partidario­s de Comyn, que se unieron al ejército inglés. Cuando se encontraba­n acantonado­s a la espera de la batalla, en Methven, los escoceses fueron atacados por sorpresa y la derrota fue total, lo que obligó a Robert a huir y permanecer escondido, pues prácticame­nte no tenía apoyos. Curiosamen­te, fue el propio Eduardo quien se los consiguió.

Alentado por la victoria en Methven, Eduardo actuó con extrema dureza. La primavera siguiente, las tropas inglesas volvían a Escocia y Robert Bruce fue sorprendid­o en un santuario, en Tain. Su hermano Niall fue ejecutado. Tan sanguinari­a fue la reacción de Eduardo que los escoceses volvieron a unirse contra Inglaterra,

ROBERT BRUCE reunió a los prelados y a los nobles que aún le apoyaban y se coronó rey en la abadía de Scone, a pesar de que no tenía reino alguno sobre el que gobernar. De este modo, se inició una nueva campaña contra Inglaterra.

aclamando a su rey. La población se movilizó contra los invasores. Y entonces, Eduardo I de Inglaterra murió. Era el 7 de julio de 1307.

En su lugar, el trono inglés quedó sobre Eduardo II. Su reinado está considerad­o como una auténtica ruina y está marcado por derrotas militares, numerosos pleitos y una profunda incompeten­cia política.

Robert Bruce aprovechó la situación y volvió a la lucha. Dividió a sus hombres en dos bandos, uno bajo su propia espada y otro a manos de dos hermanos. Comenzó así una lucha de guerrillas hasta que, finalmente, se enfrentó al ejército inglés en la Batalla de Loudoun Hill. Logró la victoria, a pesar de que su ejército era inferior en número. De forma inteligent­e, estrechó el campo de batalla cavando largas zanjas, de modo que los ingleses no podían rodearlos ni atacarles por los flancos, con lo que eliminó su inferiorid­ad. Fue el comienzo de su victoria final, que llevaría a la independen­cia de Escocia.

LA INDEPENDEN­CIA DE ESCOCIA En 1309, Robert celebró su primer Parlamento. Fue en San Andrews. Un año más tarde, el clero escocés reconocía a Robert como rey de Escocia. Teniendo en cuenta que seguía excomulgad­o, este apoyo era fundamenta­l para sus pretension­es. Sin embargo, la guerra tardaría aún en terminar. No finalizó, de hecho, hasta 1314, con la batalla de Bannockbur­n. Las tropas inglesas y escocesas se hallaban allí no con intención de luchar, sino precisamen­te para que sus dos reyes pudieran llegar a un acuerdo de paz que diera fin a las hostilidad­es. Sin embargo, el acuerdo no se produjo. Era casi imposible que se llevara a cabo…

Desde 1309, Eduardo II no había dejado Escocia en paz. Muy al contrario, había iniciado expedicion­es para controlar el territo-

rio. Y, sin embargo, Robert Bruce llevaba más de un año conquistad­o victoria tras victoria, logrando apoderarse, uno detrás de otro, de los castillos que habían ido cayendo en manos inglesas. Hasta llegar de nuevo a Stirling, la joya de la corona.

Ante esos ataques, Eduardo II envió un ejército de 3.000 caballeros y 20.000 infantes al que Robert solo podía hacer frente con sus 6.500 hombres. Para colmo de males, las luchas intestinas en Escocia no habían terminado, y Eduardo contaba con el apoyo de varios nobles escoceses. De modo que, cuando las negociacio­nes fracasaron, Eduardo no se lo pensó dos veces y lanzó a sus hombres al ataque.

La batalla duró dos días. Las largas picas escocesas detuvieron el ataque de la caballería inglesa. Parece que Eduardo II no había aprendido mucho de las batallas llevadas a cabo por William Wallace. Cuando sus hombres emprendier­on la huida, el rey inglés intentó arreglar la papeleta usando los arqueros que tan buen resultado le dieran a su padre unos años antes, pero fueron desperdiga­dos con rapidez por la caballería escocesa, que se había estado reservando. La derrota fue total. Se calcula que unos 9.000 ingleses murieron aquel día, y su rey, Eduardo II, tuvo que huir al galope del campo de batalla, refugiarse en el castillo de Dunbar y tomar desde allí un barco que lo llevó de vuelta a Inglaterra.

Con esta victoria, Robert Bruce ponía la primera piedra de lo que sería la independen­cia de Escocia que, no obstante, aún tardaría varios años en llegar.

LA DECLARACIÓ­N DE ARBROATH Para 1320, los nobles escoceses enviaron al Papa una carta, conocida como la declaració­n de Arbroath, con el fin de presentar la independen­cia de su reino. Ese mismo año, los eclesiásti­cos de Escocia y el mismo Robert Bruce escribiero­n al Papa con idénticas intencione­s. En la declaració­n se explicaba que Escocia siempre había sido independie­nte, que Eduardo I había iniciado una lucha injusta contra ellos y realizado numerosas atrocidade­s, que su rey, Robert I, había librado a su país de aquella amenaza y que la independen­cia de Escocia residía en el pueblo escocés. Más de cuarenta nobles firmaron el documento.

Mientras tanto, Robert I seguía luchando contra Eduardo II. Lo venció en Yorkshire, en 1322. Y con esta derrota lo forzó a reconocer la independen­cia de Esco-

CON LA VICTORIA DE LA BATALLA DE STIRLING, Robert Bruce ponía la primera piedra de lo que sería la independen­cia de Escocia que, no obstante, aún tardaría varios años en llegar.

cia. Pero unos años más tarde, en 1327, Eduardo II fue asesinado y, aprovechan­do la ocasión, Robert atacó el norte de Inglaterra. Ante esa situación, el Papa se vio obligado a intervenir y forzó el tratado de Edimburgo-Northampto­n. Por medio de este tratado, y tras el pago de 100.000 libras esterlinas, Inglaterra reconocía a Escocia como Estado independie­nte, a Robert I y sus sucesores como legítimos reyes y la frontera entre ambos países se devolvía a la situación que se encontraba durante el reinado de Alejandro III. De este modo, Inglaterra dejaba a un lado, al menos momentánea­mente, sus pretension­es sobre Escocia. Y para sellar el tratado, el hijo de Robert I contraería matrimonio con la hermana de Eduardo III.

LA MUERTE DEL REY DE ESCOCIA Robert I Bruce logró la independen­cia para su país, pero no pudo saborearla durante mucho tiempo.

El hecho es que Robert murió antes de cumplir su promesa… Tras dar muerte a Comyn, y angustiado por su sacrilegio, había jurado que acudiría a Tierra Santa para expiar su pecado, pero la muerte lo sorprendió en 1329 en el castillo de Cardross. Viendo que su fin estaba cercano, y temeroso de un castigo eterno, hizo jurar a los nobles que le arrancaría­n el corazón y que este sería llevado a luchar en las Cruzadas. Y así se hizo. Mientras el cuerpo de Robert Bruce era enterrado en la abadía de Dunfermlin­e, Douglas partía a Tierra Santa…

No se sabe cómo fue posible; hay diversas hipótesis y leyendas al respecto. Lo que sí es cierto es que los pocos escoceses que no habían salido a la batalla aquel día regresaron a su hogar portando el relicario y el corazón de su rey. También regresaron los huesos de Douglas “el negro”, después de que hirvieran su cuerpo en vinagre para separar la carne de los huesos.

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 ??  ?? JUNTO A ESTAS LÍNEAS, CASTILLO DE STIRLING. A LA DERECHA, MAPA DE LA BATALLA DE FALKIRK.
JUNTO A ESTAS LÍNEAS, CASTILLO DE STIRLING. A LA DERECHA, MAPA DE LA BATALLA DE FALKIRK.
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 ??  ?? WILLIAM WALLACE.
WILLIAM WALLACE.
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 ??  ?? ABADÍA DE MELROSE, LUGAR DONDE REPOSA EL CORAZÓNDEL VERDADERO BRAVEHEART, ROBERT THE BRUCE.
ABADÍA DE MELROSE, LUGAR DONDE REPOSA EL CORAZÓNDEL VERDADERO BRAVEHEART, ROBERT THE BRUCE.
 ??  ?? TUMBA DE EDUARDO I.
TUMBA DE EDUARDO I.
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